Les pongo en situación. Vilanova i la Geltrú, Platja del Far, Molí de Mar. Sol, arena, un faro, la noche y dos escenarios. Es mi segundo Faraday. El octavo para los que son capaces de recitar de memoria la primera alineación de la Medusa. Nacho Vegas, The Sunday Drivers, Lori Meyers, Facto Delafé y las flores azules, Sweet Apple Pie, Oblique, Flint, Eddie Piller Dj, y Yes Robot Djs. Les envidio. Hasta tal punto que, desde el año pasado, pego mi oreja al mar para ver si las olas reproducen algún sonido de aquel concierto de Neil Hannon (The Divine Comedy) que tantos recuerdan con un brillo especial en sus miradas.
Pero no es tiempo de nostalgia. Como sus organizadores nos recomiendan en la primera página de la revista del festival, nos olvidamos del resto, disfrutamos del momento y dejamos que nuestra asistencia sea una experiencia única e irrepetible. Y la verdad, no nos cuesta mucho.
Miro los círculos concéntricos de su logo y comprendo el mismo centro que comparten: el buen ambiente y la mejor música. Devoro el cartel. De los grupos casi desconocidos que ofrecen muy buenos minutos hasta los artistas consagrados que no saben defraudar. La perfección y belleza de Ron Sexsmith, la polivalencia del francés Arnaud Fleurent-Didier, el futuro prometedor, ya presente, de Polock, la nueva consagración de Standstill, el virtuosismo de Za!, el extraño talento de Emilio José,… Cientos de detalles y matices. Porque se puede limitar la potencia del sonido, pero no los sentimientos. Ni las sensaciones. Y en Faraday 2011, son muchas y muy buenas.Las actuaciones del Red Bull Tour Bus y A Viva Veu completan la oferta musical. Y desembocan en la programación del domingo. Exquisita y cada vez con más adeptos. John Grant pone las últimas notas mientras salen los créditos: Vosotros sois el Faraday. Y que dure. Hasta el año que viene.
Crónica por Antonio Blázquez