Revista Cultura y Ocio

Facebook: divorcio con convivencia

Publicado el 24 marzo 2012 por Fabianscabuzzo @fabianscabuzzo

La redes sociales se relacionan fuertemente a los sentimientos de las personas. ¿Quién iba a pensar que esas extrañas formas de vinculación iban a ser un instrumento tan importante para los humores de las personas y casi una necesidad para unos cuantos millones?.

Confirmo que para muchos  las redes sociales, especialmente Facebook, es el descubrimiento de su asertividad, estimulando discusiones o compartiendo “algo”, música, fotos, videos, publicaciones o pareceres en el ágora de la web. Lo mejor de una red social es la posibilidad de compartir, la llave que abrió a nuevos usos de un término que habíamos abandonado en el jardín de infantes. 

Lo que compartimos habla de nosotros, es parte de la información que exhibimos en estos espacios, sobre nuestros gustos, nuestra posición política y hasta nuestra forma de vida. Ese conjunto de referencias podrá darles a los otros una imagen acertada o no de nuestra persona.

Facebook: divorcio con convivencia
Twitter tiene “fakes” y personajes inventados que ofrecen parlamentos provocativos o humorísticos y que no sabemos de dónde provienen. Facebook es más complicado a la hora de mentir pero, por una cuestión de seguridad, de bajo perfil o por lo que sea, muchos -me incluyo –  no muestran todos los aspectos de su vida y lo limitan a opinar o participar “profesionalmente” de la cuestión.  Exhibirse demasiado es casi una exhibición obscena.

He visto cómo se comparten enfermedades y dolores en las redes sociales y como muchos desconocidos se apoyan entre sí ante situaciones límites. Una forma de hacer noticia de una muerte, un accidente o una colecta, y virtualiza la compañía que las personas necesitan en los momentos difíciles.   También se comparten cirugías estéticas,  viajes exóticos y “miren mi nuevo auto”, como si ese espacio fuera una versión personal de la Revista Caras en búsqueda de lectores ansiosos por saber cómo gasta el otro su dinero.   Fuera de esa competencia de imagen y logros, hay  otros, más sencillos y directos, que hacen alarde del amor de sus parejas, se sus hijos y sus mascotas para reafirmar que, al fin y al cabo, las relaciones que valen son las afectuosas que – sin internet – funcionan igual.

En mi caso el valor más alto que le reconozco a las redes sociales está en su contenido informativo.  Nos cuentan más de lo que pasa que los propios diarios. A los periodistas nos sirve porque nos permite asomarnos a otras realidades que no se reemplazan con  la obligación que tenemos de “estar” en el lugar de los hechos , principalmente si queremos informar sobre ello. Con la redes sociales el periodismo pierde protagonismo, y para muchos empieza su decadencia hasta su desaparición, y la labor informativa – con todos los defectos y virtudes – queda en manos de los mortales comunes.

Como decía al principio las redes sociales son una pasión, un sentimiento, con las cuales tenemos odios y amores, salimos y volvemos a ellas con los desencantos y los enamoramientos mundanos.

Me pasa con Facebook últimamente: al límite máximo de “amigos”, perseguido por el etiquetado descontrolado, con muchas menciones a mi persona en avisos de publicidad y el uso de mi perfil para promocionar cualquier cosa, me cansó un poco.  Me lleva tiempo  administrar tanta información e invitaciones, siento que mi persona es desfigurada por una multitud de posteadores “de lo que sea”, hablan todos juntos y no los entiendo. No quiero desmerecer a quienes brindan  información útil y defienden su derecho a la comunicación con sus aportes y comentarios, hay otros y otras que deberían pasar por un examen psicológico que los habilite para su uso. Quizá yo también.

Pero tampoco es ése motivo para hacer un genocidio entre estos “amigos”, muchos de los cuales conozco de nombre, otros un poco más y la mayoría ni sé quienes son y que acepté sus invitaciones de amistad oportunamente. Solo he eliminado personas muy agresivas, amenazantes,  digamos desubicadas, coincidentemente todas del mismo signo político.  Será por culpa de mi inflexibilidad en algunas cuestiones, cosa que no pienso corregir en lo inmediato.

Facebook: divorcio con convivencia
Tal vez en un tiempo vuelva a reconocer los valores de Facebook y decida ser un poco más laxo en Twitter, pero la minimalidad de éste sigue siendo un atractivo superlativo frente a Facebook que cambia con demasiada frecuencia para  volverse más barrroco cada vez.

No me pienso borrar de ninguna, sigo leyendo las publicaciones de uno y de otro,  por una cuestión técnica no puedo - y tal vez no quiera - compartir mis posteos del pajarito en la del caralibro, me parece que plantean discusiones distintas y aúnan distintas pasiones.

Por ahora compartiré en Facebook las nuevas publicaciones de mi página y participaré de algunas conversaciones, no tengo más tiempo.  Creo que conviviré con Facebook sin involucrarme demasiado en él, dándonos ambos una oportunidad de reencuentro más intenso en un futuro.

Por ahora me entusiasmé Twitter y sus posibilidades de compartir sin sentirme despedazado por los comentarios o invadido por la locuacidad de otros.

¿Y  a vos qué te pasa con las redes sociales?

PD: Y eso que no hablé de Google+, ni de Linkedin, ni de Foursquare, que aún no ocupan un lugar importante en mi vida.

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