Revista Cultura y Ocio

Francisco de Orellana

Por Enrique @asurza

Francisco de Orellana nació en Trujillo de Extremadura en 1511. Sus padres fueron Isabel Chávez y Diego García de Orellana. Al morir éste en 1526, el joven Francisco sentó plaza como soldado y pasó a las Indias, participando en la conquista de Nicaragua y Castilla de Oro. Llegó al Perú en 1536, integrando la hueste que partió desde Puerto Viejo en auxilio del conquistador Francisco Pizarro, quien en Lima enfrentaba el sitio de las tropas incaicas comandadas por el general Titu Yupanqui, lugarteniente de Manco Inca. Una vez derrotados los indios, Orellana continuó combatiendo hasta la retirada de éstos a Vilcabamba. En vista de que Diego de Almagro, aprovechando la coyuntura, se había adueñado del Cuzco, Francisco Pizarro decidió enviar un ejército fuerte a socorrer a su hermano Hernando, nombrando a Orellana alférez general y poniéndolo al frente de 700 hombres, quienes pelearon en Las Salinas el 26 de junio de 1538.
Conseguida la pacificación, Orellana retornó al norte y, en recompensa a su lealtad, Pizarro le encomendó refundar una ciudad de la cual sería el teniente gobernador. Orellana escogió la desembocadura del Guayas para fundar Santiago de Guayaquil. A fines de 1540 llegó de Cuzco Gonzalo Pizarro para hacerse cargo de la gobernación de Quito y con el deseo de llegar al “país de la canela”, llamado también “el Dorado”. Orellana mostró interés en la empresa y convino con Gonzalo en contribuir con hombres y dinero, pero cuando llegó a Quito se dio con la sorpresa de que Gonzalo ya había partido. Lo alcanzó a la altura de la sierra de Motin en febrero de 1541, y juntos continuaron cruzando la provincia de Quijos y la sierra de Zumaco.

Francisco de OrellanaFrancisco de Orellana

Descubrimiento del rio Amazonas

A medida que se internaban en la selva, las inclemencias del clima empezaron a minar la salud de los expedicionarios, muriendo muchos de ellos, tanto soldados de la hueste como indios auxiliares. Los víveres empezaron a escasear y se vieron obligados incluso a comerse a los caballos. Decidieron entonces construir una embarcación y en tanto enviar a Orellana en busca de provisiones. Luego de muchos días de navegación éste y sus hombres hallaron una aldea sobre el río Ñapo y saciaron su hambre. Quisieron retornar pero el torrente del río les impidió el regreso y se vieron obligados a seguir su curso, hasta que entraron en el cauce del río Amazonas -llamado por los indios Paraguanassu- el 2 de febrero de 1542. Por razones que hasta ahora son materia de discusión entre los historiadores, Orellana en este punto decide no volver a reunirse con Pizarro y, más bien, continuar el recorrido por el gran río descubierto. Luego de cuatro meses, durante los cuales el extremeño y sus hombres cubrieron aproximadamente 1 700 leguas, llegaron al océano Atlántico el 26 de agosto. Bordearon la costa hasta llegar a la isla Trinidad y luego continuaron hasta Santo Domingo, a donde llegaron tres meses después. Gonzalo Pizarro y sus hombres, mientras tanto, sin provisiones, emprendieron el camino de regreso a Quito, cruzando nuevamente la inmensa selva y la gélida cordillera de los Andes.

Mapa del descubrimiento del Río Amazonas
Mapa del descubrimiento del Río Amazonas

Regreso a España

Orellana viajó inmediatamente a España para informar a la Corona de su descubrimiento. Fue recibido por la corte en la ciudad de Valladolid y logró que se le diera una capitulación nombrándolo gobernador de Nueva Andalucía, a doscientas leguas de la margen izquierda del río Amazonas. Con su propio peculio preparó una armada, reclutó gente y zarpó de Sanlúcar de Barrameda el 13 de mayo de 1545. Atacado por una grave enfermedad murió en noviembre de 1546 cuando había traspuesto la desembocadura del río. Años después Gonzalo Pizarro le acusaría de traidor, no sólo por haberlo abandonado en plena selva, sino por haberle robado su más preciado secreto: “la salida del otro mar”. Hay diferentes versiones que pretenden explicar el nombre del río Amazonas: la más difundida es la de que Orellana debió hacer frente, con su expedición, a las amazonas, un grupo de aguerridas mujeres -altas, de tez blanca y de largas cabelleras, según refieren las crónicas- en las zonas ribereñas del gran río. También se ha dicho que el nombre es una combinación de las palabras indígenas ama (romper) y zona (canoa), es decir “río rompe canoas”.


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