Revista Arte

Free Cinema: una pequeña muestra

Por Androsmalv

Free Cinema: una pequeña muestra
                                                     Actitud significa estilo. Estilo significa actitud

Así como inició el Free Cinema, con una pequeña muestra, nos acercamos a este movimiento cinematográfico, que como muchos de los nuevos cines y la modernidad en los años cincuenta, tuvo como protagonistas al descontento, la inconformidad y las realidades de una juventud, que querían desprenderse no sólo de la generación de sus padres, sino de la Segunda Guerra Mundial y cierto aplacamiento a una sociedad conservadora y moralmente desgastada. El Free Cinema, como todo movimiento es tan heterodoxo y variable en temáticas y forma, que sin embargo, tuvo como fondo a las ciudadelas y chimeneas industriales, al igual que las casas grises  y callejones cerrados, por las que transitaban no sólo los protagonistas de estas historias, sino unos inconformes, rebeldes  y airados jòvenes que veían con pesimismo sus vidas, trabajos, escuelas o mundo que los rodeaba. 

Hay que tener en cuenta, que los años cincuenta fue un caldero social y cultural, en el que se empezó a establecer no sólo el fin - o el inicio de éste- de la colonización, el encumbramiento del capitalismo, con sus distanciamientos económicos, y represiones morales, que no van a ser ajenos al teatro, la literatura y evidentemente a un cine, que se alimenta de tales discursos; porque el Free Cinema tuvo mucho de literario, y el nuevo teatro británico su laboratorio estilístico; aunque la premisa de este movimiento fuera el desprendimiento con lo tradicional y cierto aire modernista, más que sus narrativas o determinaciones visuales, fue su compromiso social y acercamiento a la realidad, lo que realmente le dio un sitio en la historia del cine; avalado por la escuela documental de Grierson, el neorrealismo italiano y las nuevas olas, estos cineasta británicos que se sentían cercanos a esa idea del angry young men, pusieron en escena a los obreros, las condiciones políticas de un paìs y sus represiones, que iniciaban desde la escuela  y se podían vislumbrar, en ese no futuro, de las minas, los trabajos peligrosos y la explotación, no sólo laboral sino social.  

Los primeros momentos 

A mediados de los 50, cineastas jóvenes, independientes y descontentos con un cine "academicista" y de tradición,  deciden hacer una muestra de cine: cortometrajes y documentales, que se va a denominar Free Cinema, con alguna injerencia del director teatral y escritor John Osborne; el National Film Theather va a abrir las puertas a estos cineastas, y de ahí en adelante, esas historias de descontento, agresividad y suburbios se hará común, en imágenes que más que informar, expresarán los sentimientos de una generación; en el Free Cinema, la perfección no era el fin, ni mucho menos las imágenes bellas, aunque algunas estuvieron cargadas de cierta poesía de lo cotidiano.

Lindsay Anderson, Karel Reisz o Tony Richarson, fueron esenciales para este movimiento, que también fue firmado por éstos tanto en manifiestos como en la revistas Sequence, que además de hacer crítica cinematográfica puso en palabras su sentir e ideas. Aunque, se puede decir que el Free Cinema fue efímero, su herencia se reflejó rápidamente en el cine social inglés, y en distintas cinematografías, en las que los pobres, obreros y los descontentos sociales, fueron protagonistas. 

Las películas

Seleccionamos cuatro películas, consideradas para algunos - portales y revistas- las mejores o más relevantes del Free Cinema, éstas comparten a la escuela como escenario represivo, a excepción de  Saturday Night and Sunday Morning de Karel Reisz, al trabajo obrero como fatal destino, y una sociedad que veía en los adolescentes, no sólo un peligro sino un incontrolable cambio de pensamiento y actitud, que parecía el común denominador de una Europa en tránsito.  

Eso sí, debemos reconocer que esta selección no nos muestra ni la que es considerada la primera película del Free Cinema: Room at the Top (Jack Clayton), así como descartamos los documentales que se presentaron en la primera muestra de este movimiento, así como otras obras, igualmente,  se puede colocar en tela de juicio la selección de Kes (Ken Loach), obra de un realismo social, que más que pertenecer al Free Cinema, fue legado del mismo, peor que comparte muchas de las inquietudes y componentes estilísticos de ésta; a continuación, las películas que vimos - el orden no es cronológico-.  

If...(1968)




Película ganadora en Cannes de Lindsay Anderson, y una de sus obras más conocidas, en la que va a aparecer el icónico Mick Travis, encarnado por un Malcolm McDowell, que iniciaba su carrera y haría de su actitud rebelde y salvaje, una marca registrada. Obra, que recuerda al Cero en Conducta de Jean Vigo, pero más cruda e insensata en su contenido, que nos revela lo dictatorial y represivo que llegaba a ser la escuela, sobre todo las tradicionales inglesas, en las que la fe, lo militar y el orden eran el rezo; con tintes oníricas, y vanguardistas, como  ese blanco y negro, que aparecía de la anda - aunque ésto se debió más a la falta de presupùesto que a algo estilístico -, se desarrolla este argumento, en el que el caos, la rebeldía juvenil y el acabar con la escuela, se vuelve el hilo conductor. Con una fotografía dura, sin muchas precisiones estéticas, se desarrolla este largometraje, que tiene tanto de salvaje como de reflejo de una sociedad que cabía en las paredes de un claustro.  

No se si If, sea la mejor película de Anderson, pero sí es la que mejor resume su obra, o por lo menos eso escriben en otros textos, lo que sí es cierto, es que Anderson dirige una obra visceral, con ecos surreales y de rebelión, que no distaba mucho de lo que estaba pasando con sus vecinos del sur y del este.

Aunque la actuaciòn de McDowell y el montaje de David Gladwell son sobresalientes, es el espíritu combativo de esta obra, lo que más resalta, porque fiel al espíritu del Free Cinema, la obra de Anderson es bastante imperfecta. 

Saturday Night and Sunday Morning (1960)

Basada en el libro homónimo y guión de Alan Silitoe, película que es un retrato descarnado y nihilista -en el sentido más inmediatista- de la sociedad obrera inglesa; Karel Reisz, director checo afincado en Inglaterra, propone en esta obra, ese sin futuro de los trabajadores mineros, que se sintetiza en la figura de Arthur Seaton (Albert Finney), un obrero que sólo desea pasarla bien sin ninguna consecuencia. El guión de Silitoe entre lo biográfico (su padre) y lo contextual (la Inglaterra del momento) es una catarsis que no sólo se ve reflejada en Seaton, sino en una sociedad, la inglesa en la que los pubs y el cine eran la única vía de escape; Seaton, tan irresponsable, airado y molesto, más que una figura negativa, era producto de su tiempo, hijo de las guerras mundiales, de la explotación laboral minera y de ese capitalismo de supervivencia que se revelaba cómo el único artífice de una sociedad; hecha en blanco y negro, con música jazz de fondo y algunos ejercicios de vanguardia en el montaje, lo que realmente sobresale es la actuación de Finney, un papel que lo consagró y que mostraba esa cara  dura de la sociedad obrera inglesa, que se vestía elegantemente, se gastaba su dinero en alcohol y vivía constantemente en contra de todo y de todos. La secuencia final, es un inteligente giro, en el que Seaton, ya se ha establecido con la chica de sus sueños, después de haber abandonado a una mujer mayor, embrazada y esposa de uno de sus compañeros, se da cuenta que el mismo, soportará el destino de todo lo que odia.   



La soledad del corredor de distancia



Kes



Volver a la Portada de Logo Paperblog