Desde que comenzó la propagación del virus por Europa, la atención de los cronistas cinematográficos estaba puesta en el Festival de Cannes, el mayor festival del mundo en volumen de negocio y una importante pantalla de promoción para las películas que destacarán en los siguientes meses. Tras varias semanas sin dar una respuesta clara, los organizadores del Festival de Cannes, que se tenía que celebrar entre el 12 y el 23 de mayo, decidieron posponer la muestra cinematográfica hasta una fecha indeterminada entre junio y julio. El retraso en la celebración del festival tampoco les da un gran margen de maniobra, porque entre el 2 y el 12 de septiembre tiene lugar la Mostra de Venecia, y sus responsables aún trabajan para una celebración de la muestra en las fechas previstas, aunque dada la situación en Italia con la propagación del virus, muchos ponen en duda que Venecia pueda celebrarse con normalidad. E incluso hay quien apuesta por trasladar el Festival de Cannes a septiembre, en sustitución de la Mostra de Venecia.
Pero ¿estos retrasos son realistas, dada la incierta evolución de la pandemia y, sobre todo, la necesidad de mantener medidas de distanciamiento social incluso más allá del mes de abril? El productor italiano Gianluca Curti, responsable de Minerva Pictures, declaraba a Variety: "¿Cómo te imaginas tener un festival como Cannes a finales de junio? ¿Quién va a entrar en la Sale Lumiere (en junio-julio) con más de 2.000 personas para ver una película? Yo no entraría ni con doble mascarilla."
Esta es quizás la postura que muchos responsables de productoras tienen en mente, pero pocos se atreven a decir en voz alta. Porque ciertamente no parece muy razonable la idea de que dentro de dos o tres meses la crisis del coronavirus se haya controlado por igual a nivel internacional. No se trata solo de que pueda o no celebrarse físicamente una encuentro cinematográfico en un país concreto, sino que determinadas industrias de cine tengan la capacidad para recuperarse de la crisis económica que conlleva la pandemia para tener listas sus películas y poder exportarlas. Pero la idea de una cancelación parece difícil de tomar, teniendo en cuenta la repercusión económica que conlleva. Festivales como Toronto, (plataforma de lanzamiento americana de cara a la temporada de premios en Hollywood), Venecia o San Sebastián.
El Festival de San Sebastián (18-26 de septiembre) anunció una alianza con el Festival de Zurich (24 de septiembre-4 de octubre) para poner en marcha un mercado cinematográfico más ambicioso este año, aprovechando la incertidumbre respecto a mercados como los de Tribeca o el SXSW, el primero pospuesto sin fecha y el segundo cancelado.
Imágenes como ésta serán difíciles de ver en mucho tiempo.
La alternativa más clara respecto a la celebración de los festivales de cine este año, que supone también una forma de modificar un formato de exhibición que parece destinado a cambiar, es la puesta en marcha de una "versión online". Eso es lo que ha hecho el Festival de Documentales de Dinamarca, CPH:DOX, que ha celebrado su encuentro cinematográfico en las fechas previstas (del 18 de marzo al 5 de abril), pero reconvertido en festival online. Esto ha permitido que la programación ya cerrada se haya podido visionar a través de internet, pero en un formato reducido, con restricciones para los espectadores de fuera de Dinamarca. También ha habido debates y conferencias abiertos a través de la red, una de las propuestas más interesantes de los festivales dedicados al género documental. Lo mismo ha anunciado el Festival de Documentales de Nueva Zelanda, Doc Edge, que finalmente se celebrará en versión online, dentro de las fechas previstas, a finales del mes de mayo. En este caso, la organización ha decidido programar sus películas con un horario como si se tratara de un festival físico, por lo que las películas no estarán disponibles "a la carta".
El Festival de Cine Independiente de Barcelona, D'A Film Festival, también ha decidido celebrarse en las fechas previstas, pero en versión online, a través de un acuerdo de colaboración con la plataforma Filmin. De esta forma, entre el 30 de abril y el 10 de mayo la programación del festival se podrá ver en Filmin, con Chambre 212 (Christophe Honoré, 2019) como película inaugural y una retrospectiva dedicada a la directora austríaca Jessica Hausner.
Por su parte, el Tribeca Film Festival anunció el pasado fin de semana que, aunque finalmente no podrá celebrarse en las fechas previstas (del 15 al 26 de abril), tiene previsto poner en marcha una versión online que permita acercarse a los espectadores a parte de la programación, mientras que en una extranet estarán disponibles las principales películas seleccionadas este año para la prensa y para la industria cinematográfica durante un mes.
Esta solución tiene todavía algunos flecos importantes, como las medidas de seguridad necesarias para evitar la piratería, o definir algunos ajustes para que la experiencia sea completa y pueda disfrutarse por un amplio número de espectadores incluso a nivel internacional. Pero parece claro que la celebración de encuentros cinematográficos a través de internet es una realidad que las medidas de distanciamiento social provocadas por la pandemia del coronavirus no ha hecho más que acelerar.
Porque los argumentos que se vienen esgrimiendo para mantener la tradición de un festival físico son prácticamente los mismos que se venían defendiendo para las salas de cine frente a la proliferación de plataformas online de visionado de películas y series. Y la realidad actual es que Netflix, Disney+ o HBO se están beneficiando de la necesidad de modificar nuestros usos de vida social. Por supuesto, el futuro de la programación cinematográfica en formato de festival es más fácil en el caso de aquellas muestras de tamaño medio (como Sitges, Valladolid, Sevilla... en nuestro país). Para aquellas muestras de gran tamaño como Berlín, San Sebastián, Cannes o Venecia la adaptación a un formato no presencial puede ser más complicada, dado el volumen de inversión que requieren y la importancia de sus mercados de cine. Los responsables de la Mostra de Venecia ya han anunciado que una versión online del festival es imposible de celebrarse, por lo que la celebración será pospuesta o cancelada, en el caso de que no puedan mantenerse las fechas previstas.
Y aunque el Festival de Cannes está decidido a celebrarse de forma física durante el verano, ha puesto en marcha un Marché du Film virtual que teóricamente se desarrollará al mismo tiempo que el mercado de cine físico previsto para finales de junio. De esta forma, por un lado se podrán conectar profesionales de todo el mundo (incluidos aquellos países que por esas fechas aún no hayan podido superar la pandemia), y por otro se sientan las bases de la posible cancelación del festival.
La iniciativa ofrecerá proyecciones online a través de la plataforma Cinando, base de datos de profesionales del cine ligada al Marché du Film, y la celebración de reuniones por videoconferencia a través de la aplicación Match & Meet, con la que el Marché du Film también ha venido trabajando para conectar a profesionales de la industria. Como en otras facetas de nuestra sociedad, la llegada de una pandemia de estas características ha puesto sobre la mesa expresiones como "distanciamiento social" o "teletrabajo", que hasta la fecha eran conceptos reales, pero poco desarrollados. Ahora, y dada la situación que seguramente nos mantendrá alerta por el resto del año, también se plantean otro tipo de actividades que puedan ser multitudinarias pero sin necesidad de que el público comparta espacio físico. Es el caso de los festivales de cine, abocados a encontrar fórmulas que les permitan, en un futuro no muy lejano, sustituir las salas de cine por espacios virtuales.