No podemos decir que Frankfurt sea una de las ciudades europeas más turísticas. En ella se celebran grandes ferias comerciales, es sede del Banco Central Europeo, también del Bundesbank y uno de los centros financieros más importantes a nivel mundial.
Su aeropuerto internacional es uno de los de mayor tráfico en Europa, y probablemente hayáis realizado escala en este aeropuerto si volábais con destino asiático. De hecho, técnicamente puedo decir que había estado varias veces en Frankfurt, aunque ésta era mi primera estancia turística en la ciudad.
Soy de la opinión de que todos los lugares tienen su encanto y sus secretos. Frankfurt también los tiene, así que os voy a contar todo lo que en este viaje realizamos y que no debéis dejar de hacer cuando la visitéis.
Aterrizamos en el aeropuerto de Frankfurt-Hanh, que es el que suelen utilizar las líneas aéreas low cost y nos trasladamos a Frankfurt en un autobús que hizo paradas previas en Mainz (Maguncia) y el aeropuerto internacional de Frankfurt, antes de dejarnos junto a la estación central (Frankfurt Hauptbahnhof).
Nuestro hotel se encontraba a menos de 10 minutos caminando, así que no fue necesario utilizar otro transporte público. Su ubicación, entre la estación central y el centro histórico, resultaba muy cómoda para todo lo que pretendíamos hacer durante esos días, ya que no sólo teníamos previsto visitar Frankfurt sino que habíamos planeado acercarnos en tren a Heidelberg.
Era media tarde cuando habíamos dejado el equipaje en nuestras habitaciones y nos disponíamos a tomar nuestro primer contacto turístico en la ciudad. Hacía calor y nos sorprendió la cantidad de gente que había en la calle y en las terrazas disfrutando de una cerveza o disponiéndose a cenar, siendo como era jueves.
También nos sorprendió la cantidad de obras y grúas que salían a nuestro paso, parecía que estaban reconstruyendo medio Frankfurt.
Llegamos a la Plaza Römemberg, considerada el centro de la ciudad vieja y rodeada de edificios construidos en madera, algunos de los cuáles fueron restaurados tras la guerra. En uno de los laterales de la plaza se encuentra la Iglesia de San Nicolás, Nikolaikirche, aunque el edificio principal es el actual ayuntamiento, el Rathaus Römer, donde fueron coronados varios emperadores alemanes.
Si tenéis ocasión de ir en diciembre, en esta plaza es donde se celebra uno de los mejores mercadillos navideños de toda Europa.
Foto por aquí, foto por allá y por qué no nos sentamos en una terraza a tomar una cerveza acompañada de unas salchichas. Dicho y hecho. Elegimos la terraza del Binding Schirn, por ubicación y por que ofrecían lo que andábamos buscando, aunque debo aclarar que los platos fueron de lo más normalito, e incluso añadiría que para turistas a pesar de que eramos las únicas que cumplíamos esta condición y el resto eran alemanes. Quizás sea que los españoles somos demasiado exigentes.
Paseamos por los alrededores y ya de noche, aclarar que en esta época allí anochece muy tarde, nos fuimos a dar una vuelta por el río. Cruzamos el puente de hierro de Frankfurt, Eiserner Steg, desde donde se puede contemplar uno de los skyline más bonitos de la ciudad y podemos entender fácilmente por que se conoce al distrito financiero como Mainhattan: Main es el río que la atraviesa, Meno en español, y de ahí Mainhattan emulando al Manhattan neoyorquino.
Seguimos paseando por la ribera del río, los jardines invitan a ello y las temperaturas son veraniegas, quizás por ello los frankfurtianos estén aprovechando esta noche de jueves como si mañana no fuera laborable para algunos. Un buen rato después, nosotras nos retiramos, el día ha sido largo.
Tal y como habíamos previsto, el viernes vamos a dedicarlo a conocer Frankfurt a fondo, o al menos lo que las nubes nos dejen, por que ha amanecido de un gris oscuro subido y sabemos que el tiempo nos va a dar tregua la justa.
Tras el desayuno, emprendemos marcha. Decidimos seguir la sugerencia que nos propone uno de los folletos turísticos que llevamos y que nos lleva por el jardín que bordea el núcleo central de Frankfurt y donde antes limitaba la ciudad, pasando por la sede del Banco Central Europeo y la Alte Oper, el antiguo teatro de opera.
Desde allí nos acercamos al edificio de la Bolsa donde justo enfrente nos podemos encontrar con las estatuas de un toro y de un oso, el primero representa las alzas del mercado bursátil y el segundo las bajas.
En una de las calles aledañas a la Bolsa nos encontramos con el Schillermarkt, un mercadillo de todo tipo de productos frescos, carnes, embutidos y frutas, donde también se pueden degustar los vinos de la zona. Es una pena que estemos recién desayunadas por que apetece probarlo todo.
Desde aquí nos vamos a la plaza Hauptwache donde se encuentran los grandes almacenes Kaufhof y el famoso edificio Hauptwache, que fue una comisaria de policía. También se ubica allí la Iglesia de Santa Catalina.
Ahora nos dirigimos a visitar la Casa de Goethe, muy cerca de allí, ubicada en una estrecha calle donde dejan aparcar coches por todos los lados y en la que están haciendo obras, justo en el solar adyacente a la casa, para albergar el museo, con lo cuál, le quitan todo el encanto a la fachada de la casa. En fin ...
Cuando programábamos nuestra estancia dudábamos en si visitar o no la Casa de Goethe. Ahora, y tras realizarla, creo que es algo que no os debéis perder si os pasáis por Frankfurt.
En esta casa nació y vivió Goethe, el autor de Fausto, y en ella se puede contemplar como vivía una familia de clase media-alta de la época. Se puede visitar la cocina, el estudio, la sala de música, el salón comedor y la biblioteca, así como le resto de estancias, donde se conservan tanto muebles y enseres de la época como una buena colección de pinturas o el teatro infantil de títeres del propio Goethe.
Nos acercábamos a mediodía y pensamos en ir hacia Friedberger Platz donde hay un mercadillo semanal con puestos de comida callejera, con la mala suerte que de camino comenzó a llover, la lluvia comenzó a coger fuerza y el viento le acompañaba. Cuando llegamos, el mercadillo estaba, aunque bastante reducido, pero resultaba imposible comer allí. Así que iniciamo el regreso hacia la zona comercial, la calle Zeil, y en una de sus travesías un pequeño restaurante de pescado nos llamó la atención.
Brauns Fisch Restaurant, es un pequeño local sin grandes lujos y con una amplia carta en las que el ingrediente estrella es el pescado. Nos sorprendió gratamente, ya que todo lo que pedimos estaba muy rico y los platos eran muy completos. Acertada elección.
Tras nuestra parada para comer seguía lloviendo y bastante. Pasear no resultaba agradable, así que nos fuimos de compras al centro comercial MyZeil que lo teníamos justo al lado.
Ya al final de la tarde el tiempo volvió a darnos una tregua, lo cuál agradecimos ya que para la cena de viernes teníamos previsto acercarnos al barrio Sachsenhausen, al otro lado del río, donde se encuentra el Apfelwein Adolf Wagner, una taberna-restaurante muy conocida y frecuentada tanto por alemanes como por turistas, y donde se pueden degustar las especialidades alemanas acompañadas de sidra, no sirven cerveza.
Afortunadamente habíamos reservado mesa, por que cuando llegamos allí no cabía ni un alfiler. Compartimos la mesa con unos alemanes que nos hicieron alguna sugerencia sobre qué pedir. Pasamos una noche divertida, cenamos por encima de nuestras posibilidades, que es nuestra frase para indicar que cenamos más de la cuenta, bebimos sidra y también vino, hasta una especie de chupito de alta graduación alcohólica que sirven al final con un albaricoque.
En fin, que reímos, bromeamos, disfrutamos de la comida, la sidra acabo gustándonos y puede que hasta comenzáramos a entender el alemán hablado, la asignatura de alemán escrito la dejamos para otra visita. ¡Qué bien lo pasamos! Seguro que mis compañeras de viaje estarán de acuerdo, pero sólo por ratos como éste merecen la pena estos viajes de solo-chicas.
La vuelta al hotel la hicimos paseando tranquilamente. Volvimos a cruzar el río Meno. ¡Cuánto me acabó gustando este río, sus riberas, sus alrededores, sus vistas, sus puentes!
A la mañana siguiente nos fuimos a Heidelberg, pero esta parte del viaje os la contaré en Heidelberg, romanticidad en verde, ahora seguiré con nuestras últimas horas en Franfurt.
Cuando el sábado volvimos de Heidelberg nos fuimos a cenar al centro, cerca de la plaza Römemberg. El azar hizo que eligiéramos el Haus Wertheym, aparentemente con una carta aceptable y una bonita y típica decoración, aunque acabara por no cumplir demasiado con nuestras expectativas. En cualquier caso, lo pasamos bien y tomamos una buena cerveza.
Teníamos que dejar Frankfurt al día siguiente a media mañana, así que si hacía buen tiempo, que lo iba a hacer, nos levantaríamos temprano y nos iríamos a hacer una buena caminata por la ribera del río.
En Frankfurt amanece a las 5 y bien poco, así que a las 8:30h el sol comenzaba a lucir con fuerza y la ciudad nos brindaba una despedida de cielo azul, sol radiante y temperatura veraniega.
Comenzamos a caminar por la ribera derecha del río, le echamos el último vistazo a la Torre de la Catedral de San Bartolomé, cruzamos por el puente Alte Brücke y nos deleitamos tranquilamente con las vistas que de allí se obtenían sobre el río Meno y sobre el distrito financiero.
Seguimos, ahora ya por la ribera izquierda, en dirección a la Iglesia luterana Dreikönigskirche, no pudimos entrar ya que se encontraba cerrada. Continuamos paseando, llegamos al puente de hierro, ese puente peatonal que cruzamos cada uno de los días que estuvimos en Frankfurt y que está repleto de candados que los enamorados van dejando allí.
Durante el paseo nos cruzamos con gente corriendo, haciendo bici, piragua o remo y es que el río, tanto dentro como fuera del agua, es el lugar ideal para hacer deporte. Hasta las familias de patos habían salido a pasear y tomar el sol, cosa que no habíamos visto los días anteriores.
Adorable este paseo que se me ha quedado grabado como una de las cosas a resaltar de esta escapada y es que a estas alturas del post creo que no tengo que aclararlo, pero es lo que más me gustó de Frankfurt. Sin él, la ciudad no hubiera sido lo mismo ni de lejos.
El tiempo había pasado sin darnos cuenta, había que iniciar el regreso hacia el hotel. Cruzamos esta vez por el puente peatonal Holbeinsteg y caminando por el parque Nizza nos fuimos hacia el que había sido nuestro alojamiento. Recogida de equipajes, traslado al aeropuerto y vuelta a Valencia. Al año que viene más.
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- Binding Schirn: Taberna alemana con terraza. Buena ubicación y buena cerveza, aunque nada a resaltar de los platos servidos, simplemente aceptables.
- Brauns Fisch Restaurant: Sencillo restaurante ubicado en la zona comercial, muy cerca del centro comercial Myzeil. Amplia carta de platos de pescado. Correcta relación calidad/precio.
- Apfelwein Adolf Wagner: Sidrería muy frecuentada por los alemanes y también por los turistas. Repleta los fines de semana con un ambiente divertido y jovial. Especialidades alemanes, no hay cerveza. Visita recomendable.
- Haus Wertheym: Restaurante de especialidades alemanas, típicamente decorado y muy cerca de la plaza Römemberg. Encontramos los platos algo flojos.
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Bon Voyage!