Revista Cultura y Ocio

Fragmentos Nº136: Con el agua al cuello

Publicado el 28 septiembre 2013 por Kovua

Petros Márkaris Con el agua al cuello
Fragmentos Nº136: Con el agua al cuello —¡Que no, Iniesta, que no puedes adelantarles a todos! —grita Katerina—. ¡Qué manía con driblar! —Está buscando a quién pasar la pelota —explica Fanis. —Xabi Alonso está al lado, ¿es que no le ve? —protesta Katerina. —¿Quién es ese del bigote que está sentado entre los jugadores y parece estar durmiendo? —pregunta Adrianí. —Es Del Bosque, el entrenador de los españoles, y te aseguro que no está durmiendo, mamá. Es uno de los mejores entrenadores del mundo. —Pues parece estar echándose una buena siestecita. No sé qué les interesa tanto a mi hija y a mi yerno como para llegar a apasionarse tanto. Yo veo que los españoles se pasan la pelota unos a otros, como una gran familia, y que los holandeses los persiguen, porque también quieren jugar pero no acaban de conseguirlo. Para los ignorantes como yo, el fútbol sólo tiene interés cuando juegan los porteros; son los únicos momentos en que alguien intenta marcar un gol y el portero hace una intervención espectacular. Entonces sí que lo disfrutas. Pero ver pasar la pelota de un par de piernas a otro me mata de aburrimiento. Aunque parece que no soy el único que piensa eso del partido, porque Fanis confirma mis impresiones. —No es que estén jugando tan bien —comenta. —No esperes buen juego en este tipo de partidos —responde Katerina—. Cada equipo intenta primero no encajar un gol y después atacar. —¿No se gana un partido marcando goles? —pregunto. —Se pierde sin remedio si los encajas —es la respuesta de Katerina—. Si bajas la guardia por intentar meter un gol, pueden encajarte tres. —Ya veo que habrá prórroga —dice Fanis decepcionado. —Esperemos no tener que llegar a los penaltis, porque entonces te lo juegas todo a cara o cruz —replica Katerina. No sé qué es la prórroga ni los penaltis ni jugársela a cara o cruz, pero tampoco pregunto; a nadie le gusta demostrar su ignorancia a cada momento. —Ese de allí, ¿qué pinta? —pregunta Adrianí—. Cada vez que se hace con la pelota la manda fuera o la pierde. ¿Por qué no le sustituye el dormilón? —¿A quién quieres que ponga en su lugar, mamá? ¡Es David Villa, el pichichi de la selección española! —¿Qué significa pichichi? —pregunto yo, como negado que soy. —Es el que mete más goles —me explica Fanis.  

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