Revista Cultura y Ocio
Una atrevida sátira, narrada con maestría técnica y un lenguaje gráfico y vivaz, según palabras del jurado, le valió ayer al escritor Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) el prestigioso premio. Ávidas pretensiones, su relato de una "poetada", una reunión de tres días de delirio literario donde poetas con ganas de medrar cometen «las mayores perrerías del mundo».
Ávidas pretensiones es unas particulares jornadas poéticas en el pequeño pueblo de Morilla del Pinar tienen su importancia, especialmente por lo que sus participantes son capaces de llevar a cabo durante tres días entre las antiguas paredes del Convento de las Espinosas. Donde hay ambición, dinero, sexo, amor, engaño, y humor por supuesto. En palabras de Aramburu: «Quiero explicar esto del humor. Para mí es una necesidad vital en mi relación con los demás y las cosas del mundo, lo cual me permite soportar ciertas situaciones. Y es un compromiso personal, una posibilidad para estar a buenas conmigo mismo y cerrar ciertas heridas. En mis libros, los pasajes jocosos los escribo cuando mi situación es peor. Hay como un factor de compensación. El humor es mi antídoto para no sucumbir al fanatismo», declaró Aramburu. «Para mí, el humor es una necesidad vital y otra de mis maneras de relacionarme con el mundo, un compromiso conmigo mismo: cuando mi situación personal es peor, recurro al humor como antídoto: con él intento compensar y luchar, por ejemplo, contra el fanatismo».
«Este libro no trata ni de poesía ni de literatura porque los personajes no hacen eso; los personajes confunden carrera literaria con literatura, la sociedad literaria con la literatura misma y escriben o por vanidad o por conformismo, por un extraño afán de notoriedad», definió Gimferrer. Eduardo Mendoza, rey de la literatura finamente regada de humor, aseguró como miembro del jurado que la novela deja al final «una sonrisa torcida, descarnada, porque en el fondo es una reflexión sobre la literatura y la naturaleza humanas». «Rica prosa en matices», en palabras de Caballero Bonald, que «divierte pero es descarnada». Para Pere Gimferrer, sin embargo, si de algo no trata la novela «es de poesía o de literatura».
Al premio Biblioteca Breve de este año se han presentado un total de 945 manuscritos, de los que 491 procedían de España y 159 son de Argentina, aunque también había obras de México, Colombia, Alemania, Brasil, Estados Unidos, China o Israel .El jurado, que en esta edición estaba integrado por José Manuel Caballero Bonald, Pere Gimferrer, Eduardo Mendoza, Elena Ramírez y Carme Riera, la considera "una atrevida sátira sobre una supuesta sociedad literaria, escrita con una gran maestría técnica y un lenguaje singularmente gráfico y vivaz".