Revista Expatriados
Lo mejor de los nacionalistas es el arte que le ponen al diseño de banderas. ¿Aque es chula la del MNLF?
Parece que para finales de los sesenta Nur Misuari ya se había convencido de la inevitabilidad de la lucha armada para conseguir sus objetivos. Nur Misuari diría a posteriori que la matanza de Jabidah fue la gota que colmó el vaso. Como quiera que fuese Nur Misuari entendió que el MIM era el lugar ideal para hacer los contactos que necesitaba. Fue en esos años que Misuari contactó con algunas personas que luego jugarían un papel destacado en el movimiento moro: Abulkhayr Alonto, Jallaludin Santos y Hashim Salamat, que había estudiado en al-Azhar y tenía una inclinación más islamista. Otros políticos de Mindanao con los que trabó contacto en esos años fundacionales fueron Salipada Pendatun de Cotabato y Rashid Lucman de Lanao.
A finales de 1969 Nur Misuari y otros 90 jóvenes del Movimiento recibieron entrenamiento militar en Sabah, cuyo líder Tun Mustapha, era un tausug que tenía parientes en Jolo. Para ese momento ya se había instalado en varias partes de Mindanao la violencia interétnica y hay que reconocer que no siempre eran los musulmanes quienes iniciaban las peleas. Por otra parte la violencia en Cotabato en aquellos años no era una simple violencia interétnica. También entraban las rencillas entre distintos líderes políticos pro- y anti-Marcos.
La cuestión de cuando y por quién fue creado el Frente Moro de Liberación Nacional (MNLF) es bastante confusa. He visto fechas que van desde 1968 hasta 1972 y su fundación atribuida a distintos actores.
La versión que considero más verosímil es que el MNLF se creó en 1971 en un contexto de agudización de los conflictos en Mindanao. Es posible que el catalizador para su creación fuera la masacre de Manili, ocurrida el 19 de junio de 1971. Ese día unos 70 musulmanes que se encontraban orando en una mezquita, incluyendo mujeres y niños, fueron masacrados por milicias cristianas. El hecho causó gran sensación y algún autor apunta que fue determinante para que el dictador libio Gaddafi comenzara a suministrar armas a las guerrillas musulmanas en Mindanao.
El grupo fundacional del MNLF estaba compuesto por la mayor parte de los jóvenes que habían recibido entrenamiento militar en 1969, más antiguos estudiantes que se habían formado en Manila como Abulkhayr Alonto y Jallaludin Santos. Algo que tenían en común era su desconfianza de los viejos políticos del establishment musulmán, que parecían más interesados por velar por sus propios intereses políticos que por la suerte de los musulmanes de Mindanao. Lo que no he conseguido desentrañar fue cómo ni por qué el liderazgo del nuevo grupo recayó en Nur Misuari.
En sus inicios el MNLF tenía más de movimiento de liberación nacional que de insurgencia inspirada por la religión. En 1974 emitió un manifiesto en el que señalaba que su objetivo era liberar a la nación mora “del terror, la opresión y la tiranía del colonialismo filipino.” A esto se unía otro objetivo, que más tarde perdería peso hasta desaparecer del mapa: “la democratización de la riqueza en su patria.”
Los años de gloria del MNLF fueron los primeros. Armado por Libia y por Malasia, se enfrentó a un Ejército filipino al que pilló por sorpresa. Esos tiempos de gracia durarían lo que tardó el Ejército filipino en recibir armamento norteamericano y taiwanés y en aprender nuevas tácticas de contrainsurgencia.
En 1973 Nur Misuari y la mayor parte del liderazgo del MNLF partieron al extranjero, primero a Sabah y luego a Libia. Era lo mejor que podían hacer. Sobre el terreno, el Ejército filipino había mejorado su rendimiento y la presión militar iba en ascenso. Cambios políticos en Malasia, hicieron que dicho país les retirara su apoyo. Mientras la situación en casa empeoraba, los contactos que hicieron en el extranjero, especialmente entre los miembros de la Organización de la Conferencia Islámica(OCI), se revelarían muy valiosos para el futuro. Así, curiosamente, a medida que Misuari se labraba una cierta imagen internacional, su peso específico y su influencia sobre los miembros del MNLF que habían quedado sobre el terreno, disminuían a causa de la lejanía.
El Presidente Marcos, cuya astucia nunca será lo suficientemente encomiada, logró darle la vuelta a la situación en un par de años. Además de la presión militar, Marcos estableció la Autoridad de Desarrollo del Sur de Filipinas para mejorar las condiciones de vida en la región e hizo un acercamiento a los líderes musulmanes de Mindanao que no pertenecían al MNLF. Más aún, consiguió atraerse a algunos comandantes del MLNF con promesas varias. Marcos también supo moverse en el terreno internacional, haciendo lobby con los países musulmanes. Como político Marcos siempre dio mil vueltas a Nur Misuari, que a menudo se ha comportado con una cierta ingenuidad y falta de realismo.
En 1975 el Gobierno filipino y el MNLF iniciaron negociaciones en Jeddah (Arabia Saudí). En estas negociaciones Nur Misuari puso de manifiesto sus carencias políticas: se reveló como un líder demagogo y maximalista, que no sabía distinguir entre sus sueños y lo realmente alcanzable. Sus posturas contribuyeron a asustar a los cristianos de Mindanao y a alienarse a parte de los musulmanes, que veían con desagrado el intento del MNLF de arrogarse la sola representación de todos los musulmanes de la isla. Y ya puestos, ni tan siguiera consiguió mantener la cohesión de su propio grupo. Las fisuras que se crearon durante el proceso negociador acabarían reventando poco después.
Las negociaciones concluyeron el 23 de diciembre de 1976 con el Acuerdo de Trípoli, conseguido gracias a la mediación de Libia. El Acuerdo quedaba muy por debajo de los objetivos que Misuari se había fijado, pero posiblemente fuera lo más que podía obtener: sus patrocinadores internacionales querían que alcanzase un acuerdo sí o sí y que cambiase independencia por autonomía, el MNLF se le estaba deshilachando y militarmente la situación no paraba de deteriorarse.
El Acuerdo apenas sirvió más que para que se estableciese una breve tregua sobre el terreno. Desde el primer momento hubo desacuerdos sobre el ritmo al que las 13 provincias incluidas en el acuerdo deberían ser integradas en única entidad administrativa. El Presidente Marcos insistía en que eran precisos una enmienda constitucional y un plebiscito. Como fórmula de compromiso ofreció a Misuari la constitución de un gobierno provisional, que él presidiría. Misuari rechazó la oferta, tal vez pensando que ya había cedido demasiado. Marcos acabó haciendo lo que le salió de las pelotillas, que era lo que solía hacer: dado que sólo 10 provincias optaron por la autonomía, declaró que sólo esas 10 provincias serían autónomas y las dividió en dos regiones distintas. Adiós negociaciones. A la larga las regiones autónomas serían entidades huecas con pocos poderes, cuya principal virtud fue que ayudaron a Marcos a ganarse a miembros de las élites musulmanas locales, que vieron en ellas ocasiones para medrar.
Todo esto tuvo consecuencias deletéreas para el campo musulmán. La aceptación por Misuari de la autonomía en lugar de la independencia había sulfurado a los elementos más radicales que, encima tuvieron que ver cómo ni tan siquiera esa autonomía decepcionante se implementaba debidamente. Liderados por Hashim Salamat, se escindieron y crearon el Frente Moro de Liberación Islámica (MILF). Salamat consiguió arrastrar a líderes de peso como Rashid Lucman, Domacao Alonto y Salipada Pendatum. Dos razones importantes para la escisión fueron: 1) Salamat y sus seguidores eran maguindanaos y pensaban que Nur Misuari favorecía demasiado a los tausug, que era su etnia; 2) Encontraban a Misuari demasiado marxista y pensaban que ello iba en detrimento de la defensa del Islam. Un efecto de la escisión es que sus apoyos internacionales se dividieron: Libia siguió apoyando a Nur Misuari, mientras que Egipto pasó a apoyar a Salamat.
En los años siguientes la única baza digna de mención de Nur Misuari es que la Organización de la Conferencia Islámicale seguía considerando como el representante de los intereses de la población mora de Filipinas. Pero ese reconocimiento no implicaba que le comprasen sus tesis. Los tiempos en los que Marcos era un apestado para los países de la OCI se habían terminado. Ahora los consejos que le daban sus apoyos internacionales era que se dejase de sueños y se sentase a negociar con Marcos.
Por lo demás, ni militarmente, ni políticamente le fue bien. En lo militar, el Ejército filipino había tomado la iniciativa y el MLNF apenas podría hacer más que entablar escaramuzas y realizar secuestros que por un lado le proporcionaron fondos y por otro perjudicaron su imagen. En lo político, su viejo aliado Abulkhayr Alonto se pasó al gobierno y el MILF rival empezó a ser tomado cada vez más en serio.