Posiblemente hayas oído alguna vez la expresión “tener baja tolerancia a la frustración”. O sino, si te suena demasiado técnico, quizá hayas escuchado a alguien decir de otro: “esta persona no aguanta nada”, “no soporta el más mínimo contratiempo”, o “se ahoga en un vaso de agua”
La frustración no es más que aquel estado emocional que aparece en el individuo cuando ve bloqueada la consecución de un objetivo o meta. Por ejemplo, cualquiera de nosotros puede frustrarse cuando pasamos toda la tarde buscando en casa un papel importante y no lo encontramos, cuando por más que tratamos de reparar un aparato no lo conseguimos o cuando vamos con toda la ilusión del mundo a comprarnos algo y la tienda está cerrada.