Revista Cultura y Ocio

Fidel: La Batalla de Girón (Primera parte)

Por Rosabaez @LaPolillaCubana

Reflexiones del compañero Fidel: La Batalla de Girón (Primera parte)

Ver fotos, video y .pdf en Cubadebate

Descargue .pdf aquí

castro-ruz-fidel-giron-61-580x334.jpg

 

Reflexiones del compañero Fidel: La Batalla de Girón (Primera parte)

Más de un año antes del 16 de abril de 1961, después de rigurosos análisis e intercambios, el presidente Dwight Eisenhower decidió destruir a la Revolución Cubana. El instrumento fundamental del tenebroso plan era el bloqueo económico a Cuba, al que la literatura política del imperio califica con el término anodino y casi piadoso de “embargo”. En memorando secreto del entonces subsecretario asistente de Estado Lester Mallory, se enumeraron los objetivos concretos del tenebroso plan: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro -expresa el documento-  […] No existe una oposición política efectiva […] El único medio posible para hacerle perder el apoyo interno [al gobierno] es provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria […] Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica […] negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”. El conjunto de medidas a tomar se denominaba “Programa de Acción Encubierta contra el régimen de Castro”. Cualquier observador, esté o no de acuerdo con tan repugnantes métodos porque carecen de elemental ética, admitiría que esto implica la idea de doblegar a un pueblo. En este caso, se trataba de una confrontación entre la potencia más poderosa y rica del planeta y un país pequeño de diferente origen, cultura e historia. Eisenhower no era un criminal nato. Parecía, y tal vez lo fuera, una persona educada y de buena conducta de acuerdo a los parámetros de la sociedad en que vivía. Había nacido en el seno de una modesta familia agricultora en Denison, Texas, en el año 1890. De educación religiosa y vida disciplinada, ingresó en la Academia Militar de West Point en el año 1911, y se graduó en 1915. No participa en la Primera Guerra Mundial, y le asignan solo tareas administrativas. Asume por primera vez el mando de tropas en 1941, cuando Estados Unidos no participaba todavía en la Segunda Guerra Mundial. Era ya general de cinco estrellas y carecía de experiencia combativa cuando George Marshall le asigna el mando de las tropas que desembarcan al Norte de África. Roosevelt, como presidente del país con más riquezas y medios militares, asume el papel de nombrar al jefe militar de las fuerzas aliadas que desembarcarían en Europa en junio de 1944, catorce meses antes de finalizar la guerra; tarea que asignó al general Eisenhower, ya que Marshall, su jefe de mayor autoridad, desempeñaba el cargo de Jefe del Estado Mayor del Ejército. No era un militar brillante, cometió errores de consideración en el Norte de África y en el propio Desembarco de Normandía, donde tuvo rivales serios entre sus aliados, como Montgomery, y adversarios como Rommel; pero era un profesional serio y metódico. Concluida esta referencia obligada del General de cinco estrellas Dwight Eisenhower, presidente de Estados Unidos desde enero de 1953 hasta enero de 1961, paso a una pregunta: ¿cómo es posible que un hombre serio, que se atrevió a exponer el nefasto papel del Complejo Militar Industrial, sea conducido a una actitud tan criminal e hipócrita como la que llevó al gobierno de Estados Unidos al ataque contra la independencia y la justicia que durante casi un siglo buscó nuestro pueblo?   Fue el sistema capitalista, la preeminencia de los privilegios de los ricos, dentro y fuera del país, en detrimento de los derechos más elementales de los pueblos. Nunca le preocupó a la poderosa potencia el hambre, la ignorancia, la ausencia de empleo, tierra, educación, salud y los derechos más elementales para los pobres de nuestra nación. En el intento brutal de someter a nuestro pueblo, el gobierno de Estados Unidos arrastraría a los soldados de su país a una lucha en la que no habría podido obtener la victoria. En los asuntos de carácter histórico son muchos los imponderables y no poca la incidencia del azar. Yo parto de la información que poseo, y de la experiencia que viví aquellos días en que nació la frase de que Girón fue la “primera derrota del imperialismo en América”. De aquella experiencia extraje muchas conclusiones. Quizás a otros también interesen. Nosotros no disponíamos de un ejército nacional en nuestro país. Al finalizar lo que los historiadores en Cuba denominaban la Tercera Guerra de Independencia -en la que el ejército colonial español derrotado y exhausto solo podía conservar ya, a duras penas, el control de las grandes ciudades-, la metrópoli arruinada, a miles de millas de distancia, no podía mantener una fuerza casi igual a la de Estados Unidos en Vietnam, al final de la guerra genocida que llevó a cabo en esa antigua colonia francesa. Es en aquel momento que Estados Unidos decide intervenir en nuestro país. Engaña a su propio pueblo, al de Cuba y al mundo, con una declaración conjunta en la cual se reconoce que Cuba, de hecho y de derecho, debía ser libre e independiente. Firma en París un acuerdo con el gobierno colonial y vengativo de la España derrotada, y desarma al Ejército Libertador mediante soborno y engaño. Con posterioridad, se le impone a nuestro país la Enmienda Platt, la entrega de puertos para uso de su armada, y se le otorga la supuesta independencia, condicionada por un precepto constitucional que le concedía al gobierno de Estados Unidos el derecho a intervenir en Cuba. Nuestro valeroso pueblo luchó en solitario, tanto como el que más en este hemisferio, por su independencia frente a la nación que, como expresó Simón Bolívar, estaba llamada a plagar de miseria a los pueblos de América en nombre de la libertad. En Cuba había un ejército entrenado, armado y asesorado por Estados Unidos. No diré que nuestra generación posea más mérito que alguna de las que nos precedieron, cuyos líderes y combatientes fueron insuperables en sus luchas heroicas. El privilegio de nuestra generación fue la oportunidad de probar, por azar más que por méritos, la idea martiana de que “un principio justo desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército”. A partir de ideas justas y después de superar amargas pruebas, partiendo solo de siete fusiles, no vacilamos en proseguir la lucha en la Sierra Maestra después que nuestro destacamento de 82 hombres, por falta de experiencia y otros factores adversos, fue atacado por sorpresa antes de alcanzar las estribaciones de las montañas. En solo 25 meses nuestro pueblo heroico derrotó a aquel ejército, equipado con el armamento, la experiencia combativa, las comunicaciones, centros de instrucción y el asesoramiento con el que Estados Unidos mantuvo durante más de medio siglo el dominio total de nuestro país y de Nuestra América. Al aplicar los métodos correctos de lucha, los principios de respeto a la población y la política de guerra con el adversario -curando a los heridos y respetando la vida de los prisioneros sin una sola excepción en toda la guerra-, asestamos una derrota aplastante al aparato militar creado por los yankis, y le ocupamos finalmente las cien mil armas y los equipos de guerra que poseían y emplearon contra nuestro pueblo. Pero fue necesario también derrotar en el campo ideológico el inmenso arsenal de que disponían, y el monopolio casi total de los medios de información con que inundaban al país de edulcoradas mentiras. Los trabajadores sin empleo, los campesinos sin tierra, los obreros explotados, los ciudadanos analfabetos, los enfermos sin hospitales, los niños sin libros o sin escuelas, la interminable lista de ciudadanos heridos en su dignidad y sus derechos, eran incomparablemente más que la minoría rica, privilegiada y aliada al imperio.

Educación, ciencia, cultura y arte, deporte, las profesiones que entrañan el desarrollo humano, carecían de apoyo en nuestro país, dedicado al monocultivo de la caña y a otras actividades económicas subordinadas a bancos y empresas trasnacionales yankis, con las que el poderoso vecino del norte impone su “democracia” y los “derechos humanos”.

Debo señalar que un espectáculo como el de La Colmenita -que hace unos días se exhibió en el teatro Karl Marx-, creado por el hijo de una de las personas asesinadas por los terroristas del Gobierno de Estados Unidos en el avión que partió de Barbados el 6 de octubre de 1976, no tiene rival en el mundo. Tanto el impresionante acto cultural de los pioneros, como el Congreso que clausuraron ese día, jamás serían posibles sin la educación que la Revolución ha brindado a los niños, adolescentes y jóvenes de nuestra Patria. El 16 de abril de 1961, cuando se proclamó el carácter socialista de la Revolución, habían transcurrido dos años y tres meses desde el triunfo del Primero de Enero de 1959. Nuestro pequeño y victorioso Ejército Rebelde en su lucha por la liberación, solo contaba con las armas ocupadas a la tiranía, que en su inmensa mayoría fueron suministradas por Estados Unidos. Era imprescindible armar al pueblo. Para no brindar pretextos que sirvieran de base a las agresiones de Estados Unidos, como hicieron en Guatemala, intentamos comprar y pagar al contado fusiles y otras armas en países de Europa, que tradicionalmente las exportaban a muchas naciones. Adquirimos varias decenas de miles de fusiles semiautomáticos FAL calibre 7,62 con peines de 20 balas y las municiones correspondientes, entre ellas, las granadas antipersonales y antitanques de esas armas que fueron trasladadas en buques mercantes habituales, igual que hace cualquier país. Pero ¿qué ocurrió con aquellas ingenuas compras de armas “no comunistas” y que por su calidad nos parecían excelentes?   El primer barco arribó a Cuba normalmente y con él, decenas de miles de fusiles FAL. No había ilegalidad alguna, ni existían pretextos para las campañas contra Cuba. Poco duró, sin embargo, aquella situación. El segundo barco arribó a un importante muelle de la capital, obreros portuarios y combatientes rebeldes descargaban los bultos, no existían entonces contenedores. Yo estaba en el cuarto o quinto piso del edificio del Instituto de Reforma Agraria, donde hoy se encuentra el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en las inmediaciones de la Plaza de la Revolución; allí tenía la oficina de trabajo cuando no me movía por cualquier parte de la ciudad o el país. El viejo Palacio de Gobierno había sido convertido en museo y el nuevo no estaba terminado. Era el 4 de marzo de 1960. Una fuerte explosión hizo trepidar el edificio; miré por instinto hacia el puerto, donde sabía que estaba descargándose el mercante francés La Coubre; una densa columna de humo ascendía desde aquel punto, no distante en línea recta. Comprendí en el acto lo ocurrido. Imaginé las víctimas, bajé rápido, y con la pequeña escolta abordamos los carros, nos movimos hacia el puerto transitando por estrechas calles y elevado tránsito. Estaba ya muy próximo, cuando escucho una segunda explosión en el mismo punto. Se puede comprender la ansiedad que nos provocó aquella nueva explosión. Imaginé el daño ocasionado a los obreros y soldados que estarían ayudando a las víctimas de la primera. A duras penas logré que el carro se aproximara al muelle, donde pude observar el dramático pero heroico comportamiento de aquellos hombres. Alrededor de 100 personas murieron; los heridos eran muchos y requeridos de atención urgente.

   Al día siguiente, desde la Universidad, trasladamos los muertos por la ancha calle 23 hasta el mismo cementerio donde un año, un mes y 11 días después daríamos revolucionaria sepultura a las víctimas del bombardeo de los aviones yankis con insignias cubanas. El 5 de marzo, por primera vez y de forma absolutamente espontánea, durante el sepelio de los obreros y combatientes vilmente asesinados, exclamé ¡Patria o Muerte! No se trataba de una frase: era una convicción profunda. Muchas investigaciones estaban por hacerse, pero en ese instante no tenía ya dudas de la intencionalidad de la mencionada masacre. El mercante venía saboteado desde que zarpó de puerto europeo y el sabotaje era obra de expertos. Dediqué la debida atención a las investigaciones requeridas. Necesitaba conocer si aquellas granadas, contenidas en las cajas donde se produjeron las explosiones, podían estallar por accidentes tales como la caída de una o algo similar. Para descartar esa posibilidad -que los especialistas previo estudio de los mecanismos de seguridad de las granadas habían desechado-, pedí que algunas cajas con granadas que venían en el barco fueran lanzadas desde mil metros de altura; observé las pruebas y ninguna granada estalló. Se indagaron todos los movimientos que aquel barco realizó y se hizo evidente que manos expertas realizaron aquel sabotaje, como parte del plan aprobado por la administración de Estados Unidos. Habíamos recibido una lección de lo que podía esperarse del imperialismo. No vacilamos en dirigirnos a los soviéticos, con los cuales no teníamos contradicción de principios. Se nos otorgaron los créditos pertinentes para adquirir aquellas armas. Desde que la URSS y otros países socialistas como la República Socialista de Checoslovaquia, la República Popular China y la República Popular Democrática de Corea comenzaron a suministrarnos armas, hasta hoy, más de mil barcos transportaron armas y municiones a Cuba sin que se produjera una explosión.

   Nuestros propios buques han trasladado durante decenas de años gran parte del armamento empleado por las fuerzas internacionalistas cubanas sin que ninguno estallara.       El discurso que pronuncié el 16 de abril de 1961, en las honras fúnebres de las víctimas del traidor bombardeo del amanecer del día anterior, estaba dirigido a los compañeros del Ejército Rebelde, a las Milicias Nacionales Revolucionarias y al pueblo de Cuba. Reproduzco párrafos textuales e ideas, sin las cuales sería imposible conocer la importancia y el ardor de la batalla que se libró:

“Es la segunda vez que nos reunimos en esta misma esquina. La primera fue cuando la explosión de La Coubre, que le costó la vida a casi un centenar de obreros y soldados”. “Desde el inicio del Gobierno Revolucionario el primer esfuerzo que realizaron los enemigos de la Revolución fue impedir que nuestro pueblo se armara”. “…ante el fracaso de los primeros pasos de tipo diplomático, acudieron al sabotaje […] para impedir que esas armas llegaran a nuestras manos…”   “Aquel brutal zarpazo costó la vida de numerosos obreros y soldados, […] teníamos derecho a pensar que los culpables del sabotaje eran los que estaban interesados en que nosotros no recibiéramos esas armas…”   “…a todos nosotros, a nuestro pueblo, le quedó la profunda convicción de que la mano que había preparado aquel hecho bárbaro y criminal, era la mano de los agentes secretos del gobierno de Estados Unidos”. “…para muchas personas en este país, y aun fuera, resultaba difícil creer que el gobierno de Estados Unidos fuese capaz de llegar a tanto; resultaba difícil creer que los dirigentes de un país fuesen capaces de llevar a la práctica procedimiento semejante […] todavía nosotros no habíamos podido adquirir la dura experiencia que hemos ido adquiriendo durante estos dos años y medio; todavía no conocíamos bien a nuestros enemigos; […] todavía no sabíamos lo que era la Agencia Central de Inteligencia del gobierno de Estados Unidos; todavía no habíamos tenido oportunidad de ir comprobando, día a día, sus actividades criminales contra nuestro pueblo y nuestra Revolución”. “…ya nuestro país venía sufriendo una serie de incursiones por parte de aviones piratas que un día lanzaban proclamas, otro día quemaban nuestras cañas, y otro día trataban de lanzar una bomba sobre uno de nuestros centrales azucareros”.  “…por el estallido de la bomba que iban a lanzar explotó el avión pirata con sus tripulantes, […] en aquella ocasión, no pudo el gobierno de Estados Unidos negar, como lo venía haciendo, que aquellos aviones salían de sus costas; […] ante la documentación ocupada intacta […] no pudo negar la realidad, […] se decidieron por pedirnos una excusa y darnos una explicación”.  “Sin embargo, los vuelos no se paralizaron […] y en una ocasión una de aquellas incursiones costó a nuestro país un saldo elevado de víctimas. Sin embargo, ninguno de aquellos hechos tenía el carácter de un ataque militar…”   “Nunca se había llevado a cabo una operación que revistiera todas las características de una operación de carácter netamente militar”. “…semanas atrás, una embarcación pirata penetró en el puerto de Santiago de Cuba, cañoneó la refinería que está allí instalada, y al mismo tiempo causó víctimas con sus disparos entre soldados y marinos que estaban destacados a la entrada de la bahía”.  “…una operación de ese tipo, con embarcaciones de aquella naturaleza, no podía llevarse a cabo si no era con barcos facilitados por los norteamericanos y abastecidos por los norteamericanos en algún lugar de la zona del Caribe”.  “…este continente sí había sabido lo que eran desembarcos de tropas extranjeras. Y lo había sabido en México, […] en Nicaragua, […] en Haití, […] en Santo Domingo […] y todos estos pueblos habían tenido oportunidad de saber lo que eran las intervenciones de la infantería de marina de Estados Unidos”. “…lo que ningún pueblo de este continente había tenido oportunidad de conocer era esa acción sistemática por parte de los servicios secretos del gobierno de Estados Unidos […] lo que nunca un pueblo de este continente había tenido que conocer era la lucha contra la Agencia Central de Inteligencia […] empeñada a toda costa, cumpliendo instrucciones de su gobierno, […] en destruir sistemáticamente el fruto del trabajo de un pueblo, en destruir sistemáticamente los recursos económicos, los establecimientos comerciales, las industrias, y lo que es peor: vidas valiosas de obreros, de campesinos y de ciudadanos laboriosos y honestos de este país”. “Pero con todo eso, ninguno de los hechos anteriores había revestido, como en el caso de ayer, una agresión de carácter típicamente militar. No se trató del vuelo de un avión pirata, no se trató de la incursión de un barco pirata: se trató nada menos que de un ataque simultáneo en tres ciudades distintas del país, a la misma hora, en un amanecer; se trató de una operación con todas las reglas de las operaciones militares. “Tres ataques simultáneos al amanecer, a la misma hora, en la ciudad de La Habana, en San Antonio de los Baños y en Santiago de Cuba […] llevados a cabo con aviones de bombardeo tipo B-26, con lanzamiento de bombas de alto poder destructivo, con lanzamiento de rockets y con ametrallamiento sobre tres puntos distintos del territorio nacional. Se trató de una operación con todas las características y todas las reglas de una operación militar.  “Fue, además, un ataque por sorpresa; fue un ataque similar a esos tipos de ataques con que los gobiernos vandálicos del nazismo y del fascismo acostumbraban a agredir a las naciones. […] Los ataques armados sobre los pueblos de Europa por las hordas hitlerianas fueron siempre ataques de este tipo: ataques sin previo aviso, ataques sin declaración de guerra, ataque artero, ataque traicionero, ataque por sorpresa. Y así fueron invadidos por sorpresa Polonia, Bélgica, Noruega, Francia, Holanda, Dinamarca, Yugoslavia y otros países de Europa”. Les recordé lo que habían hecho los militaristas japoneses con la base norteamericana de Pearl Harbor en diciembre de 1941:   “…no pretendemos con esto hacer comparaciones, -dije- porque cuando los japoneses luchaban contra los norteamericanos, era una pugna entre dos países imperialistas, una pugna entre dos países capitalistas, una pugna entre dos gobiernos explotadores, era una pugna entre dos gobiernos colonialistas, una pugna entre dos gobiernos que intentaban dominar los mercados, las materias primas y la economía de una parte considerable del mundo”. “Nos diferenciamos de Estados Unidos en que Estados Unidos es un país que explota a otros pueblos, en que Estados Unidos es un país que se ha apoderado de una gran parte de los recursos naturales del mundo, y que hace trabajar en beneficio de su casta de millonarios a decenas y decenas de millones de trabajadores en todo el mundo”. “¡Nosotros, con nuestra Revolución, no solo estamos erradicando la explotación de una nación por otra nación, sino también la explotación de unos hombres por otros hombres!”   “Estados Unidos constituye políticamente hoy un sistema de explotación de otras naciones por una nación, y un sistema de explotación del hombre por otros hombres.  “Por eso, la pugna entre Japón y Estados Unidos era una pugna entre sistemas similares; la pugna entre Estados Unidos y Cuba es una pugna de principios distintos, es decir, es una pugna entre los que carecen de todo principio humano y los que hemos enarbolado la defensa de los principios humanos”. “Sin embargo, ¡cómo sirven estos hechos para comprender!, ¡cómo sirven estos hechos para enseñarnos las realidades del mundo!, ¡cómo sirven estos hechos para educar a nuestro pueblo! Son caras las lecciones, son dolorosas las lecciones, son sangrientas las lecciones, pero ¡cómo aprenden los pueblos con esos hechos!, ¡cómo aprende nuestro pueblo!, ¡cómo se educa y cómo se crece nuestro pueblo!”   “…por algo somos en estos instantes uno de los pueblos que más ha aprendido, en menos tiempo, en la historia del mundo”.  “¡Qué difícil era saber lo que pasaba en el mundo cuando a nuestro país no llegaban más noticias que las noticias norteamericanas! ¡Cuánto engaño inculcarían en nosotros y de cuántas mentiras nos harían víctima! Si alguno le quedara alguna duda, si alguno en este país de buena fe -y no hablo de la miserable gusanera, hablo de hombres y mujeres capaces de pensar honradamente, aunque no pensaran como nosotros-, si alguno le quedara alguna duda, si alguno creyera que quedara un ápice de honra en la política yanki, si alguno creyera que quedara un ápice de moral en la política yanki, si alguno creyera que quedara un átomo de vergüenza o de honradez o de justicia en la política yanki…”   “Si alguno en este país, que ha tenido el privilegio de ver convertirse a todo un pueblo en un pueblo de héroes y en un pueblo de hombres dignos y valientes; si alguno en este país, cuyo cúmulo de mérito, de heroísmo y de sacrificio crece por día, tuviese o albergase todavía alguna duda; si aquellos que no pensaran como nosotros creen que enarbolan o defienden una bandera honrada, creen que enarbolan o defienden una bandera justa, y por creer eso son proyankis y son defensores del gobierno de Estados Unidos; si alguno de buena fe quedara en nuestro país de esos, sirvan estos hechos […] para que no les quede ya ninguna duda.  “En el día de ayer, como todo el mundo sabe, aviones de bombardeo divididos en tres grupos, a las 6:00 en punto de la mañana penetraron en el territorio nacional procedentes del extranjero y atacaron tres puntos del territorio nacional; en cada uno de esos puntos los hombres se defendieron heroicamente, en cada uno de esos puntos corrió la sangre valerosa de los defensores, en cada uno de esos puntos hubo miles y cuando no cientos y cientos de testigos de lo que allí ocurrió. Era, además, un hecho que se esperaba; era algo que todos los días se estaba esperando; era la culminación lógica de las quemas a los cañaverales, de los centenares de violaciones a nuestro espacio aéreo, de las incursiones aéreas piratas, de los ataques piratas a nuestras refinerías por embarcación que penetró en una madrugada; era la consecuencia de lo que todo el mundo sabe; era la consecuencia de los planes de agresión que se vienen fraguando por Estados Unidos en complicidad con gobiernos lacayos en América Central; era la consecuencia de las bases aéreas que todo el pueblo sabe y todo el mundo conoce, porque lo han publicado hasta los propios periódicos y agencias de noticias norteamericanas, y las propias agencias y los propios periódicos se han cansado de hablar de los ejércitos mercenarios que organizan, de los campos de aviación que tienen preparados, de los aviones que les había entregado el gobierno de Estados Unidos, de los instructores yankis, de las bases aéreas establecidas en territorio guatemalteco”. “¿Creen ustedes que el mundo iba a enterarse del ataque a Cuba, creen ustedes que el mundo iba a enterarse de lo ocurrido, creen ustedes o concibieron ustedes que fuese posible intentar apagar en el mundo el eco de las bombas y los rockets criminales que tiraron ayer en nuestra patria?, ¿que eso se le habría ocurrido a alguien en el mundo?, ¿que alguien pudiese tratar de engañar al mundo entero, tratar de ocultarle la verdad al mundo entero, tratar de estafar al mundo entero? Pues bien, en el día de ayer no solo atacaron nuestra tierra, en ataque artero y criminal preparado, y que todo el mundo sabía, y con aviones yankis, y con bombas yankis, y con armas yankis, y con mercenarios pagados por la Agencia Central de Inteligencia yanki; no solamente hicieron eso, y no solamente destruyeron bienes nacionales, y no solamente destruyeron vidas de jóvenes, muchos de los cuales no habían cumplido todavía ni los 20 años, sino que además, además, el gobierno de Estados Unidos ha intentado en el día de ayer estafar al mundo […] de la manera más cínica y más desvergonzada que pudo concebirse jamás”. “…lo que le dijeron al mundo, y lo que tal vez les han hecho creer a decenas y a decenas de millones de seres humanos, lo que publicaron ayer miles y miles de periódicos, lo que pronunciaron ayer miles y miles de estaciones de radio o de televisión, de lo que pasó en Cuba, de lo cual supo el mundo, o una gran parte del mundo, una parte considerable del mundo, a través de las agencias yankis”. “‘Miami, abril 15. UPI. Pilotos cubanos que escaparon de la fuerza aérea de Fidel Castro, aterrizaron hoy en Florida con bombarderos de la Segunda Guerra Mundial tras haber volado instalaciones militares cubanas para vengar la traición de un cobarde entre ellos. Uno de los bombarderos B-26 de la fuerza aérea de Cuba aterrizó en el aeropuerto internacional de Miami, acribillado por el fuego de artillería antiaérea y de ametralladoras, y con solo uno de sus dos motores en funcionamiento. Otro descendió en la estación aérea de la marina en Cayo Hueso; un tercer bombardero aterrizó en otro país extranjero […] Circulan versiones no confirmadas de que otro avión, otro aeroplano, se estrelló en el mar cerca de la isla Tortuga. De todos modos, la marina de Estados Unidos investiga el caso. Los pilotos que pidieron no se divulgaran su identidad descendieron de sus aviones vistiendo sus uniformes de maniobra, e inmediatamente solicitaron asilo en Estados Unidos’”. “…‘Edward Ahrens, director del Servicio de Inmigración de Miami, declaró que las solicitudes están a consideración. El aviador con bigotes que descendió en Miami expresó a los funcionarios de inmigración que él y otros tres pilotos de la fuerza aérea cubana tenían proyectado desde hacía meses escapar de la Cuba de Castro. Añadió que a causa de la traición de Galo fue que él y los otros dos resolvieron darle una lección con el bombardeo y ametrallamiento de las instalaciones de las bases aéreas en su camino hacia la libertad. Dijo que él había actuado sobre su propia base, la de San Antonio de los Baños, y que los otros pilotos atacaron otras. Este piloto se mostró dispuesto a conversar con los periodistas, pero inclinó la cabeza y se puso anteojos para el sol cuando los fotógrafos intentaron tomarle vistas. “‘Explicó que -óigase bien qué tamaña mentira y qué cosa tan absurda-, que él y los otros pilotos habían dejado familia en Cuba y temía represalia de Castro contra sus parientes.’ Es decir que afirman que se robaron los aviones, que desertaron y que no dicen sus nombres para que no sepan cómo se llaman los que se robaron los aviones y los que desertaron. Y eran pilotos de la fuerza aérea, dicen ellos”. “Cables de la AP:   “‘Miami, 15. AP -lo que le han dicho al mundo-, Miami 15, AP. Tres pilotos cubanos de bombarderos, temiendo ser traicionados en sus planes para escapar del gobierno de Fidel Castro, huyeron hoy a Estados Unidos después de ametrallar y bombardear los aeropuertos en Santiago y La Habana.  “‘Uno de los dos bombarderos bimotores, de la época de la Segunda Guerra Mundial, aterrizó en el aeropuerto internacional de Miami, con un teniente en los controles del avión. Refirió la forma en que él y otros tres de los 12 pilotos de aviones B-26, que son los que quedan en la fuerza aérea cubana, proyectaron durante meses huir de Cuba.  “‘El otro avión, con dos hombres a bordo, aterrizó en la estación aeronaval de Cayo Hueso. Los nombres de los pilotos fueron mantenidos en reserva. Las autoridades de inmigración pusieron en custodia a los cubanos y confiscaron los aviones’”. “‘…vean ustedes a qué grado de cinismo llegan, […] hasta qué punto son desvergonzados los funcionarios y dirigentes del imperialismo; […] llegan a inventar hasta en detalles una leyenda truculenta que no la cree ni el gato, creo que ni la 'gatica de María Ramos'. Dice el piloto   -vean la historia que entrega a la publicidad, para revestir toda la noticia con detalles, para hacer el truco completo, con todos los detalles, vean la historia que inventan-:   “‘Soy uno de los 12 pilotos de aviones B-26 que permanecí en la fuerza aérea de Castro después de la deserción de Díaz Lanz, exjefe de la fuerza aérea cubana, y de las purgas que siguieron. Tres de mis compañeros pilotos y yo habíamos proyectado, durante meses, la forma de poder escapar de la Cuba de Castro. Antier me enteré de que uno de los tres, el teniente Alvaro Galo -hasta un nombre, toman el nombre de uno de los aviadores de las FAR, ponen un nombre; ¡a qué extremo llegan de cinismo y de desfachatez!-, antier me enteré de que uno de los tres, el teniente Alvaro Galo, quien es piloto de avión B-26, número FAR-915 -resulta que el piloto, precisamente, está en Santiago, da la casualidad que está destacado en Santiago-, había estado conversando con un agente de Ramiro Valdés, el jefe del G-2. Alerté a los otros dos, y decidimos entonces que probablemente Álvaro Galo, quien siempre había actuado algo así como un cobarde, nos había traicionado. Decidimos entonces tomar una acción inmediata. Ayer por la mañana me destacaron a la patrulla de rutina desde mi base, San Antonio de los Baños, sobre una sección de Pinar del Río, y alrededor de Isla de Pinos. Les avisé a mis amigos en el Campo Libertad, y ellos estuvieron de acuerdo en que debíamos actuar. Uno de ellos debía volar hacia Santiago; el otro presentó como excusa que deseaba revisar su altímetro; ellos iban a despegar del Campo Libertad a las 6:00 -en el Campo Libertad no había ningún avión B-26, había aviones con desperfectos. Yo estuve en el aire a las 6:05; debido a la traición de Álvaro Galo, habíamos convenido en darle una lección, de modo que volé de regreso a San Antonio, donde su avión está estacionado e hice dos pases de acribillamiento sobre su avión, y sobre tres más estacionados cerca. Al retirarme fui tocado por fuego de armas cortas, y entonces adopté una acción evasiva. Mis camaradas ya habían salido con anterioridad para atacar campos aéreos que habíamos convenido que deberían atacarse. Luego, debido a estar bajo de gasolina, tuve que entrar a Miami, debido a que no podía llegar a nuestro destino, que ya habíamos convenido. Puede ser que ellos se hayan dirigido a ametrallar otros campos antes de retirarse, tales como la playa de Baracoa, donde Fidel guarda su helicóptero’. “Es decir que esto es lo que le han dicho al mundo. No solamente la UPI y la AP dan al mundo la noticia de que ‘aviones cubanos’, ‘que se fueron con los aviones y bombardearon’, sino que además distribuyen por el mundo esta historieta, ¿y qué creen ustedes que decenas de millones de personas han leído y han oído ayer en el mundo, publicado por miles y miles de periódicos distintos, estaciones de radio y televisión?, ¿qué creen ustedes que han dicho en Europa, en muchos sitios de América Latina, en muchas partes del mundo?   “No solamente han afirmado semejante cosa, sino que han hecho toda una historia completa, con detalles y nombres, de cómo fraguaron todo. En Hollywood nunca habían llegado a tanto”. “‘México D.F., 15. AP. El bombardeo de bases cubanas por aviones cubanos desertores fue acogido aquí con muestras de agrado por la mayor parte de los diarios, que se unieron con los grupos de cubanos exilados para decir que el bombardeo era el comienzo de un movimiento de liberación del comunismo. El gobierno guardó silencio, en tanto que grupos de estudiantes izquierdistas y comunistas apoyaron la declaración del embajador cubano, José Antonio Portuondo, de que los ataques aéreos fueron ataques cobardes y desesperados de los imperialistas. Entre los cubanos exilados se notaba gran actividad. Una fuente cubana comentó que el nuevo gobierno cubano en el exilio se trasladará a Cuba a poco de la primera ola de invasión contra el régimen cubano de Fidel Castro, para establecer un gobierno provisional, que se espera sea reconocido rápidamente por muchos países latinoamericanos anticastristas’”. “Ambas agencias dan a la publicidad la siguiente noticia:   “‘Una declaración entregada por el doctor Miró Cardona -esto es de AP y de UPI-: un heroico golpe en favor de la libertad cubana fue asestado esta mañana por cierto número de oficiales de la fuerza aérea cubana. Antes de volar con sus aviones a la libertad, estos verdaderos revolucionarios trataron de destruir el mayor número posible de aviones militares de Castro. El Consejo Revolucionario se enorgullece de anunciar que sus planes fueron realizados con éxito, y que el consejo ha tenido contacto con ellos y ha estimulado a esos valientes pilotos. Su acción es otro ejemplo de la desesperación que a los patriotas de todas las capas sociales pueden ser arrastradas bajo la implacable tiranía de Castro. Mientras Castro y sus partidarios tratan de convencer al mundo -oigan bien-, mientras Castro y sus partidarios tratan de convencer al mundo de que Cuba ha sido amenazada de invasión desde el extranjero, este golpe en favor de la libertad, como otros anteriores, fue asestado por cubanos residentes en Cuba que se decidieron a luchar contra la tiranía y la opresión o morir en el intento. Por razones de seguridad no se darán a conocer más detalles’. “Miró Cardona era precisamente el jefe del gobierno provisional que Estados Unidos tenía junto a un avión con las maletas listas para aterrizar en Playa Girón tan pronto la cabeza de playa estuviese asegurada”. “…no termina ahí; ahora vamos a acabar de desenmascarar a ese farsante que tiene el imperialismo allí en la ONU, y que posó de hombre ilustre, liberal, de izquierda, etcétera, etcétera, el señor Adlai Stevenson […]. Sigue la estafa, es decir que sigue la estafa al mundo: ya la UPI, la AP, han regado la historieta, miles de periódicos y ellos mismos lo publican, que los principales periódicos acogieron con agrado la noticia de la deserción de esos pilotos.

   “El cúmulo de mentiras no era todavía suficiente”.

   “‘El embajador norteamericano Adlai Stevenson rechazó las afirmaciones de Roa y reiteró la declaración del presidente John F. Kennedy de que bajo ninguna circunstancia -repito-, en ninguna circunstancia habrá intervención de las fuerzas armadas de Estados Unidos en Cuba. Stevenson mostró a la comisión fotografías de United Press International, que muestran dos aviones que aterrizaron hoy en Florida después de haber participado en la incursión contra tres ciudades cubanas’”. “‘Tiene la marca de la fuerza aérea de Castro en su cola -expresó, señalando una de ellas-; tiene la estrella y las iniciales cubanas; son claramente visibles. Con gusto exhibiré esta foto. Stevenson añadió que los dos aviones en cuestión estaban piloteados por oficiales de la fuerza aérea cubana, y tripulados por hombres que desertaron del régimen de Castro. Ningún personal de Estados Unidos participó en el incidente de hoy, y no fueron de Estados Unidos los aeroplanos -recalcó-, fueron aviones del propio Castro que despegaron de sus propios campos. “‘El ministro cubano dijo que 'las incursiones de esta madrugada indudablemente son el prólogo de una tentativa de invasión en gran escala, organizada, abastecida y financiada por Washington. El gobierno de Cuba, dijo Roa, acusa solemnemente al gobierno de Estados Unidos ante esta comisión y ante la opinión pública del mundo de intentar emplear la fuerza para zanjar sus diferencias con los estados miembros'’. “Aquí tenemos, como pocas veces ha tenido ningún pueblo, la oportunidad de conocer por dentro, y por fuera, y por los costados, y por abajo, y por arriba, qué es el imperialismo; […] cómo funciona todo su aparato financiero, publicitario, político, mercenario, cuerpos secretos, funcionarios, que con tanta tranquilidad, que de manera tan inaudita estafan al mundo”. “Es decir que organizan el ataque, preparan el ataque, entrenan a los mercenarios, les entregan aviones, les entregan bombas, preparan los aeropuertos, lo sabe todo el mundo, ocurre el ataque, y afirman, tranquilamente, ante ese mundo - ¡un mundo que saben se levantaría indignado ante una violación tan monstruosa, tan cobarde, […] de los derechos de los pueblos, y de la paz!   “Y estos miserables imperialistas, después de sembrar el luto en más de media docena de hogares, después de asesinar a un puñado de jóvenes, que no eran millonarios, ¡porque esos que hemos venido a enterrar no son millonarios parasitarios, no son mercenarios vendidos al oro de ningún extranjero, no son ladrones, son hijos entrañables de nuestro pueblo!; jóvenes obreros, hijos de familias humildes, que no le roban a nadie, que no explotan a nadie, que no viven del sudor, ni del trabajo de nadie, y que tienen derecho a la vida más que los millonarios, ¡y que tienen derecho a la vida, más que los parásitos! […] Porque no viven del trabajo de los demás, como los millonarios yankis; no viven del oro extranjero, como los mercenarios, gusanos vendidos al imperialismo; no viven del vicio, no viven del robo; y tienen derecho a que se respete su vida, ¡y ningún miserable millonario imperialista tiene derecho a mandar aviones, ni bombas, ni cohetes, para destruir esas vidas jóvenes y queridas de la patria!”   “…los que estén de acuerdo con semejante crimen, los que estén de acuerdo con semejante salvajada, los que se venden miserablemente y apoyan las actividades de esos criminales, los que conspiran contra la patria, en la calle, en las iglesias, en las escuelas, en dondequiera, ¡merecen que la Revolución los trate como se merecen!”   “El imperialismo proyecta el crimen, organiza el crimen, arma a los criminales, entrena a los criminales, paga a los criminales, vienen los criminales y asesinan a siete hijos de obreros, aterrizan tranquilamente en Estados Unidos, y, aun cuando el mundo entero sabía sus andanzas, declaran entonces que eran pilotos cubanos, preparan la historieta truculenta y novelesca, la riegan por todo el mundo, la publican en todos los periódicos, estaciones de radio y televisión…”   “¿Queda algún cubano honesto que no comprenda?, ¿queda algún cubano honesto que lo dude? […] que vayan allí y comprueben por sí mismo si hay una sola verdad en lo que han dicho; que comprueben allí cómo reaccionarios, imperialistas y clero farsante engañan y estafan al mundo, cómo engañan y estafan a los pueblos, y cómo es hora de que los pueblos se sacudan de la explotación, del engaño y de la estafa de los imperialistas y de cuanto farsante hay en el mundo, ¡cueste lo que cueste zafarse de ese yugo!”   “…concibo que el señor presidente de Estados Unidos tenga aunque sea un átomo de pudor, y si el señor presidente de Estados Unidos tiene un átomo de pudor, el Gobierno Revolucionario de Cuba lo emplaza ante el mundo […] ¡a que presente ante las Naciones Unidas los pilotos y los aviones que dice que salieron del territorio nacional!”   “…Cuba demandará ante las Naciones Unidas que sean presentados allí los aviones y los pilotos que dicen desertaron de la fuerza aérea…”   “…¿por qué no los presentan? Naturalmente que el señor Presidente de Estados Unidos tendría derecho a que no lo llamaran mentiroso. […] ¿quiere el señor Presidente de Estados Unidos que nadie tenga derecho a llamarlo mentiroso?, ¡presente ante las Naciones Unidas los dos pilotos…!”   “…si el Presidente de Estados Unidos no presenta ante las Naciones Unidas esos pilotos, para demostrar […] que esos pilotos estaban aquí y desertaron de aquí, entonces no solo el Gobierno Revolucionario cubano, sino todo el mundo, tendrá derecho a llamarlo ¡mentiroso!”   “…al gobierno imperialista de Estados Unidos no le quedará más remedio que confesar que los aviones eran suyos, que las bombas eran suyas, que las balas eran suyas, que los mercenarios fueron organizados, entrenados y pagados por él, que las bases estaban en Guatemala, y que de allí partieron a atacar nuestro territorio, y que los que no fueron derribados fueron allí a salvarse en las costas de Estados Unidos donde han recibido albergue”. “… ¿cómo puede el gobierno de Estados Unidos mantener esa mentira?”   “…no estamos en la época de la diligencia, estamos en la época del radio, y las verdades de un país se pueden llevar muy lejos”. “…lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es que estemos aquí, lo que no pueden perdonarnos es la dignidad, la entereza, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba”. “…lo que no pueden perdonarnos, […] es que hayamos hecho una Revolución socialista…”   “¡Y que esa Revolución socialista la defendemos con esos fusiles!; ¡y que esa Revolución socialista la defendemos con el valor con que ayer nuestros artilleros antiaéreos acribillaron a balazos a los aviones agresores!”   “…esa Revolución no la defendemos con mercenarios; esa Revolución la defendemos con los hombres y las mujeres del pueblo”. “… ¿Acaso las armas las tiene el mercenario? ¿Acaso las armas las tiene el millonario? Porque mercenario y millonario son la misma cosa. ¿Acaso las armas las tienen los hijitos de los ricos? ¿Acaso las armas las tienen los mayorales? ¿Quién tiene las armas? ¿Qué manos son esas que levantan esas armas? […] ¿Son manos de ricos? ¿Son manos de explotadores? ¿Qué manos son esas que levantan esas armas? ¿No son manos obreras? ¿No son manos campesinas? ¿No son manos endurecidas por el trabajo? ¿No son manos creadoras? ¿No son manos humildes del pueblo? ¿Y cuál es la mayoría del pueblo?, ¿los millonarios o los obreros?, ¿los explotadores o los explotados?, ¿los privilegiados o los humildes?..”. “Compañeros obreros y campesinos, esta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes. Y por esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, estamos dispuestos a dar la vida. “Obreros y campesinos, hombres y mujeres humildes de la patria ¿juran defender hasta la última gota de sangre esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes?   “Compañeros obreros y campesinos de la patria, el ataque de ayer fue el preludio de la agresión de los mercenarios, el ataque de ayer que costó siete vidas heroicas, tuvo el propósito de destruir nuestros aviones en tierra, mas fracasaron, solo destruyeron tres aviones, y el grueso de los aviones enemigos fue averiado o abatido. Aquí, frente a la tumba de los compañeros caídos; aquí, junto a los restos de los jóvenes heroicos, hijos de obreros e hijos de familias humildes, reafirmemos nuestra decisión, de que al igual que ellos pusieron su pecho a las balas, al igual que ellos dieron su vida, vengan cuando vengan los mercenarios, todos nosotros, orgullosos de nuestra Revolución, orgullosos de defender esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, no vacilaremos, frente a quienes sean, en defenderla hasta nuestra última gota de sangre”. El final de aquel discurso fue, sin duda, una encendida arenga de respuestas y preguntas revolucionarias. Al final, di vivas a la clase obrera, a los campesinos, a los humildes, a la Revolución Socialista, a los mártires de la Patria, y finalicé con “¡Patria o Muerte!” que se hizo habitual desde que dimos sepultura a los caídos hacía más de un año en la explosión de La Coubre. Lo que nadie sabía es que, mientras yo hablaba ya casi de noche y próximo a finalizar el discurso, un compañero de la escolta se acercó a mí y me comunicó que el enemigo estaba desembarcando por las proximidades de la bahía de Cabañas, al Oeste de La Habana. El desembarco era absolutamente lógico y esperado, después del ataque para destruir nuestra pequeña fuerza aérea al amanecer del día anterior. Hice entonces lo que nunca hice antes al finalizar un discurso. Después de la habitual frase de ¡Patria o Muerte! continué hablando brevemente. En realidad procedí a darle instrucciones a los combatientes. Tras los aplausos finales, dije textualmente: “Al combate... Vamos a cantar el Himno Nacional, compañeros”. (Los presentes entonan el Himno Nacional). “Compañeros, todas las unidades deben dirigirse hacia la sede de sus respectivos batallones, en vista de la movilización ordenada para mantener el país en estado de alerta ante la inminencia que se deduce de todos los hechos de las últimas semanas y del cobarde ataque de ayer, de la agresión de los mercenarios. Marchemos a las Casas de los Milicianos, formemos los batallones y dispongámonos a salirle al frente al enemigo, con el Himno Nacional, con las estrofas del himno patriótico, con el grito de ‘al combate’, con la convicción de que ‘morir por la patria es vivir’ y que ‘en cadenas vivir es vivir en afrentas y oprobios sumidos’. “Marchemos a nuestros respectivos batallones y allí esperen órdenes, compañeros”. Después del acto me trasladé al “Punto Uno”, nombre en clave del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, para conocer la situación. No se había producido desembarco alguno, era un simulacro instrumentado por la Marina de Estados Unidos. Se revisó la situación y se dieron instrucciones. Después, me retiré alrededor de las 12 de la noche. Persuadido de que el enemigo estaba a punto de actuar, decidí ganar unas horas al sueño. Roxana Rodríguez, fallecida hace unos días, esposa del entonces director del Plan de Desarrollo de la Ciénaga de Zapata, Abraham Maciques, testimonió que ella llamó a Celia para comunicarle que el teniente Antelo Fernández, jefe de la unidad militar de Jagüey Grande, le había informado de un desembarco por Playa Larga, y se escuchaban fuertes disparos de ametralladoras y cañonazos en aquel punto. En una nota transmitida por Celia al “Punto Uno”, afirma que tuvo comunicación con el Central Australia y pudo comprobar que estaban atacando Playa Girón y Playa Larga. La nota del Puesto de Mando señala las 03:29 del 17 de abril de 1961. Revisando mis propias palabras en el programa televisivo Universidad Popular, es decir, tres días después de la victoria, hablé de las 03:15 como la hora en que recibí la noticia. Celia realmente no perdía un minuto ante cualquier situación. Desde ese momento ocurrieron acontecimientos difíciles de creer. Sobre ellos escribo una síntesis a partir de la cual se podría indagar la historia detallada y objetiva de los hechos que alguien con tiempo, salud y energía suficiente, podría reconstruir. Lo importante es la esencia, que nunca debe ser alterada. Los detalles son de especial significación para los historiadores más rigurosos. En este caso, mi interés se relaciona con el deseo de que nuestra juventud tenga acceso a los acontecimientos ocurridos en aquellos años decisivos, que conozca la contienda en la que sus antecesores arriesgaron su existencia por la Revolución y por la inmensa riqueza cultural que hoy poseen nuestros jóvenes, y a los cuales corresponde seguir defendiéndola.  “¡Patria es humanidad!”   Como expliqué al programa Universidad Popular “…me comunican y le comunican a los demás compañeros que se estaba combatiendo en Playa Girón y Playa Larga, donde el enemigo había desembarcado…”. “Mandamos a comprobar, a ratificar. En estas cosas siempre hay que tener la seguridad, porque luego llegan las noticias de que hay barcos por tal punto, hay barcos por otro punto […] el hecho es que ya, de una manera cierta, total, y con los primeros heridos de los combates, llega la noticia de que una fuerza invasora está cañoneando fuertemente con bazucas, con cañones sin retroceso, y con ametralladoras 50 y con cañones de barcos. Están atacando a Playa Girón y Playa Larga en la Ciénaga de Zapata. Ya no había la menor duda de que efectivamente estaba produciéndose un desembarco por aquel punto, y que aquel desembarco venía fuertemente apoyado por armas pesadas”.  “Las microondas de Playa Girón y Playa Larga estuvieron comunicando el resultado del ataque […] hasta el mismo momento en que como consecuencia del ataque mismo dejaron de funcionar […] y de tres a cuatro de la mañana ya no hay más noticias de Playa Larga y de Playa Girón”. “La península de Zapata tiene estas características: este pedazo de tierra firme a la orilla de la costa […] tierra firme rocosa y de monte […] Pero por el norte de este pedazo de tierra firme hay una zona de ciénaga absolutamente intransitable”. “Antes no existía la menor comunicación […] un ferrocarril de vía estrecha era la única comunicación que tenían los campesinos en esa zona”. “Había doscientos maestros en la zona de la Ciénaga de Zapata, alfabetizando, en el momento que se produce la invasión”. “Era uno de los lugares pilotos de la Campaña de Alfabetización. Todos estos pueblos -Jagüey Grande, Covadonga, Australia-, […] no tenían acceso al mar, eran ciénaga exclusivamente. Ahora toda esa gente tiene playa. A Playa Larga y Playa Girón van miles de personas los domingos, aún cuando no están terminadas”. “Hay […] trescientos hijos de campesinos de la ciénaga que están en La Habana estudiando cerámica, curtido de pieles, mecánica, carpintería”. “Se había convertido la Ciénaga de Zapata en un lugar de los más concurridos y de los más visitados”. En julio de 1976 comenté al cineasta de la televisión sueca, Gaetano Pagano:   “Ellos desembarcaron por un lugar donde podían sostenerse un tiempo, porque era un lugar muy difícil de recuperar, puesto que las carreteras de acceso tienen que atravesar varios kilómetros de ciénaga, intransitable, se convertía en una especie de Paso de las Termópilas”. La costa de Playa Larga, que pretendían ocupar los mercenarios, está ubicada a una distancia de 29 kilómetros del pequeño central Australia. De Playa Larga a Girón, por carretera muy próxima al mar, son 39 kilómetros, para un total de 68 kilómetros entre Australia y Playa Girón. Al Norte de Girón, a 11 kilómetros, está Cayo Ramona, que no está rodeado de mar; es un espacio de tierra firme rodeado de ciénaga. A 14 kilómetros de Girón, está San Blas; a 30 kilómetros, está Covadonga; 36 kilómetros hacia el nordeste se encuentra Horquita; y a 44 kilómetros, Yaguaramas. En la Sierra Maestra yo no tenía escolta de seguridad, ni la necesitaba. Marchaba con la tropa y cuando me movía de un punto a otro era acompañado por personas que me ayudaban en diversas tareas. Los responsables de armas, servicios de salud, abastecimientos y transporte, se movían en sus respectivas tareas, hasta el final de la guerra. Celia se ocupaba de la logística del pequeño grupo que me acompañaba, y de los combatientes de la Columna 1. Cuando el colapso de la tiranía, me movía hacia la capital con una fuerza de la Columna 1 y los tanques, la artillería y dos mil soldados de las tropas élites -derrotadas en la contraofensiva y la ofensiva rebelde ya narradas en los textos correspondientes-, se unieron a nosotros, que curábamos a los soldados heridos en combate y respetábamos a los prisioneros sin una sola excepción. Los llevaba conmigo porque la situación en la Capital no estaba todavía bien definida. Camilo y Che recibieron instrucciones de avanzar rápidamente por la Carretera Central y ocupar el Campamento de Columbia y la Cabaña, respectivamente. Tuve entonces, por primera vez, una escolta de combatientes seleccionados por Raúl de las fuerzas del Segundo Frente Oriental Frank País. Fueron excelentes, y me acompañaron durante más de dos años. Luego marcharon a otras tareas importantes de la Revolución. La seguridad pasó a ser tarea del Ministerio del Interior, bajo la dirección del compañero Ramiro Valdés y sus asesores. Ramiro fue combatiente del Moncada, del Granma, e invasor junto al Che. Nunca objeté a ninguna de las personas escogidas. Eran, como norma, jóvenes procedentes de humildes familias campesinas y obreras de conocidas ideas de izquierda. Como se sabe, en nuestro país había un caos ideológico sembrado por los yankis, que dominaban más por la mentira y la ignorancia que por la fuerza. Los nuevos compañeros de la escolta recibían cursos rápidos de entrenamiento para su tarea y eran, por lo general, valientes y decididos, pero no tenían experiencia combativa alguna. Eso no me preocupaba mucho. Me importaban sobre todo las cualidades personales de cada uno de ellos. Entre otras cosas, que manejaran bien las armas y los carros. Todos teníamos muchas cosas que aprender. Les voy a contar lo que uno de ellos textualmente dijo, y consta por escrito en un testimonio suyo, sobre lo ocurrido la madrugada del 17 de abril cuando llegó la noticia del desembarco:

“Yo estaba de guardia en el pasillo frente a la escalera y recuerdo que cerca de la madrugada comenzó un movimiento anormal en el piso. De pronto el Comandante se levantó y empezó a pedir llamadas telefónicas a distintos jefes militares. Mientras se comunicaban, daba constantes paseos de un lado al otro y decía: ‘Ya desembarcaron y por donde me lo suponía. Pero no importa: ¡Vamos a aplastarlos!’ […] ‘¡Vámonos!’ Yo pensé: ¡Ahora sí se jodió esto, los americanos están desembarcando y este hombre se ha vuelto loco! Salimos rápido para el Punto Uno”. Bienvenido estaba realmente asustado ese día. En el “Punto Uno” estaban reunidos, en la madrugada del 17 de abril, el comandante Sergio del Valle Jiménez, jefe del Estado Mayor; el capitán Flavio Bravo Pardo; los jefes de sectores de la defensa de La Habana: comandante Filiberto Olivera Moya, capitán Emilio Aragonés Navarro, capitán Osmany Cienfuegos Gorriarán, capitán Rogelio Acevedo González, el capitán Raúl Curbelo Morales, que sería nombrado jefe de la Fuerza Aérea Revolucionaria, y el capitán Sidroc Ramos Palacios, entre otros. Ya me comunicaba con distintos jefes. Debo señalar que durante la batalla de Girón taquígrafos de primera calidad se turnaron en el “Punto Uno” anotando con asombrosa precisión cada conversación que yo sostenía con los diversos Puntos, y también las del Puesto de Mando Central con cualquier jefe de la zona de operaciones. Aquí transcribo muchas de esas comunicaciones que marcan el desarrollo de la batalla con el mínimo de explicaciones, que elaboro solo cuando resultan imprescindible. Si algo no está claro lo complemento; muchas veces suprimo palabras gruesas y solo las transcribo cuando sirven para ofrecer una idea del ardor que experimentábamos.

NOTAS Y ÓRDENES EMITIDAS DESDE EL PUNTO UNO:   “03:30 horas. El Comandante Sergio Del Valle (comandante del Ejército Rebelde y jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias) le comunica a la Escuela de Responsables de Milicias de Matanzas que se encuentren listos como para salir de operaciones inclusive hasta los camiones. “03:35 hrs. El Comandante Fidel Castro le comunica al capitán (del Ejército Rebelde) Osmany Cienfuegos Gorriarán que tenga listos a todos los batallones de su sector en los camiones para salir de operaciones. “03:36 hrs. Confirmado desembarco en Playa Larga. El batallón 339 de Milicias - que está en el central Australia- que avance hasta Playa Larga urgentemente. El batallón de Milicias de Matanzas que avance urgentemente hacia Jovellanos”. El batallón 339 de Cienfuegos debía estar posesionado en Girón y Playa Larga, de acuerdo a instrucciones que yo personalmente transmití con tiempo suficiente antes del desembarco enemigo. En un testimonio emitido hace muchos años, el 17 de marzo de 1986, 24 años después, Abraham Maciques, director del Plan de Desarrollo de la Península de la Ciénaga de Zapata, afirmó: “Una semana antes del desembarco, el Comandante estuvo en la zona de Girón. Recorrió el malecón, aeropuerto, las obras turísticas, en compañía del comandante Guillermo García y otros oficiales. Comentó que si el fuera a realizar un desembarco lo haría por esta zona, porque tenía dos accesos de salida y otras condiciones. Dio instrucciones de que pusieran ametralladoras cuatro bocas en el aeropuerto y una ametralladora calibre 50 en el tanque de agua de Girón. Mandó mil fusiles checos M-52 para las milicias. Le indicó al comandante Juan Almeida que trasladara al batallón 339 de Cienfuegos hacia esa zona. Estas orientaciones no se concretaron porque a los pocos días vino la invasión”. Almeida envió el batallón. Por alguna confusión, el batallón tenía un pelotón en Playa Larga. De haber estado desplegado en Girón y Playa Larga, y no en el central Australia, a 68 y 29 kilómetros respectivamente, las consecuencias habrían sido considerables para los invasores que ya estaban navegando hacia tales puntos.   La instrucción que di a las 03:36 de la madrugada, para que esa unidad se moviera en horas de la noche para apoyar a los hombres que resistían en Playa Larga, era lo que debía hacerse. Dar esa instrucción en pleno día, cuando los paracaidistas enemigos habían sido lanzados, no hubiera sido correcto. Fue alrededor de las 6 y 30 de la mañana, es decir 3 horas después, cuando el enemigo lanzó el batallón de paracaidistas para ocupar las vías de acceso a través de la ciénaga. Como era lógico, los B-26 enemigos, entre los cuales estaban los pilotos batistianos que tantas bombas lanzaron sobre nosotros en la Sierra Maestra, les dieron apoyo aéreo a los paracaidistas que descendieron sobre Pálpite, donde no podían llegar a esa hora las antiaéreas que debían participar en el contraataque. Esta es una importante observación para comprender los acontecimientos ulteriores.  “03:55 hrs. Se le informe al Comandante Jefe FAR (Fuerza Aérea Revolucionaria) mantenga listos dos Sea Fury y un B-26 con toda su carga lista. Julio. (capitán Flavio Bravo Pardo). “04:06 hrs. Ordena Fidel al Jefe FAR tener los aviones listos, organizar dos escuadrillas dos Sea Fury y un B-26. “04:45 hrs. Ordena Fidel a Silva (capitán del Ejército Rebelde y piloto de combate Luis Alfonso Silva Tablada) de Base San Antonio de los Baños cumplir misión. Dos Sea Fury y dos B-26; un chorro (avión T-33 de retropropulsión a chorro de fabricación norteamericana), debe estar listo a despegar para defender la Base. Silva a los otros aviones con cohetes y metralla, atacar cabeza de playa en Playa Larga y Punta Perdiz […] Despegar a las 05:20 horas, atacar primero barcos y después regresar a La Habana para informar. Chorro listo para defender la base, también las antiaéreas […] Hay también en Punta Perdiz (muy próximo a Girón), pero interesa más ahora Playa Larga”. La base aérea de San Antonio de los Baños está a 149 kilómetros y 600 metros de Playa Larga, y a 176 kilómetros y 800 metros de Playa Girón; era cuestión de minutos. “04:48 hrs. Mover otro batallón para Matanzas, importante ocupar todos los puentes por La Habana y Matanzas y dejar cuatro (batallones) de reserva en Kukine. “05:10 hrs. Llamada del Comandante Fidel a Silva, en Base de San Antonio de los Baños para ratificar orden anterior, es la siguiente: Se asegura que han tomado Playa Girón y no Playa Larga como se había informado, avanzan fuerzas considerables de enemigos, éste se encuentra situado a la entrada de la Bahía de Cochinos, hacia el este, allí se encuentra un pueblo construido por nosotros (Girón), hay también un campo de aviación y pista. Silva, imagina una herradura con su centro hacia el norte, dos puntas hacia el sur; mirar el extremo sur derecho, más o menos por allí está ese punto: Girón, tienes que observar si hay aviones en el aeropuerto, si hay tírales, y si no atacar a los barcos si están en aguas jurisdiccionales, primer objetivo avión, segundo barcos, observa si hay movimiento de camiones muy cerca de Girón, cualquier camión que tú veas entre Girón y Playa Larga, 2 kilómetros partiendo de Girón a Playa Larga, todo lo que esté en ese término, ataca. Así que los objetivos a seguir son los siguientes:

“Primer objetivo: atacar con todo al aeropuerto, si hay allí aviones. “Segundo objetivo: atacar a los barcos.

   “Tercer objetivo: observar si hay movimientos de camiones muy cerca de Girón, si es positivo, atacarlo también, así como al personal. “Si se ven maniobras de barcos y personal meterle a los barcos y después a la gente. Coger por sureste a Bahía de Cochinos, el avión debe partir a las 05:20 horas”. (Es decir, antes del amanecer)   “05:45 hrs. Comandante Del Valle efectuó llamada a Base San Antonio al comandante Raúl Guerra Bermejo, Maro (jefe de la Fuerza Aérea Revolucionaria), para informar que se ha mandado para allá al Ministro Curbelo para tratar el asunto del aire, que se coordinen entre tú y él, ya que él está por encima, comprendiendo civil y militar”. “A las 05:50 horas del 17. Avisados Olivera y Acevedo por orden del comandante Del Valle para movilizar a todo el personal sin utilizar radio y lo tenga todo preparado para recibir órdenes. Se le informó del desembarco y como está ocurriendo. Por teniente Crabb. “Todo listo en Managua esperando órdenes de Fidel”. “06:00 hrs. Fidel llama a San Antonio de los Baños investigando si no le habían informado de que había tres B-26 listos. Tengan listos los B-26 y el chorro con cohetes y bombas, esto para cuando regresen los demás, y que haya uno siempre vigilando la Base, que si tienen comunicación con los aviones, y a la vez que nos den informe. En veinticinco minutos están sobre el objetivo. “06:30 hrs. Interesa Fidel a las FAR para saber sobre los aviones listos para atacar, que vaya el Jefe FAR al mando del Sea Fury y un chorro para atacar a Playa Larga, y más atrás un B-26, al llegar los que salieron anteriormente que informen enseguida y que preparen y salgan de inmediato. Cumplir esas órdenes inmediatamente. “06:33 hrs. Se le informa a la Base de San Antonio comunique a nuestros aviones que al volar sobre Australia informen anteriormente, porque hay orden de disparar. “06:34 hrs. Curbelo de la FAR le comunica a Fidel que sobre las prisiones de Isla de Pinos vuelan aviones enemigos. Los aviones nuestros hicieron fuego contra los barcos en Playa Larga. Meterle a los barcos y a la playa, a Playa Larga, un Sea Fury y un B-26. El compañero Leyva va de jefe de la escuadrilla. Ir, descargar y regresar”. “A las 06:35 horas. Orden de Fidel: Antitanque hacia Aguada de Pasajeros dos baterías. Las que salieron a Matanzas que sigan hacia Aguada. Dos baterías antitanques más hacia Matanzas. “06:40 hrs. Ordena Fidel el chorro que esté listo, hay aviones que se dirigen hacia esa, también preparar las antiaéreas, el chorro que esté listo, otro avión para defender la Base. El Sea Fury que salga hacia el objetivo y el chorro mantenerlo en el aire o en la pista, listo para atacar, la artillería (antiaérea) lista a repeler la agresión conjuntamente con el avión”. “A las 06:46. Salió otra escuadrilla hacia allá. (Girón). “A las 06:46. Isla de Pinos: cuatro aviones enemigos atacaron Isla de Pinos y se le está haciendo fuego”. “07:20 hrs. Silva informa a Fidel: ¿Qué hiciste? Rompiste. ¿Y al barco no le han tirado? ¿Y al barco no lo atacaron? ¿Y el Sea Fury al barco? ¿Lo hundieron? ¿Sobre Girón qué hiciste? A una lancha, no la hundiste. Los viste nadando. Vuelvan otra vez y métanle mano, sí, sí. ¿Y qué le hicieron? Vuelvan otra vez a Playa Girón, ataquen el barco y húndanlo, tírenle a los de Girón que los otros fueron para Playa Larga. Vuelvan ustedes para Playa Girón y hundan todos los barcos que hay allí. “07:25 hrs. Comandante Del Valle solicita a Curbelo: Fidel pregunta si regresaron los Sea Fury. Oye, dime, sí, sí, sí, dime, está bien, que estén atentos a esos aviones también, los demás que ataquen a Girón y no podemos dejar que se escapen esos barcos, muy bien, muy bien”. “08:08 hrs. A Pepín Álvarez Bravo. (José A. Álvarez Bravo, jefe de Artillería Antiaérea) ¿Cuántas baterías te quedan? ¿Y en los almacenes? Moviliza las seis baterías y deja una de guardia, que vamos a resistir. Tú al mando de las baterías. No, tienes que irlas moviendo para apoyar la artillería y los tanques. La bronca es de artillería y de tanques. Bien, ¡Patria o Muerte!   “08:13 hrs. ¿Quién habla? Llame a Almeida o a Angelito. (Ángel Martínez ex teniente coronel del Ejército Republicano Español y asesor militar del comandante Almeida en el Ejército del Centro) ¿Angelito? Deben mandar algunas fuerzas por Juraguá, hacia Jovellanos. Que avance hacia Jovellanos, para que vaya avanzando a lo largo de la costa. ¡Muy bien! ¿Ellos?, ¿Desde dónde? Pero, ¿por dónde pueden avanzar, por dónde? ¿Han avanzado? Bueno, salgan a combatir a esos paracaidistas aislados, que esos están condenados a morir; ¡los paracaidistas de Horquita están condenados a morir! Empleen contra ellos la fuerza que tienen de milicianos”. Era la primera noticia que recibía sobre el lanzamiento de paracaidistas enemigos. “¿Almeida? Avanzar algunas fuerzas por Jovellanos, para que combatan en la costa. Filiberto (Comandante del Ejército Rebelde Filiberto Olivera Moya) va a avanzar por Girón, y el batallón que tú mandaste con Tomassevich (Comandante del Ejército Rebelde Raúl Menéndez Tomassevich, jefe del Estado Mayor del Ejército del Centro). Entonces, esa gente debe avanzar hacia Girón, desde Juraguá. Que sea una compañía que vaya avanzando, y que no deje escapar al enemigo”. “08:20 hrs. A Del Valle (personalmente). Ordena a Pedrito Miret que movilice por lo menos doce cañones de los 122 mm con personal de estudiantes universitarios en dirección al central Australia, para irlos emplazando a lo largo de la costa. “Hay que preparar la defensa antiaérea. Dos Sea Fury en la pista antiaérea, para defender el aire contra los B-26. Que estén listos para mañana. Estos aviones llegan esta tarde, rápido, estos deben darle protección a las fuerzas nuestras. Hoy vamos a hundir barcos, mañana vamos a tumbar aviones”. “08:21 El Che llama a Fidel (desde Pinar del Río): ¿Qué hay? ¿De qué tipo de morteros, Che? ¿De qué morteros? Ese personal lo estamos entrenando en Baracoa, ¿quieres que te lo mandemos? Bueno, yo voy a hablar con esta gente para que te lo manden, y voy a hablar con Universo para que te mande personal de Pinar del Río para allá. OK. ¿Para dónde te lo mando? Bueno, eso hay que conseguirlo por ahí. […] yo lo mando para Artemisa […] los mejores, pero eso no es fácil, conseguir transporte ahora, porque están con la batería. Bueno. Se está combatiendo ya de verdad. ¡Venceremos!. “A las 08:22 horas. A Universo Sánchez que el personal de Pinar del Río de baterías antitanques, y Toranzo (capitán del Ejército Rebelde Mario Toranzo Ricardo) envíe morteros 120 al Che. “08:23 horas. A Universo Sánchez. Che tiene seis baterías de cañones sin personal. Yo recomiendo que tú, del personal mejor instruido de Pinar del Río, lo mandes para allá […] Los cañones están allá. Ellos saben mucho ya, por lo menos, si no saben mucho saben algo”. “08:26 hrs. A Curbelo – FAR. […] vamos a tumbar aviones, pero hoy vamos a hundir barcos. ¡Hundan barcos! ¡Hunde barcos, coño, tienes que hundir muchos barcos! ¡Para el carajo, fuego con ellos!” Continúo dando instrucciones a ese ritmo desde las 03:30 horas. “08:42 hrs. A Osmany. (Personalmente). A Kico (capitán del Ejército Rebelde Enrique González) que mande repuestos de balas para tanques y repuestos para los tanques. “08:45 hrs. A Osmany. (Personalmente). La orden a Curbelo es destruir los barcos, ¡destruir los barcos!   “08:46 hrs. A Osmany. Vamos a contar. Uno Filiberto, dos Jovellanos, son tres, uno en Matanzas, cuatro. ¿Cuántos nos quedan en La Habana? (Osmany informa que quedan treinta y cuatro batallones). Yo mandaría cuatro más: uno a Jagüey Grande. ¿Tú sabes por qué? Porque eso lo vamos a utilizar por la mañana, para copar. Pero eso no importa, que lleguen a las doce de la noche a Jagüey, cuatro batallones ligeros; dos ligeros y dos pesados. Sí, porque vamos a tomarlo todo. “08:47 hrs. A Aragonés. (Personalmente). Gordo: a las 6:00 de la mañana está limpio todo esto. Yo conozco bien todo eso; a las 6:00 de la mañana está limpio todo. Nosotros vamos a meterle de noche; ¡y con todo!   “08:48 hrs. A Raúl Castro (en Oriente). Hasta ahora creo que estás fuera de la fiesta, pero debes estar atento. ¿Cómo? Hasta ahora han desembarcado por el sur. No te puedo dar detalles, no debo dar detalles, pero estén ustedes alerta por la Sierra y por todo eso, pero creo que los han concentrado por aquí, ¿sabes? Bien, ¡buena suerte! Hasta luego. “08:53 hrs. Solicita el Comandante Del Valle comunicación con el Comandante Curbelo, dice Del Valle que la misión nuestra es concentrar el ataque a los barcos en Playa Larga y Cayo (Playa) Girón. “08:58 hrs. A Curbelo. FAR. Dime. ¿Cómo anda todo? Sí. ¿Qué pasa? Sí. ¿Y el piloto?; ¿dónde fue? Sí. Y sobre los barcos enemigos, ¿qué? Sí. ¿No han hundido ninguno? Bien. Hay que mantener la moral. ¿Han derribado algún avión de ellos? Bueno, Sea Fury, ¿cuántos nos quedan ahora? Dime. Bueno, hay que seguir la pelea. Los chorros, ¿han ido ya? Aquí, ¿qué? ¿Y los chorros? ¿Se ha ametrallado?, ¿las han ametrallado? ¿No se han retirado las embarcaciones? ¡Tienen que seguirle tirando, con todo lo que tengan! ¡Sí, hay que vengar al compañero que tumbaron!, ¡hay que vengarlo, compañero! ¡Utilicen los chorros para tumbar los B-26 de ellos! Bueno, pues sí van a tener balas. Hasta luego, compañero”. El valiente capitán del Ejército Rebelde, Luís Alfonso Silva Tablada, piloto de combate con el que hablé a las  4 y 45 a.m. había sido derribado.  A las 09:09 horas logré establecer comunicación con el central Covadonga. “Al central Covadonga. ‘Dígame, sí. Mire, compañero, (Gonzalo Rodríguez Mantilla, Chele) dígale a ese compañero que no se puede retirar de ahí. Dígame. Bien, dígame una cosa: ¿en Aguada de Pasajeros hay tropas? No importa, son los aviones nuestros bombardeando. Los aviones nuestros están bombardeando incesantemente al enemigo. Bueno, mire: no se retiren, que ya van las cosas para allá compañero, pero han avanzado y esto roba tiempo. Ya deben estar más allá de Aguada. Llamen a Aguada de Pasajeros, que yo voy a llamar para que manden para allá los refuerzos. ¡Resistan ahí valientemente compañeros! ¡Muy bien! ¡Patria o Muerte!’”. “09:13 hrs. A Del Valle. (Personalmente). (Alguien informa que Cedeño, del Ministerio de Transportes ha ordenado paralizar todo el transporte). Dile que no, que no cumpla esa orden mientras no sea necesario”. “09:20 hrs. Informa de la FAR al Comandante Del Valle de que dos B-26 enemigos vienen persiguiendo a un chorro nuestro. Ya despegó otro chorro para ayudar. “09:25 hrs. A Curbelo. FAR San Antonio. Oye, Curbelo, hace falta ver si se dispone de un avión chorro, para proteger las tropas nuestras sobre la carretera del central Australia a Soplillar. Sí, ¿puedes disponer de un chorro? Bueno, cuando baje dale órdenes y comunicarle que salga a proteger las tropas nuestras, por lo menos durante media hora; entre el central Australia y Soplillar, donde hay un B-26 jodiendo mucho, para proteger un chorro el avance nuestro, a ver si dentro de veinticinco minutos puede estar allá. Yo voy a comunicarme con Fernández. Tan pronto regrese, a ver si le da el apoyo. No, entre Australia y Soplillar. Bien. “09:28 hrs. A Fernández–Australia. De treinta a cuarenta minutos tardará en estar ahí un chorro protegiendo esa carretera […]”. “09:30 hrs. A Del Valle (personalmente) Da orden de acuartelamiento a todas las perseguidoras, esta noche, para ir a donde hagan falta. (Del Valle pregunta si debe haber alguna por aquí). No, no hace falta”. “09:31 hrs. A Curbelo FAR. Curbelo: ¿Les podrás brindar esa protección? ¿Hacia esa dirección? ¿Va a protegernos, no? Sí. De protegerlos entre Australia y Soplillar. Bien, yo voy a avisar allá. ¿En qué tiempo estará allí, veinte minutos? Muy bien. Y los dos que venían persiguiendo al Sea Fury ¡Muy bien!” Sobre la protección aérea, vuelvo al mismo asunto a las 09:40 y a las 09:42 horas. “09:50 hrs. (Del Valle informa que el piloto Carreras ha hundido un barco y averiado otro, que está hundiéndose, y abatió un B-26, que se retiró con un ala envuelta en llamas. Regresó para recargarse y continuar el ataque contra el barco semihundido). Pregunta en Matanzas si los tanques pasaron ya por allí. La batería antiaérea, que debe estar en Matanzas debe acompañar a los tanques hasta Jovellanos”. “10:00 hrs. A Curbelo. FAR. Curbelo: Fernández no me ha informado. Tú tienes que explicarle bien al piloto que es la carretera que va del central Australia a Playa Larga, la del central Australia a Playa Larga, que es donde tienen que prestar protección los chorros, pero no tienen que llegar hasta Playa Larga, sino hasta Pálpite. Cuando uno regrese, que el otro salga, debes explicárselo bien: protección aérea a eso. Sí, más o menos, para la tropa nuestra que va a avanzar por ahí. Australia a Playa Larga, ¿hasta Cayo Ramona? ¿Qué? Sí. Bien, mantener la protección sobre la carretera, que es importante, y mantener el ataque sobre los barcos. Y, siempre alertas, porque ellos mañana van a tratar de golpear ahí. Mantener la protección sobre la carretera todo el tiempo que sea necesario. Yo te aviso. Bien, muy bien. “13:02 hrs. De Fidel Castro al comandante Raúl Castro en Oriente:   “Oye, Miró Cardona insiste en que ha habido un desembarco por Oriente. Sí, oye, no importa. Cualquier cosa que se produzca, tienen que usar mucho antitanque, por si vienen algunos tanques. Los antitanques todos listos, para que lleguen rápidamente. No sabemos; cuando capturemos al primero te lo comunicamos. Un paracaidista muerto, pero no te apures, no te preocupes. Óyeme, Raúl: mucha antiaérea en el aeropuerto… Vamos a volver a preguntar, pero tienen que estar al llegar. Hay otra cosa: si se forma mañana algo por ahí, nosotros podemos mandarte ya, probablemente, la aviación. La aviación ha actuado perfecto (…) No puedo precisar, pero no hay que preocuparse. ¿Cómo? Sí, porque ellos insisten mucho, pero ellos tiraron sus paracaidistas y todo por acá, hicieron un esfuerzo por apoderarse de esto. Yo creo que el esfuerzo principal lo hicieron por ahí, por Zapata. No se puede precisar, pero metieron muchos paracaidistas; creo que todo lo que tenían. Muy alertas por ahí. Raúl: mucho tanque y mucha antiaérea. Apoya a la gente con la antiaérea. Después te mandarán, pero mucha antiaérea. Yo voy a averiguar lo de los 400, cuándo salieron y por dónde. ¿A dónde? Yo no sé, pero voy a averiguar. Mucha antiaérea y proteger a la gente, que ellos vienen con aviones. Bien”. Adopto en el “Punto Uno” más de 50 órdenes y medidas antes de partir para la zona de operaciones.

Testimonio de José Ramón Fernández:   “Eran aproximadamente las 02:40 horas de la madrugada del día 17 de abril. No tenía ninguna noticia de la invasión, es decir, del desembarco mercenario, y él fue quien me dijo que se estaba produciendo un desembarco en la región de la Ciénaga de Zapata”. “Me ordenó que sin perder un minuto me trasladara para Matanzas, y al frente de la Escuela de Responsables de Milicias, de la que también era jefe, me dirigiera a combatir la invasión”. “‘Coge un carro y sal a toda velocidad’. “Me demoré un poco en salir, porque estaba buscando mapas de la región -había estado en la Ciénaga una sola vez con el Comandante, no había pasado nunca por ahí, ni antes ni después, sino un día que regresábamos del Escambray- y el almacén de los mapas estaba cerrado. […] Como a la media hora volvió a llamar el Comandante: ‘¿Pero todavía estás ahí? ¿Todavía no han salido?’ Bueno, no recuerdo si tumbamos una puerta, conseguí el mapa e inmediatamente salí para Matanzas. Al llamarme también me indicó que no me ocupara de avisar a Matanzas para levantar la Escuela, que él iba a encargarse de dar las órdenes para que estuviera movilizada. Efectivamente, cuando llegué allí, ya la Escuela estaba levantada. “Apenas entré a esa instalación -que es donde hoy está la jefatura del Ejército Central- en la posta me dijeron: ‘El Comandante lo está llamando’. Fui allí, hablé con él de nuevo y me reiteró moverme hacia Jagüey Grande. Me preguntó qué ruta iba a seguir. No sabía bien los caminos y al buscar en el mapa vi por dónde se podía entrar hasta Jagüey”. “…salí con la intención de entrar por Colón, en definitiva entré por Perico-Agramonte. Al llegar a Jovellanos, en la carretera estaba el capitán del Ejército Rebelde José A. Borot García y dos o tres compañeros más. Me hicieron señas para que parara, y casi milagrosamente paré. Entonces les dije: ‘Por favor, les ruego que no me interrumpan, voy lleno y apurado’ […] Entonces me dicen: ‘No, no, es que el Comandante lo está llamando’. El cuartel de Jovellanos está ahí mismo, a la entrada del pueblo. Fui allí, subí, me comuniqué con el Comandante de nuevo. Me indicó ir al edificio de la administración del central Australia -donde había un teléfono que al descolgarlo comunicaba con el Punto Uno-, que siguiera derecho para allá y en cuanto llegara me comunicara con él. Llegué a Jagüey a las siete y pico de la mañana”. “Entonces, había demorado dos horas y pico desde Matanzas por la Carretera Central que era la mejor vía en aquella época”. “…alrededor de las 08:00 horas, estaba el administrador del central. Me dirigí allí y pregunté:   “- ¿Dónde está el teléfono aquí?   “Efectivamente, descolgué, hablé con el Comandante de nuevo, quien me indicó no alejarme del teléfono y esclarecer bien cuál era la situación y que me informara de lo que sucedía. “Esta es la primera llamada que recibo del Comandante en el central Australia, después, a lo largo del día, no puedo decir cuántas llamadas más recibí, fueron muchas”. “La gente se empezó a amontonar […] se reunieron como ciento y pico o doscientos hombres allí pidiendo que les dieran armas para ir a combatir”. “Al recibir la información sobre el desembarco, el jefe del batallón 339, capitán del Ejército Rebelde Ramón Cordero, que se encontraba en su unidad en los alrededores del central Australia, envió fuerzas de su primera y segunda compañías a enfrentar al enemigo entre Pálpite y Playa Larga, donde lo combatió en condiciones desventajosas: el adversario estaba mejor armado, más organizado, mucho mejor entrenado y posicionado en una situación favorable para la defensa. En ese fuerte encuentro con los agresores, cayeron varios milicianos y se dispersó prácticamente esa parte de la fuerza del batallón. Poco después, antes del amanecer, el resto de las unidades del 339 avanzaron también en esta ocasión bajo el mando directo de su jefe de batallón y combatieron en condiciones muy desfavorables”. “Me dijo que tomara a Pálpite con la gente mía. Yo estaba con el mapa y le decía: ‘Comandante, no encuentro ningún Pálpite en el mapa’. De ahí salió una larga discusión: ‘Yo no lo encuentro, aquí no está Pálpite’. ‘Bueno, busca Pálpite, tiene que estar por ahí’. Entonces, el mapa estaba equivocado, decía ‘Párrite’ -por ahí están los mapas militares de la edición del año cincuenta y tanto-, en lugar de Pálpite, dice Párrite, y yo continuaba buscando en el mapa. Le digo: ‘Mire, veo un lugar aquí que se llama Párrite, que está entre tal punto y tal punto’, me responde: ‘Ese mismo es, no es Párrite, es Pálpite, toma a Pálpite.’   “Fidel me llamó de nuevo y me dijo que llegaba un batallón. Ese fue el 219-223 de la zona de Colón, al mando del capitán Roberto Benítez Lores. “Se trataba de personal de batallones que no estaban todavía completamente constituidos ni bien organizados, pero aquellos hombres daban muestras de una alta moral, aunque ninguno de ellos había realizado prácticas de tiro y solo portaban fusiles M-52 con veinte cartuchos cada uno. Les di la misión de que trataran de ocupar el pobladito de Pálpite”. En este caso debe haberse producido alguna confusión en los recuerdos de Fernández; él hizo esa narración el 17 de abril de 1988, es decir, 27 años después de aquel acontecimiento. En más de un centenar de anotaciones de los taquígrafos que registraron mis llamadas y órdenes, en ninguna de las que elaboré ese día, menciono ese Batallón de la zona de Colón. La primera unidad que ordené moverse ese día fue una fuerza formada con oficiales de la Columna 1 de la Sierra Maestra al mando de Harold Ferrer, con 600 hombres equipados con FAL, y acompañada de una compañía de tanques y su jefe López Cuba, que atacaron Playa Larga aquella noche. Yo personalmente le dí instrucciones a esa fuerza en Pálpite. La Escuela de Responsables de Milicias de Matanzas, con su jefe José Ramón Fernández, fue enviada a combatir contra la invasión, precisamente, por ser una de las unidades más entrenadas y por su proximidad al punto escogido por el enemigo para desembarcar. Continúa el testimonio de José Ramón Fernández:   “Allí un ataque de la aviación enemiga le causó seis muertos y lo hizo retroceder. (Se refiere al batallón que llegó de Colón) Ordené que avanzaran de nuevo y aseguraran la carretera, en especial las alcantarillas”. “Después, el batallón 227 procedente de Unión de Reyes, y bajo el mando del capitán del Ejército Rebelde Orlando Pérez Díaz, se presentó en Australia. Le encomendé la misión de tomar a Pálpite, donde llegó después de la Escuela de Responsables de Milicias pues avanzó a pie y el personal de la Escuela fue en vehículos”. Esta fue otra de las unidades constituidas por valerosos combatientes como los de Colón, que se movieron hacia el central Australia sin conocimiento mío ni del Puesto de Mando Central. Una prueba irrebatible del patriotismo de nuestro pueblo. Excepto la escuela de Responsables de Milicias ubicada en Matanzas, todas las unidades de infantería, tanques, artillería antiaérea y terrestre fueron enviadas desde La Habana, ya que como Capital del país poseía las mayores y más experimentadas fuerzas para combatir una Brigada de asalto, bien entrenada y armada por Estados Unidos, apoyada con fuerzas navales y aéreas. Considero importante estos datos porque nos ayudan a comprender las circunstancias en que se libró la histórica batalla. Continúa el relato de Fernández:   “Como a las 09:00 de la mañana llegó el batallón de la Escuela de Responsables de Milicias. No los dejé apearse de los camiones. Me subí en el techo de un camión, allí mismo, se acercaron y les hablé. Les planteé tomar a Pálpite, y después enviar una compañía y tomar a Soplillar, unos 6 ó 7 kilómetros al este de Pálpite, bloquearía la pista de aviación que allí existía y aseguraría el lugar”. “Cuando llegó el mensaje de que habían tomado a Pálpite, llamé al Comandante y me preguntó:   “-¿Tomaste a Pálpite, la gente tuya está en Pálpite, estás seguro?   “-Seguro, Comandante. “-¡Ya ganamos!” Cuenta Fernández que exclamé y, aunque no consta en los apuntes taquigráficos de mis comunicaciones, tal conclusión no era imposible, ya que una cabeza de playa del otro lado de la ciénaga, a 25 kilómetros del central Australia, estaba en nuestras manos. Lo había dicho una vez: “ya ganamos la guerra”, cuando quedábamos muy pocos de los combatientes del Granma, y vi la impresionante montaña boscosa del Pico Caracas a 1 200 metros de altura, el teatro de operaciones que estábamos buscando. Pero en Girón, la realidad es que ese día, a esa hora, todo estaba todavía por hacer. Y Fernández concluye la narración afirmando:   “Por eso Fidel, un mes después, en el discurso de graduación en la Escuela de Milicias, al hacer alusión a los muertos que había tenido la Escuela convertida en batallón de combate, expresó: ‘… esta unidad, cuyos integrantes no se graduaron de responsables de milicias, se graduaron de héroes eternos de la patria’”.

Testimonio de Raúl Curbelo Morales:   “Pienso que el caso mío es el de otros tantos compañeros. A pesar de que yo no tenía conocimientos sobre la aviación ocupé esa responsabilidad. En momentos cruciales Fidel, por razones de su instinto y de su sentido de la guerra, quería tener en San Antonio alguien que entendiera las órdenes que él daba. Tuve la suerte de que soy de Cienfuegos. Antes del triunfo de la Revolución, yo había ido a caballo por Yaguaramas, y conocía toda esa zona hasta Girón. Esa fue una suerte tremenda, porque si el desembarco se produce por Mariel o Bahía Honda, zonas que no conocía, hubiera tenido dificultades para dirigir las acciones militares. Fidel se conocía los caminos y toda la zona donde se produjo el desembarco, porque la Revolución había hecho las carreteras, los terraplenes, se lo conocía todo aquello de memoria y cada vez que él me decía un punto yo podía contestarle, cuando me daba instrucciones de que la aviación actuara en cualquier punto de los que él me indicaba, yo cumplía. “Fidel me hizo muchas llamadas al puesto de mando de la base de San Antonio. Yo me instalé en la torre de control y allí recibía las órdenes. “El comandante Raúl Guerra Bermejo, Maro, era el jefe de la Fuerza Aérea, él era comandante y yo capitán”. “Recuerdo que yo le dije a Maro: ‘Yo no conozco de las condiciones de tierra aquí, yo no sé dónde está el armamento, ni conozco el manejo de la preparación de los aviones para el combate, así que tú te ocupas de la tierra que yo me voy a ir para la torre de control, para dirigir allá arriba con los pilotos las instrucciones que reciba del Comandante en Jefe’.  “Y Maro, con un entusiasmo, un valor y una decisión sin reserva ninguna, jugó un papel importantísimo allí con todo el personal de retaguardia. Maro tuvo relaciones muy buenas conmigo”. “Hay un factor que fue decisivo y donde se demuestra el arte para la cuestión militar que tiene el Comandante en Jefe”. “Mi versión era atacar las tropas en tierra. Fidel me respondió: ‘No, hay que atacar a los barcos. ¡A los barcos!’. “En aquel momento no lo entendí, logré entenderlo más adelante cuando realicé estudios militares. En la lucha contra un desembarco marítimo, lo primero que hay que inutilizar son los medios navales que están produciendo el desembarco. Eso lo hizo él como si hubiera estudiado en las grandes academias militares, por esa intuición propia de Fidel, porque su guerra en la Sierra Maestra no tenía que ver con barcos, ni acciones de este tipo. Quizás en sus lecturas sobre la Primera y Segunda Guerra Mundial, las grandes campañas militares de los romanos, y otros teóricos militares le dieron esos conocimientos históricos de las grandes batallas. “Él me reiteró: ‘Hay que hundir a los barcos.’ Ahí fue donde yo le dije: ‘Mire, Comandante, casualmente tengo cerca de mí a Carreras. Si usted quiere se lo pongo.’   “Me responde: ‘¡Pónmelo!’ Y fue cuando él le pidió a Carreras: ‘¡Húndanme los barcos! ¡A los barcos, Carreras!’ Fue ese el momento. Poco después Carreras despegó en su avión y más tarde tuvimos la noticia de que le metió los rockets al Houston primero y luego al Río Escondido”. Estas fueron las palabras sinceras de Raúl Curbelo. Por el heroísmo y la belleza de la narración de la hazaña que llevó a cabo este piloto, debo incluir en esta Reflexión lo que contó el General Enrique Carrera Rolas a la Editorial Letras Cubanas en 1979, y la importancia que tuvo preservar los pocos aviones de combate de que disponíamos.

Testimonio del General Enrique Carrera Rolas:   “El Comandante en Jefe nos visitaba mucho en la base aérea de San Antonio. Hablaba con los técnicos y los pilotos. “En esas conversaciones nos dijo: ‘Miren, esos aviones destartalados que ustedes vuelan, deben dislocarlos y no tenerlos aglomerados, de manera que si se produce un ataque aéreo, el enemigo destruya los aparatos dados de baja. Pónganlos distantes uno de otros con el fin de confundirlos y preservar nuestras máquinas. Estoy seguro de que nos atacarán. Muévanse antes de que vengan’. Así ocurrió. “Estaba cubriendo mi turno de guardia en el avión cuando me comunican que el Comandante en Jefe quiere hablar conmigo. “‘Carreras, en Playa Girón se está llevando a cabo un desembarco. Despeguen y lleguen allá al amanecer. Hundan los barcos que transportan las tropas y no los dejen ir’. “Llegó la orden de despegar a las cinco de la mañana. Cuando me dijeron que se trataba de un desembarco pensé que se referían a algún yate u otro buque más grande que estaba dejando gente por la costa. No podía imaginar ni remotamente que iba a vérmelas con el espectáculo que me esperaba sobre la Bahía de Cochinos y Playa Girón. Sólo teníamos tres aparatos en activo al llegar el momento del despegue: dos Sea Fury y un B-26 mal artillado. Me elevé el primero como jefe de cuadrilla. Me seguían Bourzac (Gustavo Bourzac Millar) y Silva, (Luis Silva Tablada) que le habían jugado una mala pasada a Lagas (Jaques Lagas, piloto chileno). Veinte minutos más tarde volábamos sobre el objetivo. Lo que vi seis mil pies debajo de mí, en la primera ojeada que lancé, me hizo creer que soñaba o que ante mis ojos proyectaban algún documental o película de la Segunda Guerra Mundial. Pensé que lo que estaba viendo era como un remedo del desembarco en Normandía, en pequeña escala. Cerca de la costa, en Playa Girón, había por lo menos entre siete y ocho embarcaciones grandes y un número indeterminado de lanchones y lanchas de desembarco en pleno ajetreo. Observé que un barco de transporte enorme navegaba hacia el interior de la Bahía de Cochinos, seguido por una fragata de guerra, que viene a ser la unidad naval que sucede en importancia al destroyer. “Decidí por la libre, en segundos. Y escogí la primera presa: el buque que se dirigía a Playa Larga. Di instrucciones en clave por radio a mis compañeros y me lancé el primero al ataque. Desde la altura entre cinco mil y siete mil pies descendimos en picada hacia el Houston, un transporte tipo Liberty, de ocho mil toneladas, era nuestro objetivo, repleto de tropas y suministros bélicos. A mil quinientos pies afiné la puntería y le disparé mi carga de cuatro cohetes. Algo raro me daba vueltas por dentro. Me parecía que estaba envuelto por una neblina. Solamente tenía experiencias en contadas prácticas de tiro aéreo y no sabía lo que era una guerra. “Ya habíamos sido avistados por el enemigo, y el fuego antiaéreo que se desató contra nosotros era una cosa de locura. Docenas de baterías -ametralladoras y cañones- vomitaban metralla hacia arriba. Era un espectáculo impresionante ver el espacio iluminado por las luces de las trazadoras y las explosiones de los proyectiles. “Les puedo asegurar que lo que ensayamos fue una acción kamikaze, como los pilotos suicidas japoneses. “Hice funcionar el mecanismo para disparar los cohetes y seguí con la mirada la ruta que tomaban. Confieso que me llenó de sorpresa verlos hacer blanco en la popa del Houston. El buque comenzó a humear y comprobé que su piloto, en urgente maniobra, lo dirigía hacia la orilla para encallarlo. Bourzac y Silva también dispararon sus cohetes contra el Houston logrando impactos francos en el mismo. La fragata de guerra que lo escoltaba, comprendiendo que el barco estaba perdido, pues ya hacia agua, comenzó a zigzaguear y viró en redondo para ganar la boca de la bahía y unirse a la flotilla frente a Playa Girón. “Hice dos pases más sobre el objetivo descargando todo el parque de mis ametralladoras. Después retorné a la base. “Cuando descendí de la cabina, estaba todo excitado. Hasta cierto punto me había parecido todo tan fácil -apretar botones y ver la estructura de un barco deshacerse como si fuera de papel- que quería contarle a todo el mundo lo ocurrido. Curbelo me llamó a Operaciones y rendí informe. Después me dijeron que casi no entendían lo que yo decía al principio, pues comencé confundiendo los rumbos y haciéndome un amasijo en las explicaciones. Hasta que me serené un poco, y pude coordinar un parte decente. “Ya el Comandante Castro estaba complacido. Le habíamos dedicado el primer barco. “No sé qué tiempo demoraron en alistar mi aparato nuevamente. Combustible, municiones. Los mecánicos y la gente de armamento volaban. Hicieron las cosas en un tercio del tiempo normal, calculo yo, y me lancé al aire de nuevo, cargando esta vez ocho cohetes de cinco pulgadas. Me dirigí a Playa Girón. Desde lo alto pude ver al Houston, cerca de Playa Larga encallado, como un gran pez herido de muerte. Frente a Playa Girón divisé un barco todavía más grande que el Houston. Era el Río Escondido, que, según me enteré posteriormente, era uno de los que traía más personal y equipo para los mercenarios. A bordo llevaban la planta emisora con que esos canallas pensaban arengar al pueblo de Cuba una vez instalada en tierra. Además, camiones, piezas de repuesto para aviones -en sus planes estaba lograr una base aérea en la pista de Playa Girón y operar desde allí con su aviación-, combustible para éstos y mucho parque. El Río Escondido se hallaba a unas tres millas al sur de la costa. “Los cohetes de mi Sea Fury partieron en busca del enorme barco como unos relámpagos humeantes. ¡Tocado! Lo alcanzaron en el mismísimo centro. Más tiempo tardo yo en contarlo que lo que demoró el Río Escondido en estallar como un triquitraque, envuelto en llamas. “Cuando estaba gozando del espectáculo todavía novedoso para mí, me percaté de que un B-26 se me acercaba. Pensé que era el avión de Silva, pero inmediatamente me di cuenta de que no teníamos ningún B-26 volando en esos momentos. El engaño era casi perfecto, pues lo único distinto que en el aparato distinguí fueron unas franjas azules en las alas. Aparte de eso, tenía los colores, la bandera cubana y la insignia de la FAR exactamente igual que nuestras naves. Hice un giro, aprovechando la velocidad de mi ‘Furioso’, superior a la del bombardero enemigo, y logré situarme en su cola. Era una ‘doce en punto’ perfecta. (Los pilotos usaban ese lenguaje para definir la posición de adversarios en el aire).

   “A pesar de mi ventajosa posición, el B-26 logró abrirme fuego primero con la ametralladora de cola. Contesté con una ráfaga larga de mi calibre 50, tocándolo en uno de los motores. Le vi perder altura, despidiendo humo y descender hacia los barcos de guerra que navegaban abajo como buscando protección. Al fin cayó al mar junto a uno de los buques. “No sé si fueron los disparos del B-26 o las descargas de las baterías antiaéreas de los barcos, pero comprendí que me habían tocado en el motor. El Sea Fury fallaba. A pesar de ello hice varios pases sobre los barcos hasta agotar las municiones. Después me dirigí a la base. Al hacer plataforma, el aparato no respondió bien. Apenas le cayeron encima los mecánicos, me dieron la explicación. Dos proyectiles me habían averiado uno de los cilindros, percance bastante serio. “Pero todos los que estábamos allí sabíamos que era más peligroso tripular cualquiera de aquellos aviones que enfrentarse al enemigo en un duelo a tiros. “Muy a mi pesar, tuve que someterme a un receso obligado. La reparación tomaba tiempo y ya no podría volver a volar ese día. “Pero estaba contentísimo: un saldo a mi favor de dos barcos grandes y un avión enemigo. “Pensé que Fidel Castro tenía que sentirse complacido. Carreras no le había fallado”. Los pilotos en un día pusieron fuera de combate, solo en el “Houston”, un batallón completo de mercenarios que no pudo combatir, y le causaron a los invasores numerosas bajas en el “Río Escondido”; su flota completa estaba en fuga. Calculo que disponíamos apenas la mitad de los aviones de combate del enemigo.

Raúl Curbelo lo explica:   “Carreras atacó a los barcos. Primero averió y encalló al Houston, regresó a la base y volvió a Bahía de Cochinos, atacó al Río Escondido y lo hundió. Era el principal porque traía combustible y gran cantidad de municiones de reserva, que era importantísimo para los objetivos que se proponían los mercenarios.  “Considero que ese fue el momento clave, después vienen otros momentos, que definen la derrota en setenta y dos horas, porque se hundió un barco y se inutilizó el otro con un batallón completo dentro, se destruyeron barcazas que estaban en proceso de desembarco, y otros barcos más, uno que era El Atlántico, al ver el barco hundido y que el otro estaba inutilizado, se separaron de tierra, porque estaban aproximadamente a unas tres millas de la costa”.

Testimonio de Harold Ferrer Martínez:   “Cuando se produjo el ataque a los aeropuertos, cerca de las 02:00 horas, el Comandante en Jefe me llamó a Cojímar y me hizo algunas preguntas sobre los hombres que tenía allí, el armamento y los medios de transporte; nos dijo que estuviéramos listos para salir, porque probablemente tuviéramos que entrar en acción. Pero sin dar detalles. “El día 17 de abril Celia me llamó a Cojímar, me comunicó la noticia del desembarco por Girón y el Comandante me dio la orden de estar listos para partir por la mañana, me dejó instrucciones de salir y esperar en Matanzas. “Yo había salido a buscar unos medios de transporte. “El Comandante en Jefe en 1959, había reunido a un grupo de oficiales del Ejército Rebelde y nos había preguntado que quiénes estábamos en disposición de ir para Minas del Frío a cumplir una misión. En el grupo estaban los oficiales del Ejército Rebelde Leopoldo Cintra Fría, Polo, los hermanos Sotomayor, los Pardo, el capitán Gaspar Camejo, Hugo del Río y otros compañeros. “La idea era contar con compañeros con preparación para dirigir miles de soldados del Ejército Rebelde, darle un adiestramiento y subir once veces el pico Turquino, con el objetivo de preparar las nuevas columnas para rechazar cualquier agresión del exterior. “De ahí es donde sale esta columna que él mismo le pone el nombre: José Martí. Personalmente, él se encargó de darle los primeros transportes y armamentos que llegaron de la Unión Soviética, las misiones que debía llevar cada soldado. Se formaron las dos columnas: la de artillería al mando de Polo, y la de infantería bajo mi mando. Yo fui para la Base Granma donde tuvimos un curso de adiestramiento, de allí salimos unos días para el campamento de Managua y después nos trasladamos para Cojímar. “Eran cuatro compañías de Infantería, una compañía de baterías de morteros, una compañía de ametralladoras y los lanzallamas que estaban en el INRA, que se nos subordinaban, eran unos seiscientos hombres. No tenía la organización de batallón, sino de columna, no llegaba a un batallón”. “Estuvimos atrincherados en Casablanca y después nos ubicaron en Cojímar que era mi ubicación permanente”. “Cuando se produjo la invasión nos dijo que estuviéramos listos para salir y esperar en Matanzas. En esta ciudad nos dio órdenes de esperar en el cuartel de Jovellanos a donde llegamos en horas de la tarde. “Allí nos dio la misión de trasladarnos hasta la Laguna del Tesoro y desde allí atacar junto con los tanques, con el apoyo de la artillería, las posiciones que tenían los mercenarios que habían ocupado la carretera desde Pálpite a Playa Larga”. “Fidel nos dio detalles de las características de la zona cenagosa, de difícil acceso por una sola carretera con pantanos y vegetación en ambos lados. Nos alertó de que era una misión difícil, pero sería histórica porque había que desalojar al enemigo de sus posiciones. “La Columna 1 estaba formada por unos seiscientos hombres, y se le subordinaban dos compañías de bazuqueros y lanzallamas que teníamos en el INRA. “Mientras recibía las órdenes de Fidel, le ordené a un jefe que dislocara a la Columna cerca de la Carretera Central, pero hubo una confusión y parte de la artillería siguió hacia Colón. Traté de avisarle para que regresaran y no me quedó más remedio que informarle al Comandante lo que había sucedido; me dijo que él se encargaba de localizar al resto del personal y enviarlo hacia la zona de las acciones”. Ya desde la tarde me encuentro en la zona de operaciones y envío una orden manuscrita al capitán  Fernández:   “Fernández:

   “He decidido enviar los otros doce obuses y apoyarlos con dos baterías de ametralladoras múltiples y además una batería de cañón antiaéreo, pues considero de suma importancia abrir un barraje infernal. Procura disparar con el mayor número de obuses posible en barreras. “Fidel. C Australia. Abril 17,61,   “7 p.m”.

Testimonio de José R. Fernández Álvarez:

“Estando Fidel allí, que permaneció hasta la noche, o hasta bien avanzada la tarde, porque ya en la noche fue para Pálpite, llegó la artillería antiaérea, llegaron medios de artillería y llegaron tanques. Fidel había seguido la estrategia de mover estas fuerzas, que son fácilmente identificables desde el aire, y que no tienen buena defensa antiaérea, como son la artillería y los tanques, en movimientos hasta Jovellanos, concentrarlos en Jovellanos, y durante la noche moverlos hacia las zonas de las acciones combativas. Pero después algunas de esas unidades se movieron de día, aunque había como regla general la estrategia de moverlas de noche. Lo cierto es que ya oscureciendo Fidel nos autorizó a trasladarnos a Pálpite, organizar el ataque a Playa Larga y tuvimos protección de artillería antiaérea. Movimos cinco tanques, cuatro baterías de obuses de 122 mm; dos ó tres baterías de cañones de 85 mm y una batería de morteros de 120 mm”.

Testimonio del escolta Bienvenido Pérez Salazar (Chicho):   “Él estuvo un tiempo allí en Australia y entonces dejó a Augusto Martínez de jefe de operaciones. (El segundo jefe era el comandante médico Oscar Fernández Mell, jefe de Sanidad Militar). Con la misma arrancan los carros rumbo a la ciénaga, y yo viro a buscar a Santiago Castro, pero no aparecía, se quedó dormido al lado del carro tirado en la hierba. Nunca había visto una guerra, ni mucho menos, yo estaba un poco emocionado con aquello, y Santiago Castro estaba tan tranquilo, como si no hubiera guerra. Entonces cuando vengo donde está Santiago Castro, Augusto Martínez sale y me dice: ‘Tú no te puedes ir, tú tienes que quedarte aquí conmigo, porque yo me quedé de jefe’. Yo le pregunto: ‘Venga acá, ¿pero usted discutió eso con el Comandante?’ Dice: ‘Sí, sí, tienes que quedarte aquí conmigo’. Porque se encontraba solo y él lo que estaba buscando más bien era un compañero como apoyo. “Me quedo, pero con la preocupación de que el Comandante está por la zona de los combates. Yo estaba planeando cómo me le iba a ir a Augusto de todas maneras. No porque haya sido Augusto, porque siento profundo respeto por él, pero el caso es que yo era de la escolta de Fidel, no de la escolta de Augusto. Entonces surge la necesidad de mandarle un mensaje a Fidel donde le informaban que había otro desembarco por Bahía Honda. Augusto está buscando un práctico, ya era de noche, para llevar el mensaje para allá. Entonces le dije a Augusto: “El práctico soy yo, me conozco esa carretera de día y de noche, porque el Comandante está mucho por esa zona. Esa carretera la conozco perfectamente”, le dije que me conocía esa carretera hasta con los ojos cerrados. Él no quería dármelo, hasta que se dio cuenta que era el más indicado. “Salimos Santiago Castro y yo para la Boca, había vehículos por todo el camino, era de noche, y fue una tragedia llegar hasta allí porque íbamos con las luces apagadas. Llegamos donde estaba el Comandante reunido con los compañeros, explicándoles la estrategia, los planes de avanzar, y le entregué el mensaje.

“Es cuando él le entrega, creo que fue a Flavio, todos aquellos documentos, todos los mapas, para virar hacia atrás, hacia La Habana, pero él decide seguir y es cuando entramos hasta Pálpite. Estuvo allí, vio la situación y regresó al central Australia y de allí para La Habana”.

 

Testimonio del escolta Santiago Castro Mesa:   “Me quedé cuidando el carro, me tiré en la hierba al lado del carro y me quedé dormido, cuando en uno de esos momentos salieron, y Chicho no me encontraba. Llevábamos cuatro noches ya sin dormir, sin pegar los ojos. “Esa noche del 17 entramos hasta la Boca de la Laguna del Tesoro y continuamos hasta Pálpite. La carretera hacia Girón estaba en construcción, era de rajón casi toda, se le había echado asfalto pero como estaba dentro de la ciénaga el pavimento se había hundido. La mitad derecha de la vía estaba ocupada por los tanques, la artillería y los vehículos con la infantería. Quedaba media vía y tuvimos que ir a oscuras con el apoyo de los compañeros del Ejército Rebelde y las milicias que estaban en la ruta.  “Cuando íbamos llegando a la Boca, apareció un avión enemigo a cierta distancia y aquello se convirtió en una fiesta de fuegos artificiales, eran miles de balas trazadoras que salían de todos los emplazamientos. El Comandante recogió al Gallego Fernández en la Boca y siguió hasta el final de los emplazamientos en Pálpite, pero cuando nos dimos cuenta de que la artillería nuestra estaba tirando detrás de nosotros, el Comandante decidió regresar”. Antes de partir hacia La Habana, le envío un mensaje a Fernández:   "Fernández:   "Estoy resolviendo lo del parque de cañón. Los otros tanques llegarán a Australia al amanecer. Por el día decidiremos el momento oportuno de moverlos. "Augusto quedará e Australia. Yo tendré que salí dentro de un rato hacia La Habana. Estaré en comunicación constante con ustedes. Mándenme noticias constantemente sobre el curso de las operaciones.

"¡Adelante! "(F) Fidel Castro "Australia, Abril 18, 61 "3 am

"P.D. Todavía no he recibido noticias desde el papelito en que me informabas que el enemigo disminuía el volumen de fuego."

Sobre mi regreso a La Habana aquella madrugada, le conté una vez al historiador Quintín Pino Machado, quien lo relató en su libro:     “‘Yo conocía el lugar a la perfección -por exploración, por gusto a la naturaleza, por espíritu guerrillero [...] conocía por donde podían transitar camiones, tanques -conocía un camino por la izquierda que salía dos kilómetros al oeste de Playa Larga. Entonces, estoy esperando los tanques para iniciar de noche, en la madrugada, alrededor de las dos o las tres, un ataque por esos caminos que estaban vacíos y les iba a salir a la retaguardia de Playa Larga (…) yo estoy organizando el ataque... y en ese momento -sería la una de la mañana, una y media, no puedo precisar- me informan que se está produciendo un ataque por el oeste de La Habana. ¿Qué se está produciendo un ataque por el oeste de La Habana? ¿Seguro? El informe me lo llevó un mensajero en automóvil. No tenía comunicaciones allí por radio. Entonces mando a ver si está comprobado; me dicen: está comprobado. Dijeron: ya se ha producido contacto con el enemigo. Digo yo: qué raro, qué extraño, porque todo indica que este es el ataque principal; a lo mejor tendrían una reserva de tropas en Miami y la han mandado para el oeste de La Habana, por Pinar del Río, por Bahía Honda... Dijimos: bueno, la batalla principal se va a dar en La Habana. Y salí de allí. Encargué al que estaba en el Puesto de Mando -no a Fernández- [...] la tarea de realizar este ataque que yo estaba organizando, fui para La Habana, y llegué a La Habana al amanecer... “‘Y cuando llego [...] yo no tenía comunicación en el carro [...] El camino era largo, más de tres horas [...] Cuando llego a La Habana al amanecer, se comprueba que no se había producido el desembarco. Y entonces el compañero que yo dejé allí encargado de la misión no conocía los lugares y no se llevó a cabo el ataque de tanques por la retaguardia de Playa Larga y el enemigo se retira y se puede concentrar en Girón. Si se llega a hacer esa operación los hubiéramos dividido [...] Se habría liquidado la invasión, yo calculo, en treinta horas. “‘Años más tarde se conoció que la confusión la generó una maniobra diversionista de la CIA, la cual utilizó para ella equipos electrónicos muy modernos y perfeccionados, capaces de simular una batalla. Por diversos medios de transportación, balsas de goma entre otros, aproximaron los equipos hasta la costa y con efectos luminosos contrapuestos y los ruidos característicos correspondientes, lograron dar la apariencia de un combate verdadero; la noche del 16 se habían observado movimientos de barcos al oeste de La Habana.

“El éxito de la maniobra consistió en prolongar los combates por un hecho fortuito, ya que dio la casualidad de que el único oficial presente que conocía la zona era el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Cubanas. Pues la defensa de La Habana tenía el 90% de sus fuerzas intactas y listas para combatir y no era necesario trasladar ningún efectivo de la ciénaga para allá”. Desde Australia, a través de Augusto Martínez Sánchez, el capitán Fernández informa que la ofensiva hacia Playa Larga había sido detenida y tenía una cantidad indeterminada de muertos y heridos. Le respondo por esta misma vía:

“4:40 a m. “De Augusto a Fernández:   “Fidel recibió tu mensaje y me informa que te dé las siguientes instrucciones:   “1. Que emplaces todas las antiaéreas para que protejan a nuestra gente. “2. Que los tanques sigan atacando y que vuelvas a emplazar las piezas (obuses de 122 mm). “3. Que no debes dejar de instalar una sola AA. “4. Que te recomienda que mandes una tropa, bien del Bon 180 ó del 144 para que avances por Soplillar para salir a la Caleta del Rosario y cortarles la carretera. Cortar así al enemigo en dos. “5. Que si es necesario se te pueden enviar los diez tanques que están al llegar de Jovellanos. “6. Esos diez tanques puedes dividirlos en dos grupos: por la carretera y por Buenaventura. “7. Que si es necesario mover los tanques durante el día se te puede mandar una fuerte protección AA. “8. Por último, dice Fidel que hay que tomar a Playa Larga sin excusas”.

Testimonio de José R. Fernández Álvarez:

“…la idea de Fidel era dividir al enemigo. Hacerla con el batallón 111 separando a las unidades que están al norte de San Blas de las de Girón, y con el 144 aislando a las que están en Playa Larga de Girón, y con esto dejarlos en tres grupos, separados unos de otros, para aniquilarlos con mayor rapidez. “Estoy convencido de que si hubiéramos logrado esto, hubiera caído Girón el día 18. Desafortunadamente eso no se ejecutó por el batallón 111 ni tampoco por el batallón 144, eso disgustó a Fidel. Al batallón que yo envié se le desapareció el guía”. “Lo cierto es que no salió bien la operación, el enemigo situado en Playa Larga huyó, y unido con la fuerza principal contribuyó a la defensa y fuerte resistencia que hicieron en Playa Girón”.

Continuará próximamente. 


firma-fidel.jpg
Fidel Castro Ruz


Volver a la Portada de Logo Paperblog