Revista Cultura y Ocio

Fragmentos Nº176: El devorador de calabazas

Publicado el 04 octubre 2014 por Kovua

El devorador de calabazas Penelope Mortimer
Fragmentos Nº176: El devorador de calabazas Una mujer, que yo sabía que era la madre de Jake, cerró la puerta. Estábamos en un oscuro castillo. Iba a celebrar una fiesta, dijo; nos invitaba. Habíamos llegado temprano y almorzábamos con la madre de Jae y otra mujer que parecía a disgusto con ella. Dijo: «He invitado a Philpot a tomar el té». Llegó una tormenta y todos nos pusimos a cubierto. Yo llevaba un abrigo de piel. Philpot estaba allí, vestida con ropas horribles y con aspecto humilde y pobre. Empezó la fiesta. Había cientos de personas en una sala helada, blanca e inmensa. «¿Quiénes son estas personas y por qué no las conocemos?», pregunté. Alguien respondió: «Son los primos de Jake». No veía a Jake y me estaba inquietando, pero todos empezaron a bailar un tema de Paul Jones y me uní a la danza con un chico mongólico. Fue un baile maravilloso, etéreo y eufórico. Me divertía, ero el chico se marchó y yo me acerqué a un grupo de golfos que estaban sentados en un banco y pregunté: «¿Por qué no bailáis conmigo?». Uno de ellos respondió: «No bailo con brujas gruñonas». Le dije: «No soy una bruja gruñona» y me creyó. Bailamos un vals precioso sobre el hielo. Iba por un pasillo ancho y largo, como horadado en la tierra. Philpot andaba delante, cargada con una enorme gavilla de hojas de haya roja. Me reí de forma desagradable; ella soltó la gavilla y echó a correr. Cuando llegué a las hojas, se habían desintegrado en ramitas y polvo. Avergonzada, por fin la encontré con su hija en una cabañita muy luminosa. «Siento haberme reído», dije. Ella rompió a llorar y me arrojó algo blando, un cojín o una bufanda. Lo cogí, se lo devolví y me marché.  

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