Georges Méliès
La magia del cine
Del 16 de septiembre de 2015 al 10 de enero de 2016CaixaForum (Tarragona)
¿De dónde viene Méliès? ¿Cómo forjó su extraordinario universo? ¿Cuáles fueron sus fuentes de inspiración? La exposición explica por primera vez las raíces culturales, estéticas y técnicas de Méliès. Demostrándose que los orígenes del mundo meliesiano se hallan en los propios orígenes del cine: sombras animadas, linterna mágica, fantasmagoría, cronofotografía, ilusionismo, magia y fantasía. El visitante viajará al mundo extraño, agitado y animado de uno de los mayores creadores de la historia del cine, asistiendo a su nacimiento. Marcarán el ritmo de la muestra proyecciones, aparatos que reproducen la imagen y otros objetos, como los usados por el propio Méliès en sus espectáculos de ilusionismo.
Georges Méliès tuvo una mente privilegiada, una de aquellas que desborda imaginación y talento. Estaba destinado a inventar, a crear fantasías. Esa sensación de maravilla es la que a uno le invade al empezar esta exposición. Su finalidad no es exponer tan sólo un muestrario de la obra de Méliès, sino penetrar en sus orígenes. ¿Qué fuentes de inspiración tuvo Méliès? ¿Cómo forjó su particular universo? Por eso, se empieza a recorrer esta exposición a partir de lo más básico: las sombras chinescas, la linterna mágica, las ilusiones ópticas y las leyes de la perspectiva. Las raíces del cine de Méliès se encuentran en el arte del engaño. Sin todos estos elementos, el cine de Méliès no hubiera sido posible. Veamos algunos de los que le influenciaron:
* Perspectiva: se conoce desde el Renacimiento y permitía crear profundidad. En su tiempo, fue una gran revolución, pues las imágenes planas y sin fondo de la Antigüedad y de la Edad Media adquirieron vida y realismo. En los primeros tiempos del cine, la perspectiva fue fundamental para crear escenografías. En el caso de Méliès, le sirvió para crear decorados sucesivos y a veces móviles.
* Sombras chinescas: es uno de los efectos ópticos más antiguos que existen y consiste en hacer formas con las manos entre una fuente de luz y una pared o superficie clara para crear una sombra estática o en movimiento. Con el tiempo, las así llamadas sombras chinescas no se hacían sólo con las manos, sino que se crearon títeres o marionetas para representar con más precisión una historia dramática. Así nació este tipo de teatro, que se hizo muy popular a partir del siglo XVIII con el teatro de sombras de Dominique Séraphine (1747-1800) y, más tarde, con los de Caran d'Ache (1858-1909) y Henri Rivière, que animaron las noches del cabaret Le Chat Noir con sus espectáculos. Las sombras chinescas se consideran un claro precedente del cine porque reproducen el movimiento sobre una pantalla.
* Linterna mágica: es un aparato óptico basado en el diseño de la cámara oscura. ¿Cómo reproducía las imágenes? Mediante un juego de lentes y un soporte en el que se colocaban las imágenes pintadas sobre placas de vidrio. Éstas se iluminaban con una lámpara de aceite y se proyectaban con un tamaño más grande sobre una superficie. En tiempos de Méliès, era básicamente una ampliadora fotográfica, utilizada también en la enseñanza para apoyar la teoría con un modo visual.
* Estereoscopia: es una técnica para crear ilusión de profundidad en una fotografía, que es un medio plano. A través de diversas perspectivas, se engaña al ojo humano para que éste se imagine una imagen en tres dimensiones. Es un sistema un poco complejo, pero que resulta óptimo para dar volumen. En resumen, se utilizan dos imágenes tomadas desde ángulos distintos y, luego, fijando la vista se ven con profundidad. En el cine es un recurso muy utilizado y en sus orígenes sirvió para dar realismo a las películas.
* Estroboscopia: es una técnica que permitía visualizar en movimiento una imagen fija. En tiempos del pre-cine, una figura destacada en este campo fue Émile Reynaud (1844-1918) y su Théâtre Optique, patentado en 1888 y basado en el praxinoscopio, una máquina con un tambor circular en el interior del cual había unas imágenes fijas que el espectador veía en movimiento cuando giraba una manivela.
* Fotografía del movimiento: es necesario citar aquí, en este apartado también precursor del cinematógrafo, a Eadweard Muybridge (1830-1904), un fotógrafo británico que experimentó con la cronofotografía, esto es, la imagen en movimiento. Consistía en fotografiar las distintas fases del movimiento (de un animal, por ejemplo) sobre un fondo negro. Con el fusil fotográfico de Marey, que podía registrar en una única placa las diferentes fases del movimiento, Muybridge consiguió series de fotografías sucesivas.
* Kinetoscopio: fue William Kennedy Dickson quien desarrolló para Thomas Edison el kinetoscopio, la máquina precursora del proyector cinematográfico. Era una caja de madera vertical en la que corrían una serie de bobinas de película en movimiento. Tuvo mucho éxito e incluso en Nueva York surgieron salas de kinetoscopio que funcionaban con una moneda.
¡Imaginaos cuántas influencias! Eran tiempos de invenciones, y Georges Méliès las utilizó todas para crear su cine particular. La gran innovación vino con el cinematógrafo, inventado por los hermanos Lumière, y que combinaba la linterna mágica y la cronofotografía. En un inicio, filmaron escenas de la vida cotidiana. La primera película que se considera como tal fue La Sortie des usines Lumière (La salida de la fábrica Lumière en Lyon), dirigida por Louis Lumière y presentada en 1895. Méliès quedó impresionado con el cinematógrafo y pronto empezó a emularlo. ¿Cómo lo consiguió? Méliès ya sentía interés por el teatro y el ilusionismo desde pequeño. En 1888, con el dinero que recibió de su padre al retirarse de su fábrica de zapatos, compró el teatro Robert Houdin y allí, como director que era, presentó espectáculos de ilusionismo. En 1895, al ver el cinematógrafo, quiso incluirlo en las funciones de su teatro, pero ante la negativa que recibió, compró otro aparato similar, inventado por Robert William Paul, y empezó a proyectar películas de la vida cotidiana (similares a las de los hermanos Lumière) en su teatro. Sin embargo, tenía una mente tan imaginativa que pronto quiso convertir esas escenas diarias en otras que se parecieran a sus espectáculos de ilusionismo. Empezaba a nacer así su cine más característico, aquel que nos dejó joyas como Viaje a la luna. En su estudio de Montreuil, de grandes ventanales, filmó algunas de sus películas, creó decorados, dibujos (Méliès era un gran dibujante) y mecanismos para sus películas. Como nos cuentan perfectamente en la exposición, Méliès reinó en el mundo del género fantástico y del trucaje cinematográfico durante casi veinte años y su contribución en el séptimo arte fue fundamental: introdujo el sueño, la magia y la ficción en el cine, cuando aún estaba en sus inicios. Su arte consistió en combinar el universo del Robert Houdin, la cinematografía de Marey y la de los hermanos Lumière. Como genio de los efectos especiales, Méliès aplicó al cine la técnica del ilusionismo y de la linterna mágica: pirotecnia, efectos ópticos, desplegables horizontales y verticales, parado de cámara, sobreimpresiones, efectos de montaje y de color.
Esta exposición, comisariada por Laurent Mannoni, director científico del patrimonio del Conservatoire des Techniques de La Cinémathèque française, es una magnífica oportunidad para conocer la obra de un genio del cine; sobre todo, para conocer las influencias que recibió su cine, fruto de una época de cambios y de grandes invenciones en el campo de la ciencia. Fue una lástima que la Primera Guerra Mundial y el desarrollo del cine (encabezado por Edison en Estados Unidos y por Pathé en Francia) le sumieran en las deudas. En 1923 tuvo que vender su estudio de Montreuil y abandonar definitivamente la industria del cine. Fue un periodista, Léon Druhot, quien lo descubrió regentando una tienda de juguetes en la estación de Montparnasse. Gracias a él, a partir de 1925 su obra fue redescubierta y su figura reivindicada sobre todo por los surrealistas.