Lugar: BarclayCard Center. Madrid
Fecha: 27 diciembre 2014
Asistencia: 15.000 personas
Artistas Invitados: Los Zigarros
Precio: 35 euros
Rockero de familia
De la misma manera que Emilio Aragón siempre será el médico de familia de todos los españoles, Fito Cabrales es y será nuestro rockero de familia. Porque además ambos recetan cositas sencillas para que nuestro día a día sea un poquito mejor. ¿Que te duele la garganta? Pues toma un jarabe. ¿Que te duele la vida? Pues toma una bonita melodía y un rato de tonturrona alegría.
Porque eso es lo que son los conciertos de Fito y Fitipaldis, dos horas largas de tonturrona alegría para todos los públicos, sin distinción de edad, género y condición. Es por eso que el ambiente de gran celebración es especialmente palpable, pues ahí están las familias enteras compartiendo canciones sin más preocupación que conseguir que el disfrute sea extremo. Hijos, papás, tíos, primos, sobrinos, cuñados, suegros, abuelos. Hijas, mamás, tías, primas, sobrinas, cuñadas, suegras, abuelos.
Todos ellos empujando en la misma hedonista dirección y jaleando a Fito, maestro de ceremonias que a cambio ofrece su rock elegante y sencillo, poderoso también, y capaz de poner del revés un pabellón con 15.000 personas entregadas para la causa cantando al unísono unos estribillos milimétricamente perpetrados precisamente para tal fin.
El repertorio es el habitual de la gira, excusa para presentar el reciente disco 'Huyendo conmigo de mí', mezclando en realidad canciones de todas las épocas, con 'Viene y va', 'Por la boca vive el pez', 'Me equivocaría otra vez', 'Lo que sobra de mí', 'Como pollo sin cabeza' , 'Entre la espada y la pared', 'Cerca de las vías', 'Corazón oxidado' y (la muy Platero y Tú) 'Garabatos'.
La velada discurre hacia la victoria con pasmosa facilidad entre chillidos de aprobación y gorgoritos colectivos, mientras desde el escenario los Fitipaldis se muestran como una maquinaria avasalladora y perfectísimente engrasada, que suena deliberadamente a los Dire Straits de Mark Knopffler y la E Street Band de Bruce Springsteen, con ese genio de las seis cuerdas que es Carlos Raya correteando de un lado a otro del enorme escenario, que cuenta incluso con pasarelas en esta gira, así como con grandes pantallas.
Es evidente la inversión para llevar un paso más allá a un espectáculo en el que el canijo catalizador es más estrella del rock que nunca, agrandado gracias a la tecnología, y que musicalmente se sustenta en el repertorio 'clásico' de Fito y sus Fitipaldis, con su frenética versión del 'Quiero beber hasta perder el control' de Los Secretos interpretada con la colaboración de Ovidi de Los Zigarros (banda telonera sobrada de guitarreo y con espíritu tequilero muy efectiva y recomendable).
'Soldadito Marinero' pone el punto moñas, sentimental y cursi a una noche en la que aparte de saltar y gritar, también hay momento, claro que sí, para la esperanza en un futuro definitivamente feliz para todos los que cantan eso de "después de un invierno malo, una mala primavera, dime porqué estas buscando una lágrima en la arena". Y 'Antes de que cuente diez', pone broche por todo lo alto a una noche que se pasa en un pis pas, pero que todavía tiene unos cuantos vigorosos cartuchos.
Como 'Nos ocupamos del mar', posiblemente la canción más acertada y perdurable del nuevo disco de Fito y los suyos (compuesta originalmente por Javier Krahe, por otro lado), que lleva hasta las últimas consecuencias esa búsqueda del sonido grandilocuente de la E Street Band, tanto por arreglos como por melodía como por el saxo y por los contundentes riffs de guitarra de a mano abierta y molinillo expansivo.
Aunque Fito no termine de animarse a hacer una gira acústica él sólo con su guitarra (tal y como nos confesó en una entrevista un par de meses atrás), ese viaje al pasado para interpretar 'Alucinante' de Platero y Tú en solitario desde el centro del escenario fue otro de los momentos cargados de emotividad y que demuestra que el volumen atronador y musculoso (y con sonido perfecto y prístino esta noche) no lo es todo en la vida.
Pero antes del fin vuelve el volumen eufórico con 'La casa por el tejado' y el remate con 'Acabo de llegar' entre ovaciones y agradecimientos mutuos, de los músicos al público y del público a los músicos. Puede que Fito cante siempre la misma canción, pero da la sensación de que cada vez que la canta toca la tecla adecuada. Porque la familia feliz que rockea unida jamás será vencida. Y la familia Fitipaldi luce inquebrantable.