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«Vive mirando una estrella siempre en estado de espera. Bebe a la noche ginebra para encontrarse con ella», así comienza la cuarta pista del álbum Yo, minoría absoluta (2002). Primeros versos de una balada mayúscula. Una de esas canciones por las que, cuando se echa la vista atrás sobre el camino andado, hasta los recodos más angostos y tortuosos son capaces de producir un atisbo de nostalgia… Y es que, pese a ser considerados uno de los grupos más canallas que ha dado jamás este país, los eternos incomprendidos del Rock español, a Extremoduro corresponde la autoría de semejante letra.«Sueña que sueña la estrella siempre en estado de espera; vuelve a coger la botella». Roberto Iniesta, el alma de la banda, puso la suya propia en una de las pocas baladas que ha compuesto (a lo largo de su ya dilatada carrera) narrando una historia de amor en tercera persona. Es más, narrando una historia de amor a la vieja usanza, sin estridencias de ningún tipo. Algo en lo que coincidirá cualquiera que haya escuchado un par de discos de Extremoduro con permiso de La ley innata (2008) y Material Defectuoso (2011). Hechos curiosos para los foráneos de esta religión, pero los fieles del Rock saben muy bien que las mejores baladas pertenecen a este género. No hay discusión posible. Quizás debiera resultar más llamativo si cabe el encontrar lo único anglosajón de la canción en su título: "En espera". ¿Qué habría sido de la historia de la estrella que soñaba y soñaba si hubiera sido compuesta en inglés por un grupo británico o norteamericano? Quedémonos entonces con la lectura positiva, hay un motivo más para presumir de Rock patrio.
Vive mirando una estrella
siempre en estado de espera.
Bebe a la noche ginebra
para encontrarse con ella.
Sueña con su calavera
y viene un perro y se la lleva,
y aleja las pesadillas
dejando en un agujero
unas flores amarillas
pa’ acordarse de su pelo.
Sueña que sueña con ella
y si en el infierno le espera…
Quiero fundirme en tu fuego
como si fuese de cera.
Antes de hacer la maleta
y pasar la vida entre andenes,
deja entrar a los ratones
para tener quien le espere.
Sueña con su melena
y viene el viento y se la lleva,
y desde entonces su cabeza
sólo quiere alzar el vuelo,
y bebe rubia la cerveza
pa’ acordarse de su pelo.
Sueña que sueña la estrella
siempre en estado de espera;
vuelve a coger la botella
y pasa las noches en vela,
siempre en estado de espera.