Revista Psicología

Fotografía est... ¿ética?

Por Juliannebenson

Desde su creación, en 1839, la fotografía ha dominado la forma en que las personas guardan evidencia de lo que acontece en su vida. La memoria del mundo se encuentra en antologías de imágenes. Sin embargo, la gente tiende a olvidar que una imagen es sólo eso; sin que importe el contenido de los que muestra, y prefiere profundizar en el significado del objeto al que apunta la cámara; pues hoy en día, el ver los rostros que plagaron la tierra hace más de 100 años es la única manera de entender el sentimiento vivido durante conflictos sociales, políticos o económicos,entre muchos otros. Es por esto que la fotografía documental o fotoreportaje posee ahora un gran poder sobre la sociedad, pues es el único testimonio de fidelidad y realidad con el que el resto del mundo puede contar; y por ende, confiere al fotógrafo completa responsabilidad sobre este poder.

Para tratar este tema de manera más profunda se analizará la opinión contrastada de dos autores que han dedicado su vida a la crítica y al entendimiento de los significados subyacentes de temas controversiales aplicados en esta área del conocimiento: Susan Sontag y Vilém Flusser.

Se dice que quien hace del fotoreportaje su profesión tiene una carrera equiparable con la del cazador, pues el circular por las ciudades, mezclándose en ambientes sociales y culturales ajenos al propio es lo mismo que los intentos del cazador de camuflarse en el ambiente para mantenerse al acecho esperando la oportunidad ideal para salir al encuentro de su presa. Pues bien, para Sontag (1977) la cámara fotográfica se ha convertido en las nuevas armas: “Los cazadores tienen Hasselblads[1] en lugar de Winchesters[2] […] Ahora la naturaleza necesita ser protegida de las personas. Cuando estamos asustados, disparamos. Pero cuando estamos nostálgicos, tomamos fotos”. Debido a estas afirmaciones se puede percibir que la autora está en contra de la industrialización de la fotografía y mantiene un desacuerdo con la popularidad que está tomando esta práctica en la sociedad moderna. Afirma que el sentido de tomar una imagen para evidenciar un hecho importante o como prueba de que sucedió se ha perdido con el paso del tiempo, las personas ahora buscan capturar absolutamente cualquier momento de su vida, por muy banal que fuera. Sin embargo tampoco elogia a aquellos que se dedican al fotoperiodismo de manera profesional, pues los considera invasores de la cultura y de la sociedad. De acuerdo con Sontag (1977) “Tomar una fotografía es participar en la mortalidad, vulnerabilidad, mutabilidad de otra persona”, considera que “fotografiar a las personas es violarlas por verlas como ellas nunca se ven a sí mismas, por tener conocimiento sobre ellas que ellas nunca tendrán; las convierte en objetos que pueden ser simbólicamente poseídos”.

En cambio, Flusser (1990) ve este concepto de cacería fotográfica como un juego que “consiste en combinar las categorías espacio-tiempo de la cámara, y lo que se ve al mirar la fotografía es precisamente la estructura de ese juego, no la estructura de la condición cultural del fotógrafo”. Si se sigue esta filosofía el fotógrafo no se interpone en el curso de la naturaleza salvaje o urbana, sino que es el agente que facilita la visión de ese ambiente para el resto del mundo; sin embargo acepta que existe cierta manipulación de la imagen final, pero no se refiere al acto de adaptar el objeto para ajustarlo a la fotografía que se desea obtener, sino a adaptar las condiciones de la cámara, hasta donde ésta lo permita, para acomodarse al objeto a capturar. Es decir, que por mucho que el fotógrafo quiera captar una escena o evento “sólo puede atrapar aquello que sea apto para ser fotografiado por lo que esté inscrito en el programa de la cámara” (Flusser, 1990). Así pues, aunque se presume que el fotógrafo es libre de elegir qué capturar, esta libertad sólo se da hasta el grado en que el objeto esté en armonía con el programa de la cámara, manteniendo sus criterios personales al margen del aparato. O como lo expresa Flusser (1990): “A fin de regular la cámara para imágenes artísticas, científicas o políticamente comprometidas, el fotógrafo deberá ser capaz de concebir lo que él entiende por “arte”, “ciencia” y “política” […] De esta manera, todos los criterios del fotógrafo, aparentemente al margen del aparato, son parte de las virtualidades contenidas en el programa de la cámara”. Es decir, que las cámaras fotográficas ya incluyen cierta programación y características técnicas pensadas en eventos específicos (paisaje, retrato, luz de fondo, atardecer, amanecer, nocturna, poca luz, etc), por lo que la voluntad del fotógrafo queda restringida. Así pues, sin importar cuánto desee el fotógrafo hacer suyo un momento mediante una fotografía, éste jamás estará a su completa disposición y gusto.

Sin embargo, Sotag difiere mucho de esta opinión. Para ella, las fotografías “no parecen ser declaraciones del mundo, sino piezas de él, miniaturas de realidad que cualquiera puede hacer o adquirir” (Sontag, 1977). Para ella, una fotografía no es más que un medio de control de naturaleza incriminatoria. Ella ve una controversia ética en el simple hecho de presionar el disparador de la cámara, pues aunque una imagen sea de infinita utilidad en las ciencias, es una prueba irrefutable de que algo aconteció, sin importar si el suceso debía ser dado a conocer o no. “Algo de los que hemos oído hablar, pero lo dudamos, parece probado cuando se nos muestra una foto de ello” (Sontag, 1977). Esta es la parte útil de la fotografía, aunque, según Sontag, no por eso es correcta, pues aún así “incrimina y apunta con el dedo”.

Por su parte, Flusser ve una maravilla en la fotografía documental, en la capacidad de capturar momentos importantes en calidad de imágenes que sobreviven a la historia. Para él la idea que reina en la mente del fotógrafo es poder mostrar al mundo la verdad de lo que ocurre “allá afuera”, en donde “un hecho no puede ser negado si existe prueba de ello” (Flusser, 1990) . En fotógrafo no captura lo que quiere, su práctica es anti-ideológica. “La ideología es la suposición de que un solo punto de vista es preferencial a todos los demás; y la fotografía está sujeta a un programa al que se tiene que ajustar”(Flusser, 1990), lo que hace la práctica de una ideología imposible.

Por consecuencia, al analizar y comparar estos dos puntos de vista, es posible llegar a una conclusión: a fotografía atestigua. Ninguno de los dos autores niega la funcionalidad que existe al tomar una foto, cualesquiera sean sus condiciones (fiesta de cumpleaños, el abrazo de una pareja, identificación oficial, entrega de premios, campo de batalla, guerra, etc.); sin embargo, las razones e intenciones subyacentes son propias del fotógrafo; así como el papel que toma la cámara, arma invasora u observador pasivo, son delimitadas por las circunstancias inmediatas.

A pesar de la evidente oposición a la práctica fotográfica, para Susan Sontag ésta funge como un mal necesario, cuyo avance y dominio es imparable. Mientras que para Vilén Flusser, un evento inmortalizado en el tiempo es posible gracias a la herramienta que supone la cámara, la cuál exhibe su contenido más fiel y verazmente que cualquier otra expresión de arte como una narración literaria o una pintura, debido, precisamente, a que el producto final de éstas últimas es fruto enteramente de la habilidad del artista, mientras que dos fotógrafos pueden tomar la misma imagen debido a las características de programación del aparato, que no consigue otra cosa que “la belleza de la evidencia”.

A pesar de todo, el contenido ético de las fotografías es frágil. Las cualidades particulares y las intenciones de las fotografías tienden a ser absorbidas por el paso del tiempo. La estética parece integrado en la sola experiencia de ver fotografías, y si no se aprecia de inmediato, ciertamente se hará con el paso del tiempo; después de todo es el tiempo el que eventualmente posiciona muchas fotografías, incluso las más aficionadas, al nivel del arte.

Fuentes citadas y consultadas

Flusser, V. (1990). Hacia una Filosofía de la Fotografía. (E. Molina, Trans.) México, México: Trillas.

Sontag, S. (1977). On Photography. New York, EUA: FARRAR, STRAUS AND GIROUX.


[1] Hasselblad: Cámara fotográfica de formato medio conocida como las más costosas de la industria. De aquí surge el premio Hasselblad a la fotografía en Suiza.

[2] Arma de fusil de repetición fabricada por Winchester Repeating Arms Company. Usualmente se refiere al Modelo 1873.


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