El Sr. Peces Barba, otro de los padres de la Constitución, separó en un discurso intimista, a los buenos de los malos, mientras en la madrugada madrileña se retiraba una estatua ecuestre del dictador fallecido. Estaba entre los elegidos entonces, D. Santiago Carrillo, nombrado doctor honoris causa, supongo que por su participación en los difíciles tiempos de la transición española. Se conoce que el tiempo curó las heridas de los familiares de asesinados en Paracuellos del Jarama, a quienes la firma del líder comunista les llevó a conocer a Dios bastante antes de tiempo, y a diferencia con lo sucedido con quienes siguen mostrando resentimiento hacia un régimen que desapareció afortunadamente, hace más de treinta y cinco años. De Fraga se ha escrito mucho, y no faltó quien lo considerase una reliquia del franquismo, denostando sus ideas y su quehacer político, y olvidándose de que fue el creador de una derecha europea en nuestro país, de que gobernó y modernizó Galicia con el apoyo mayoritario de su ciudadanía. Tuvo el mismo carácter para afirmar que la calle era suya, que al bañarse delante de decenas de periodistas para tranquilizar a la población sobre la excelencia de las aguas y llevaba más que el estado en su cabeza, con la memoria prodigiosa y el pensamiento, siempre más rápido que sus palabras atropelladas. D. Manuel no firmó los asesinatos que rubricó el Sr. Carrillo, y a diferencia suya, la ideología de una derecha modernizada por el político gallego, siempre estuvo en el punto de mira de una izquierda resentida por la lejana dictadura, de modo que se vituperaba a uno mientras se homenajeaba al otro. Allá cada cual con sus ideas; tristemente España perdió un político relevante, un hombre de Estado, al margen de su camiseta; descanse en paz.
P.D.: En las fotografías, “El Intermedio” se burla de Fraga, D. Santiago es investido doctor honoris causa. Cosas del progresismo.