Revista Expatriados

Final de partida (2)

Por Tiburciosamsa
En la primavera de 2009 los thaksinistas decidieron imitar la estrategia de los camisas amarillas del PAD, se compraron camisas rojas y formaron el Frente Unido Nacional de la Democracia contra la Dictadura (UDD). Lo de 2009 fue una especie de ensayo general de la obra de teatro grande que ha sido la de 2010. Los camisas rojas lograron cargarse la Cumbre de la ASEAN que iba a tener lugar en Pattaya y sembrar el desorden en Bangkok durante unos días. Después de algunos días de violencia, que en todo caso fue mucho menor que en 2010, los líderes de la UDD accedieron a poner fin a las protestas y el Gobierno proporcionó transporte a los manifestantes para que regresaran a sus provincias. Las protestas de 2009, en mi opinión, fueron expresión de la frustración que sentían los pro-thaksinistas por haber sido expulsados del poder unos meses antes. Deseaban darle un buen capón al gobierno de Abhisit,- lo que consiguieron-, pero no se habían fijado unos objetivos estratégicos claramente definidos.
Abril de 2009 dejó la impresión amarga de que la herida se había cerrado en falso. El gobierno de Abhisit siguió dando una impresión de debilidad, con unos aliados que oscilan entre infiables e infumables y el tema candente de la reforma de la Constitución. Abhisit hizo algún intento de tender una mano a los camisas rojas, pero ya había demasiado odio entre ambos bandos y ni Abhisit ni quienes le apoyaban estaban dispuestos a hacer la única concesión que hubiera podido satisfacer a los camisas rojas: convocar elecciones anticipadas. A nadie se le oculta que si lo hiciera probablemente los pro-thaksinistas volverían a ganar. Los números están con ellos.
Decir que las protestas de la UDD en 2010 han superado a las de 2009 en extensión y violencia es tan obvio como decir que una noche de pasión con George Clooney es preferible a una noche de pasión con Mariano Rajoy. Pero no sólo ha sido una diferencia cuantitativa, también ha habido una serie de diferencias cualitativas que me interesa resaltar:
1.- En esta ocasión la UDD ha mostrado más determinación y más visión estratégica. El Primer Ministro Abhisit llegó a ofrecerles la disolución del Parlamento en septiembre y la celebración de elecciones en noviembre. La UDD rechazó la oferta. El análisis que he leído es que los más duros de entre la UDD se impusieron a los moderados que querían un acuerdo con el gobierno. Me parece un análisis muy incompleto, que deja fuera muchos elementos que permiten apreciar que el rechazo de la oferta era cualquier cosa menos irracional: 1) Al mismo tiempo que Abhisit hacía la oferta, el Vice-Primer Ministro Suthep y el Ejército amenazaban con el uso de la fuerza. Ello suscita algunas preguntas interesantes: ¿hasta qué punto era sincero Abhisit? Si Abhisit era sincero (yo creo que lo era), ¿posee la fuerza necesaria para imponer a su partido, a sus aliados y al Ejército el acuerdo al que hubiera llegado con la UDD (tengo serias dudas)?; 2) En septiembre el General Anupong, el Jefe del Ejército, se jubilará y se designará a su sucesor. Dada la situación política existente, no es baladí quien le vaya a suceder. Uno de los candidatos que más suenan para la sucesión es el General Prayuth Chan-ocha, que en la crisis actual fue partidario de la mano dura contra los camisas rojas. Un hipotético gobierno pro-thaksinista que asumiera el poder en noviembre, ¿podría sentirse cómodo con Prayuth como jefe del Ejército? ¿cómo reaccionaría Prayuth en ese escenario si los camisas amarillas salieran a la calle a protestar contra el gobierno rojo? ¿les reprimiría o les dejaría hacer como hizo el Ejército en el otoño de 2008 cuando los camisas amarillas ocuparon el aeropuerto internacional de Bangkok?; 3) Normalmente es en julio y agosto cuando se debate el presupuesto para el año siguiente. Un partido que llegue al poder en noviembre, se encuentra con que no le puede meter mano al presupuesto hasta nueve meses después; 4) Mientras las negociaciones entre Abhisit y la UDD tenían lugar, la Comisión Electoral decidió por 4 votos contra 1 recomendar al Tribunal Constitucional la disolución del Partido Demócrata por presunta financiación ilegal. Si la propuesta sigue adelante, eso cambia todas las cosas y puede que, después de todo, sí o sí, haya que acabar convocando elecciones anticipadas.
2.- Todavía en 2009 cabía afirmar que los camisas rojas eran un movimiento teledirigido por Thaksin desde el extranjero y que los manifestantes habían acudido a Bangkok pagados por el dinero de Thaksin. En 2010 han mostrado una determinación, afrontando incluso la muerte, cuando resultaba evidente que el Ejército los iba a machacar sí o sí, que verlos como a unos sicarios pagados por Thaksin para que monten follón en Bangkok, no me resulta convincente. Durante estas semanas ha estado claro que el liderazgo de la UDD estaba dividido entre moderados y radicales. Lo que no se ha visto con ninguna claridad es que estuviera teledirigido por Thaksin. Eso sí, no se puede negar que seguramente ha contado con financiación de éste y que están vinculados a él.
3.- La tardanza en aplastar la revuelta no cabe atribuirla a los sentimientos pacíficos de Abhisit, sino a su debilidad. La Policía simpatizaba con los camisas rojas, de manera que sólo quedaba recurrir al Ejército que estaba lejos de estar unido. La mayor parte de la oficialidad es pro-camisas amarillas, pero existen simpatizantes de los camisas rojas. Más preocupante es el hecho de que muchos de los soldados rasos tienen el mismo origen campesino y del norte y de Isarn que los manifestantes. En los años 70, 80, y 90, cuando ese sector no tenía conciencia política de sí mismo, los generales podían estar seguros de que acatarían las órdenes de estacazo y tentetieso. En 2010 esa seguridad ya no existía.
Ha habido dos hechos en esta revuelta que me han parecido increíblemente graves. El 10 de abril una granada lanzada por alguien evidentemente muy experto mató al Coronel Romklao. Romklao había sido guardaespaldas de la Reina Sirikit y en abril de 2009 había participado en la represión de los camisas rojas, que le tenían ganas desde entonces. Para compensar, el 14 de mayo un francotirador disparó en la cabeza al General Katthiya Sawasdipol, que se había convertido en uno de los líderes de los camisas rojas y que murió unos días después como consecuencia del disparo. Me parece (tendría que comprobarlo) que tendríamos que remontarnos a los años treinta para encontrar otro ejemplo de disturbios políticos en los que altos oficiales acabaron disparándose unos a otros. Como por ensalmo, fue justo después de la eliminación del General Katthiya, que el Gobierno ordenó al Ejército que aplastase a los camisas rojas. Parecería que no se hubieran atrevido a dar la orden mientras Katthiya estuviese con vida.
4.- Muchos han destacado el silencio real. Desde los sucesos de 1992, el pueblo thailandés ha confiado en que, si un día las cosas se ponían muy feas (y en Thailandia tienden a ponerse muy feas al menos una vez por década), siempre podrían contar con una intervención del rey Bhumibol en la penúltima hora que salvaría el día. Esa intervención no se ha producido en esta ocasión. El Rey lleva desde septiembre de 2009 en el hospital y la última vez que habló algo de política fue en agosto de 2009. Es posible que el Rey no este en condiciones de dar grandes discursos políticos. Aun así, su silencio ha incomodado a muchos. Aunque no se diga públicamente, algo está cambiando en el ánimo de algunos sectores de la población con respecto a la Monarquía. La veneración indiscutible y unánime que existía hace sólo 10 años se ha resquebrajado, justo en el momento en el que contar con una institución arbitral y por encima del juego politico sería tan importante.
Visto lo visto, ¿cuál es mi pronóstico para el futuro? Sólo puedo dar uno: que de aquí a pocos meses, me veré escribiendo otra larguísima entrada sobre la crisis política thailandesa.
Termino con un chiste: En su peregrinar por el mundo, el exiliado Thaksin llega a Israel y allí se muere. El encargado de la funeraria contacta a la Embajada de Thailandia. Les dice que tiene el cadáver de Thaksin. Enterrarlo en Israel costará 100 bahts. Mandarlo a Thailandia para que lo incineren allí costará medio millón de bahts. El Embajador thailandés no lo duda un momento: "Envíelo a Thailandia". El funerario responde que no lo entiende. ¿Por qué van a gastarse tanto dinero cuando podrían enterrarlo muy barato en Israel? El Embajador responde. "Mire. Hemos oído que hace dos mil años enterraron aquí a un tipo y a los tres días resucitó. No queremos correr riesgos."

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