¡Vamos, chicos y chicas, arriba! ¡Que hoy es 2 de febrero y hay que celebrar el Día de la Marmota!
Soy consciente de ello. La cosa se está repitiendo. De hecho, se ha repetido infinitas veces. Bueno, los científicos han demostrado que el tiempo no es infinito, tiene un origen y, aunque en esto no están todos de acuerdo, tendrá un final. Sin embargo, filosóficamente, es insostenible. Después de repetir infinitamente el mismo día las conclusiones a las que he llegado son otras muy distintas...
Imagina que vives un eterno presente. El presente no parece más que una ilusión de estar en el tiempo. Un puente que une el pasado -lo que ya no es- con el futuro -que aún no es-. Entre dos ausencias de tiempo, entre estas dos nadas, cruzamos este puente ilusorio, al que llamamos tiempo y que nos ata al espacio. Vivimos esta ilusión de tiempo y espacio basados en que el aquí y ahora son cambiantes y sujetos a una voluntad ajena.
Cómo se nota que vosotros vivís con la convicción de que hoy, 2 de febrero, pasará. Que mañana (¡qué ilusión de futuro!) será 3 de febrero, con su nueva rutina, con su emplazamiento ligeramente diferente al de hoy, con las nuevas variables en funcionamiento, con una sensación de movimiento inherente a todo lo que nos rodea...
Pues bien, mi conclusión es otra. El pasado es recuperable. Toda su existencia es traída una y otra vez al presente, negando al movimiento todo valor. Decía Nietzsche que todo va a repetirse un número infinito de veces. Es normal: en un tiempo infinito, todo está condenado a la probabilidad de su repetición. Es más, interpreta una repetición exacta del pasado, en una concepción circular del tiempo. Y ello reivindica, de una forma radical, la vida ante el sentimiento de su fugacidad, de la ilusión de un pasado que es el nacimiento y de un futuro que es la muerte. Así debería sentirme yo, completamente vivo. Y sin embargo, me siento muerto. La infinita repetición de este día, con la única variable de la conciencia, ha logrado consumirme. Todo lo sé, todo lo he vivido en todas sus formas posibles de existencia, todo lo he soñado, he reducido al absurdo la infinitesimal existencia de cada segundo de este día. Si lograra despertarme en un día 3 de febrero, con algo nuevo a mi alrededor, por más pequeño e insignificante que fuera, consciente de su novedad y rareza... Mucho me temo que estos pensamientos ya han sido pensados, que ustedes ya me han leído infinitas veces y tantas veces me han hecho creer con sus comentarios que ese día existe, que vuelvo a pensar, por enésima vez, que mañana volveremos a debatir sobre lo mismo.
Hasta mañana... o hasta hoy, según prefieran.