Imaginemos un hipotético diálogo habitual y cotidiano con gente que me conoce.
Hola Moli ¿Qué tal?
¿Qué puedo contestar yo?
“Muy bien” con una gran sonrisa y riendo, contestaré en el 40 % de los casos.
Ese “muy bien” significa que es un bonito día, que estoy de buen humor y que en general no me puedo quejar.
“Bien” con una sonrisa y un tono alegre y despreocupado será mi respuesta en un 40 % de las ocasiones.
Ese bien significa: las cosas van y no te voy a decir si bien, mal, regular o de puta angustia porque ni es el momento, ni la ocasión, ni me apetece y esta es una conversación intrascendente, pero que en general todo funciona correctamente y no me perturba.
“Mal” con una sonrisa y un tono agradable y despreocupado será mi respuesta en un 10 % de las ocasiones.
Ese “mal” significa que las cosas van mal pero que no vamos a hablar de ello pero tampoco a fingir que todo es de color de rosa, pero que como soy una tía fuerte y echada para adelante, las cosas van mal pero no tan mal como para sobrepasarme o no en este momento que estamos aquí saludándonos y charlando de bobadas.
“Muy mal” con una sonrisa en la que me tiembla la boca y a la que sigue una broma de humor negro que distraiga la atención, será mi respuesta en un 7 % de los casos.
Ese “muy mal” significa que las cosas van de puta angustia y que he tenido un breve momento de debilidad al decírtelo, pero que vamos a hacer como que no lo hemos oído y seguiremos con la charla sobre generalidades, que es lo que toca.
“Fatal” con una sonrisa en la cara y con gafas de sol puestas contestaré en el 3 % de los casos.
Ese “fatal” significa que las cosas van muy mal, muy mal y que lamentablemente Me has pillado en un momento bajo, o despistada o algo y en vez de contestarte lo que esperas que es “bien” mira por donde me ha salido la verdad “Fatal”.
Si has sido uno de los agraciados con la respuesta “Fatal” hay una serie de cosas que me joden hasta el infinito que hagas.
1.- La contestación “Eco”. ¿Fatal?
Si, cojones, he dicho fatal, no he dicho anal, ni panal, ni pañal. He dicho FATAL.
2.- La incredulidad. ¿Fatal? No puede ser.
¿Cómo que no puede ser? ¿Te crees que soy imbécil y no tengo criterio? O peor... ¿me estás acusando de mentir?
3.- Menosprecio hacia mi FATAL. “Venga ya, seguro que no es para tanto”
Pero vamos a ver, en los años que me conoces ¿cuantas veces te he dicho “Fatal”?. Ninguna. Así que si ahora te lo digo…ES VERDAD. No soy una llorica que se queja por todo, asi que si me quejo, es por algo.
4.- Consejos idiotas. “Piensa que podía ser peor”.
Sí, claro...ahora que lo dices, podía ser peor...podías ser la única persona en la tierra con la que hablar de mis problemas, pero gracias a Dios acabo de descubrir que lo que va a ser esto es la última vez que hablo contigo de mis problemas.
5.- Comparativas idiotas. “Hay gente que está mucho peor que tú”.
¿Y?? Seguro que no han ido a cometer la gilipollez de decirle “fatal” al primer idiota menos empático que un sacapuntas que han encontrado.
Y sobre todo, no me vengas con “Moli no seas cínica”. El cinismo y el cabreo me mantienen en pie. Por ejemplo ahora, el cinismo me va a servir para no ponerme a llorar pensando que las cosas van mal y encima van peor porque he cometido el error de hablar contigo. El cabreo me hace prometerme a mí misma, que jamás volveré a hablar de esto.
Así que la próxima vez que te conteste “Fatal”, haz como que no me has oído, finge que he dicho “Bien” o mucho mejor, no me preguntes y yo podré seguir fingiendo que me pareces alguien con criterio y tú podrás seguir con tu fantasía de “Moli siempre está de buen humor”.