Estamos en plena temporada de verano, y la protección solar es algo por lo que me lleváis preguntando desde hace tiempo. Al igual que con muchas otras cosas (la mayoría), es probable que la mejor solución no siempre sea la convencional.
Durante los últimos 100 años, cada vez nos hemos ido moviendo más en un entorno interior, cubierto, de temperaturas controladas, y con un requerimiento mínimo de movimiento. Debido a este cambio, nos hemos vuelto deficientes en vitamina D, y esto ha tenido un impacto directo en nuestra salud.
Vamos a hacer una sencilla observación. Si tienes animales de compañía con acceso a la luz solar, o vives en un lugar con abundante fauna, o te vas al zoo más cercano, te darás cuenta de algo común a casi todas las especies animales: todos se relajan y disfrutan del sol. Los humanos somos los únicos que nos aplicamos una substancia química sobre la piel para “protegernos” de los rayos del sol. Piensa en ello durante unos momentos.
Los humanos hemos evolucionado con distintos tonos de piel, dependiendo del clima, la cantidad de luz solar y la latitud. Nuestros niveles de vitamina D se optimizaban con la exposición solar en cada estación (en especial en verano y en otoño), y la cantidad necesaria dependía de nuestro tono de piel. La piel clara necesita menos sol, mientras que la oscura necesita más para conseguir el mismo efecto. Sin embargo, nuestra nueva versión “de interior” de la especie humana lo pasa peor adaptándose a la luz solar, igual que una planta de interior que se coloca en el exterior. Una vez que pasamos tiempo bajo el sol, de forma consistente, nuestro cuerpo se adapta y es capaz de aguantar más tiempo sin quemarse. Lo peligroso es pasar 10 meses al año bajo techo, y luego freírnos al sol durante el fin de semana. Es decir, el problema no es la exposición solar, sino la sobre-exposición solar.
Exposición solar y cremas protectoras
La protección solar convencional se parece mucho a los tratamientos convencionales de la mayoría de dolencias: tratamos los síntomas o evitamos que estos síntomas se presenten. En el caso de la exposición solar, la idea establecida es prevenir la quemadura en lugar de dirigir nuestra atención hacia las razones por las que se producen esas quemaduras. Todos hemos escuchado que la exposición solar es mala, que broncearse es malo, y que siempre deberíamos de llevar protector solar. En lo que todos estamos de acuerdo, es que lo que realmente es nocivo es la sobre-exposición solar y las quemaduras. Nos pasamos todo el año bajo techo, tapados hasta el cuello y, llegado el verano, nos vamos al otro extremo y nos tiramos todo el día torrándonos al sol. Eso no es normal y tampoco natural.
“La mejor protección solar: el sentido común.”
Las personas que practicamos un estilo de vida paleo o ancestral somos muy conscientes de la importancia de la vitamina D y de que somos capaces de producir las cantidades necesarias a través de nuestra piel. Lamentablemente, incluso los protectores solares con un bajo FPS pueden bloquear casi toda la producción de vitamina D. Entre otras dolencias, se han vinculado bajos niveles de vitamina D con distintos tipos de cáncer; así que posiblemente es peor el remedio que la enfermedad. Además es interesante destacar que la tasa de cáncer de piel está en continuo aumento, así como la de melanomas, a pesar de que las tasas de exposición solar se están reduciendo y el uso de cremas solares es cada vez más popular.
Las recomendaciones generales son: uso de crema protectora, cubrirse con una camiseta, gorra y gafas de sol y evitar el sol de 12 de la mañana a 4 de la tarde, hora del día en que éste se encuentra directamente encima de nuestras cabezas y en su momento de mayor intensidad. Date cuenta de lo siguiente: La deficiencia de vitamina D está relacionada con gran cantidad de enfermedades, incluyendo casi todas las formas de cáncer, pero tanto la Asociación Española contra el Cáncer como la American Cancer Society recomiendan que evitemos el sol de mediodía, ¡el único momento del día en que el sol se encuentra en el ángulo correcto para que tu piel pueda producir esa vitamina D tan necesaria!
Según el Vitamin D Council:
Cuando los rayos del sol penetran la atmósfera de la tierra en un ángulo demasiado elevado, la atmósfera bloquea la radiación UVB, así que tu piel no es capaz de producir vitamina D. Esto ocurre durante las primeras y últimas horas del día y a lo largo de la mayor parte del día en invierno.
Si la exposición tiene lugar en torno al mediodía, este ángulo será mejor y se producirá más vitamina D. Una buena regla es que si tu sombra es más larga que tú, no estás produciendo mucha vitamina D. En invierno, podrás observar que tu sombra es más larga que tú durante casi todo el día, mientras que en verano, tu sombra es mucho más corta durante una buena parte del mediodía.
Si fuésemos mal pensados podríamos creer que estas asociaciones tienen algún tipo de interés en que el cáncer sea un problema que no se pueda solucionar para darles una razón por la que existir a perpetuidad… Nooo, no puede ser. Pero no puedo dejar de pensar que, en esencia, esto es lo que nos están diciendo cuando nos recomiendan que evitemos el sol de mediodía y que nos pongamos crema protectora en todo momento:
Modo ironic ON
Esta desinformación está diseñada para hacer que te comportes de una manera por la que acabarás desarrollando niveles subclínicos de vitamina D. Esto hará que enfermes en infinidad de formas gracias a lo cual nuestra industria farmacéutica podrá sacar un beneficio al tratar tus síntomas hasta el día en que ya no estés aquí. Tomarás medicaciones para aliviar los síntomas que te aquejan, pero nunca resolverás tu principal problema (falta de vitamina D) mientras te esfuerzas en seguir las recomendaciones para evitar el cáncer de piel.
Modo ironic OFF
Mira todos estos animales, tomando el sol al mediodía. ¿Puede que de forma intuitiva o instintiva sepan algo que nosotros no sabemos?
Por si esto no fuera poco, existen teorías de que ciertos químicos presentes en la mayoría de los protectores solares pueden ser tanto o más dañinos que el propio daño causado por el sol. Muchos de ellos contienen palmitato de retinol, una forma sintética de vitamina A, que puede acelerar el crecimiento del cáncer. La mayoría contiene disruptores endocrinos, como la oxibenzona, e ingredientes tóxicos que promueven la producción de radicales libres en el cuerpo. En un documento de la FDA del año 2007, se afirma que: “La FDA no reconoce datos que demuestren que el uso de protectores solares ayude a prevenir el cáncer de piel”. Incluso muchos de los protectores solares comerciales naturales a menudo tienen ingredientes tóxicos. Nuestra filosofía en este sentido debería de ser la misma que la que tenemos con la alimentación y los productos de higiene y belleza: si no puedo pronunciar un ingrediente o comprarlo sin una licencia de productos químicos, no lo utilizo. Por no mencionar que la relación entre la exposición solar y el melanoma no está tan clara, ya que el 75% de los casos de melanoma se presentan en lugares que no tienen una exposición solar regular, y de hecho la tasa de melanoma de hecho es más alta en personas que utilizan protector solar.
Otra cuestión es que la mayoría de los protectores solares bloquean el paso de la radiación UVB, responsable del dolor asociado a quemarse, pero hay muchos que no protegen contra la radiación UVA, vinculada con el cáncer de piel (muchas gracias a las autoridades que se dedican a regular estos temas). Como resultado, estarás expuesto a los rayos más peligrosos durante un tiempo más prolongado, ya que no sentirás esa quemazón o dolor que de otra manera te comunica que debes protegerte del sol (vamos, cargándote la sutil forma que tiene la naturaleza de decirte, “¡Oye chaval, ya está bien!”). Lamentablemente, la industria nos ha vuelto a dar la falsa noción de seguridad e invulnerabilidad. Vaya. Parece que nos hemos vuelto a equivocar.
¿Qué tiene que ver la alimentación?
Si eres habitual de este blog, estoy segura de que ya sabes que nuestra alimentación juega un papel fundamental en nuestra salud general, niveles de energía, digestión, sistema inmunitario, entre otros. Es lógico concluir que también influye en el estado de nuestra piel, y específicamente nuestra habilidad para protegernos de los rayos solares.
La quemadura solar es un tipo de inflamación, y al igual que ocurre con otros tipos de inflamación, la alimentación tiene un papel importante. Si nos ponemos un protector solar sin abordar la razón por la que nos quemamos en primer lugar, es como poner una tirita en el problema.
Si te has estado alimentando de forma ancestral o paleo, es muy probable que hayas experimentado mejorías en tu salud al cambiar a este estilo de vida. Pero quizás no seas consciente de que esta forma de comer también es muy buena para tu piel y para tu tolerancia a los rayos solares. De hecho, en muchos círculos “paleo” a menudo se comenta que al cambiar de alimentación se experimenta una mayor tolerancia al sol. ¿Pero por qué?
Los alimentos inflamatorios como cereales, azúcares y en especial aceites vegetales refinados causan inflamación en el cuerpo y hacen que la piel también sea más propensa a la inflamación. De la misma manera, los alimentos antiinflamatorios asímismo pueden ayudar a prevenir la inflamación en el cuerpo, o en la piel.
Hay tres factores alimentarios que afectan en gran medida a la respuesta de nuestra piel a la exposición solar: los niveles de vitamina D, los ratios de omega-3:omega-6 y la cantidad y calidad de grasas que se consumen. Visto esto, no es de extrañar que muchos veamos una mejora en nuestra tolerancia al sol cuando cambiamos nuestra forma de alimentarnos.
Algunos de los alimentos más beneficiosos para tu piel son: alimentos ricos en omega-3 como el pescado salvaje (salmón, boquerones, sardinas, caballa) y la carne alimentada exclusivamente con pasto, grasas saturadas de calidad como el aceite de coco, verduras de hoja verde, alimentos ricos en antioxidantes como los arándanos y el cacao, y el aceite de hígado de bacalao fermentado.
Recomendaciones
Mi recomendación es que procures tener una exposición solar adecuada y prudencial a diario, preferentemente al mediodía, cuando tu sombra es más corta que la altura de tu cuerpo, sin usar crema protectora. Puesto que la mayoría de las personas ya no trabajan en el exterior, incluso hay que hacer un esfuerzo para tomar bastante sol a diario, en lugar de evitarlo. Igual que los animales que disfrutan del sol, hazle caso a las señales de tu cuerpo. Disfruta del sol sin protector solar hasta que te entre calor, luego vete a la sombra o cúbrete. Ya hemos dicho que, dependiendo de la complexión de tu piel, tendrás un tiempo variable para tomar el sol, en el que tu cuerpo producirá la vitamina D que necesita antes de que comiences a estar sobre-expuesto y con riesgo de quemarte. Descubre cuál es el tiempo óptimo para tu complexión. Pueden ser 10 minutos, 30 o 60… En seguida te darás cuenta si prestas atención a cómo te sientes.
En el caso en el que la exposición vaya a ser más prolongada de lo que puede aguantar nuestra piel, lo más sencillo es buscar un lugar de sombra o bien cubrirnos con un sombrero y una camiseta para proteger la piel. Si estas opciones no fueran viables, por poner un ejemplo, un día entero en la playa al principio del verano, podríamos utilizar una crema solar natural que emplean una barrera física como el zinc. Ésta también sería una alternativa para niños pequeños, personas que están tomando algún tipo de medicación que aumenta el riesgo de eritema solar, o aquellos que se queman con extrema facilidad. Pero sólo aconsejo el uso de estos protectores en casos concretos. Por su composición, recomiendo los protectores de Mercola y los de Badger. A la hora de elegir estos productos es importantísimo evitar las nano-partículas de zinc. Y también es importante recordar que, al ser bloqueadores físicos con partículas que no traspasan la piel, éstos no se absorben, sino que dejan una capa blanca sobre la piel.