No se si habéis estado alguna vez en Monte do Gozo. Es una especie de montañita, en cuya orilla hay una pequeña casa. Es un sitio mágico donde han ubicado un monumento enorme a los peregrinos.
Llegar hasta ahí marca el antes y el después del Camino. Si habéis estado allí lo sabréis. Cuando llegamos, sabíamos que habíamos cumplido el objetivo; quizás fuera porque sabíamos que sólo nos quedaban 5 kilómetros hasta la Catedral, o quizás porque según habíamos leído, detrás de aquellos árboles tan altos, se podía ver el skyline de la ciudad.
Fue curioso respirar aquel aire de victoria, de objetivo cumplido. Y el silencio con cada toma de aire.Lo mismo que recordar aquellos interminables 5 kilómetros; porque cuando sientes cerca la recompensa, ese tiempo que transcurre desde que eres consciente hasta que finalmente lo alcanzas, se hace eterno.Ahora viéndolo desde fuera, recordando aquellas conversaciones con algo de ansia e impaciencia, me doy cuenta de muchas cosas. La primera de todas, es que mi objetivo; el de descubrir muchas cosas que estaban ocultas en ojos ajenos pero que yo veía, salieron a la luz; porque cuando ves frutos un mes después con una cerveza, aunque no sea Estrella Galicia, la satisfacción se multiplica por mil.Porque es mucho más fácil desvelar cuando lo velado sólo nos toca de forma tangencial, al ser de otro y no propio. Pero no es tan fácil que otro, sea capaz de "abrir los ojos" y ver aquello que le queremos mostrar.Lo segundo que me llevo, es que llegar a tu destino no quiere decir encontrar la meta. Aunque algunas veces coincida, o nos marquemos pequeños retos para sentirnos triunfales ante cada día que pasa.Quizás la palabra "meta" sea parecida a la palabra "felicidad". Que no se llega a alcanzar nunca por completo porque siempre hay que aspirar a que tanto una como la otra sean cada vez mayores.Aunque nos lleve esta teoría de cabeza.Reflexionen sobre ello.Buenas tardes.
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