Bin Laden, la Luna y el sexo oral.
La suerte de un compañero de trabajo, a quien denominaré con el genérico de Martinez (como es lógico, no pienso revelar que su apellido real es Martínez) está conectada, misteriosamente, con la llegada de Neil Armstrong a la Luna y la Caída de Bin (sí, solo hay uno y era el)
Y lo voy a explicar yendo por partes, mes amis. Ya sabréis que Neil Armstrong pisó nuestro satélite y pronunció aquello de “Ejem, estoo, que nervios tengo, por dioss: …esto, esto es un paso pequeño para un hombre, sí, pero gigantesco para la Humanidad…yeah”
Pues bien, además de esta conocida vacilada para con su cuñado que le veía por la tele, dijo otra cosita quizá menos conocida. Forma parte de la historia que nos quieren ocultar, je, je.
Efectívamente, lo que dejó caer vino a ser algo así como:
- “Enhorabuena (o buena suerte), Señor Gorsky”
La leche que le dieron. los más conspicuos analistas se volcaron en la interpretación de la enigmática frase. Se llegó a pensar que era un “recadito” a la Unión Soviética, con la que estaban en plena Guerra Fría en aquella década.
Al enigma contribuyó también el hermetismo del astronauta, pues durante años se negó en redondo a revelar a que se refería.
Por fín, en una rueda de prensa celebrada en 1995, una vez fallecidos el señor y la señora Gorsky, Armstrong aclaró el significado de la misteriosa enhorabuena.
Resulta que siendo un niño, se le coló el balón en el jardín de sus vecinos, los señores Gorsky. Cuando se acercó a recogerlo oyó una conversación entre el señor y la señora Gorsky que le dejó marcado:
- ¿Coomo, sexo oral …? – dijo la señora Gorsky – Mira, tú no tendrás sexo oral conmigo hasta que el hijo de los Armstrong pise la luna.
Ja, ja, ja. Pues va y resulta que -ahora en 2011- tenemos en la empresa una preciosa alma ingenua, de sexo masculino, muy jovencito, recién casado y proclive a contar la verdad de sus ratos de alcoba. Síi, la verdad nada menos, juasjuasjuas, dejadme que me recupere, uuf, cof, cof.
Pues va y nos suelta este joven lebrel, estimulado por alguna cervecilla de más, que su mujer estaba buenísima, que follaban como leones, sí, pero…que no quería soplarle la flauta. Se negaba a los “bajos” trabajos. Que noo, leñe, que no hay tutía.
“Cuando pillen a Bin Laden, cariño” le soltó (que bordee) Y nosotros, medio embarazados y medio muertos de la risa, le recompensamos su franqueza con palmadas pero también con indirectas del tipo: “Pos anda que no te queda ni na, chaval, jaja”
Pero ya no, jojo. Enhorabuena, Martínez. Dios proveyó…
PD: La anécdota lunar, en realidad, es más apócrifa que el doctorado de Bibiana Aido. Sorry.