Revista Deportes

Figuras de buen rollito

Por Antoniodiaz
Figuras de buen rollito
Recuerda Manolo Cortés sobre su relación con Antonio Ordoñez:


Cuando me dió la alternativa en Valencia yo no lo conocía de nada, salvo que era un grandísimo torero. Un día, en el patio de cuadrillas fui a saludarlo y me dijo muy serio: "no me llames maestro, llámame Antonio". Y yo le contesté: "Sí, maestro". Recuerdo que había un periodista que se llamaba Gonzalo Carvajal que escribió en el diario Pueblo que Manolo Cortés era sucesor de Ordoñez. Y según me contaron, no veas la que le entró al de Ronda por la barriga... Una tarde, en la Corrida del Arte de Jerez, Ordoñez llevó para la ocasión seis toros del maestro Pepe Luis Vázquez muy grandes y astifinos. Me sorprendió que una figura de su talla eligiera esos toros para una corrida de tanta vítola y categoría. "¿Es que no lo conoces? Lo hace para acabar contigo", dijo mi apoderado. Curro Romero y Ordoñez escucharon dos broncas monumentales. Yo no anduve fino con mi primero, la verdad, pero cuando salió el sexto, pensé para mis adentros: "Éste no se sale con la suya." Y le corté el rabo.


¿Le dió la enhorabuena?
¿La enhorabuena, Ordoñez? A los pocos días coincidmos nuevamente en Fuengirola, con Diego Puerta en el cartel, que era el Presidente del Montepío de Toreros y organizaba el festejo. La tarde iba redonda. Se cortaron orejas y rabos y, otra vez en el sexto, formé un gazpacho de aquí te espero. Monumental. De los toros que mejor he toreado en mi vida, de Fermín Bohórquez. La gente estaba como loca, pidiendo el rabo. Yo, que era un águila y estaba pendiente de todo, me secaba las manos cerca del burladero, rodeado de mi cuadrilla, con un ojo en el Presidente y el otro en Ordoñez, por si acaso, cuando veo que el maestro hace un gesto así con la cabeza, ¡y le dice que no!, y lo "jamé". No veas el escándalo que se formó. Para evitar un altercado, el presidente no tuvo otra que sacar el pañuelo y conceder el rabo, con el toro ya en el desolladero. Después de la ducha, en el hotel, bajé al bar y vi que Ordoñez estaba pensativo en la barra, tomando un refresco, con el jersey apoyado sobre los hombros. Nunca lo olvidaré... Me miró fijamente a los ojos y dijo: "Pasado mañana te confirmo la alternativa en Madrid. A las seis de la tarde nos veremos las caras". ¡Fíjate lo que me dijo el "gachó"! Ese era Ordoñez como torero...
¿Y que pasó en Madrid?
Que me reventó. ¡Qué tarde de toros dio ese tío! Si mata corta cuatro orejas. Esa fue la única vez en toda mi vida que me vine abajo. Al sexto, un toro con la cara a media altura, sin clase, le hizo un quite a la verónica monumental. "Voy, voy, voy, Manolo", me advirtió. ¡Vaya cuatro lances le sopló...! Podía tanto con el capote.., remató con una media, le quitó el capote de la cara y me miró de arriba a abajo. Me quería morir. Después de la corrida, como entonces vivía en los Alburejos, cogí el coche y me fui derecho a la finca, sin hablar con nadie.

Entrevista completa en el último número de la Revista Taurodelta...

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