Revista Cultura y Ocio

Ficción Sur

Publicado el 22 enero 2015 por Rubencastillo
Ficción Sur
Las antologías son como los jardines. Si paseamos por su interior nos podemos encontrar flores de agradable perfume, parterres cuidadísimos, árboles de recortada estatura e incluso lagos de aguas limpias donde se solazan unos patos o unos peces de colores; pero también podemos encontrarnos bolsas tiradas por el suelo, mendigos malolientes tumbados en los bancos y excrementos de perros, a los que sus amos pasean con incivilizada despreocupación. La editorial Traspiés sacó en 2008 un volumen que se acercaba más, mucho más, a la visión idílica que ofrecí en la primera descripción que al estropicio de la segunda. Lo coordinaba el narrador Juan Jacinto Muñoz Rengel, llevaba por título Ficción Sur y era un trabajo (lo sigue siendo) delicioso y recomendable, donde se nos ofrecía un panorama de la mejor narrativa breve andaluza de los últimos años, en un desfile cronológico que se iniciaba con Pilar Mañas (1952) y concluía con Cristina García Morales (1985).Dice Muñoz Rengel en el prólogo que el único nexo entre los autores de estas historias es que todos ellos quieren “recrear y deleitar a aquel que se aventure a leerlas”. Y a fe que lo consiguen... Felipe Benítez Reyes dibuja en el aire las volutas de una viñeta lírica llena de estimulaciones sensoriales (“El vendedor de zumo de naranja”); Hipólito G. Navarro, con “Inconvenientes de la talla L”, nos traslada la ensoñación romántica de un currante, tan espléndida como en él es costumbre; Ángel Olgoso aporta ocho minitextos de excepcional factura, que nos revelan la enorme eficacia de su prosa; Fernando Iwasaki (“La española cuando besa”) nos da un relato lleno de sexualidad y buen humor, narrado desde múltiples perspectivas; Guillermo Busutil roza los límites de la perfección en su cuento “El salto del Ángel”, tan emocionante como bien escrito; Manuel Moyano nos regala en “El extraño caso del señor Valbuena” la historia de un amnésico fingido, que reniega de la grisura de su cotidianeidad merced a un subterfugio fantasioso; Félix J. Palma esculpe en “Margabarismos” unas páginas soberbias, ingeniosas, llenas de aciertos literarios y casi con vuelo de novela corta; Andrés Pérez Domínguez consigue conmovernos en “El cumpleaños” con el triste patetismo de su protagonista, que se desliza finalmente hacia la ternura anónima...
Todos los relatos, de una u otra manera, aportan al lector buenos motivos para sentirse satisfecho al concluir el volumen, y es una tributo gozoso que, como al principio comentaba, adorna a muy pocas antologías. La editorial Traspiés y Juan Jacinto Muñoz Rengel hicieron, sin duda, un trabajo excepcional, que merece un aplauso.

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