Revista Expatriados
Resulta notable la tendencia que tienen los aviones a venirse a bajo cuando llevan a bordo a algún político o militar importante. Así sucedió con el General Sanjurjo, con el General Mola, con el dictador panameño Omar Torrijos, con el Secretario General de NNUU Dag Hammarskjöld, con el líder mozambiqueño Samora Machel… Yo, si fuera gobernante y me pusiese a tocarle las narices a alguna gran potencia, no viajaría más que en bicicleta.Uno de esos gobernantes que hubieran debido ir en bicicleta y prefirieron ir en un avión que sintió el imperioso llamado de la ley de la gravedad, fue el dictador pakistaní Zia Ul-Haq.El 17 de agosto de 1988 Zia se despertó temprano. Tenía que ir a Bahawalpur para asistir a la demostración de un tanque norteamericano M1 Abrams, modelo que EEUU le quería vender. Inicialmente había pensado que sus dos hijos menores le acompañasen, pero desistió de la idea porque la noche anterior se habían acostado tarde y aún estaban dormidos. Parece que Zia nunca había estado demasiado interesado en asistir a esa demostración y que fue el General Mahmud Ali Durani, comandante del cuerpo blindado, el que le convenció para que fuera. Zia y su séquito hicieron los 530 kilómetros hasta Bahawalpur en el Hércules C-130 presidencial. Desde Bahawalpur se trasladaron en helicóptero al lugar de la demostración. La demostración fue más una broma pesada que una demostración en toda regla: el tanque falló 10 tiros de 10 que disparó. Tras el fiasco, Zia regresó a Bahawalpur, donde comió, mientras bromeaba con sus generales. Tras el almuerzo, se dirigió al C-130 y antes de subir a bordo rezó en dirección a La Meca. En el avión montaron también el Embajador de EEUU en Islamabad, Arnold L. Raphel y el jefe de la misión militar norteamericana en Pakistán, el General Herbert M. Wasson. No está claro si estaba previsto que el Embajador Raphel volase de regreso en el mismo avión que Zia o si fue una decisión de última hora. La viuda afirma que así lo habían previsto y dado que el Embajador tenía muy buenas relaciones con Zia es probable que así fuera. Quien, desde luego, fue un añadido de última hora fue el General Wasson.Una avioneta Cessna realizó una comprobación final de seguridad. Tras eso, el C-130 despegó. A los pocos minutos de haber despegado, la torre de control de Islamabad preguntó al comandante del avión, Mashhood Hassan, a qué hora pensaba que llegaría. Tras eso le preguntó por su posición. Mashhood respondió “standby” y no dijo nada más. Nuevas preguntas de Islamabad no tuvieron respuesta. Siguieron unos minutos frenéticos de búsqueda del avión del presidente.Más tarde se supo, por testimonios de campesinos que lo habían visto, que a poco de despegar, el avión empezó a dar bandazos hacia arriba y hacia abajo. Al tercero cayó en picado al suelo. Explotó con el impacto y los tanques de gasolina reventaron en una gran bola de fuego. Los treinta ocupantes murieron en el acto.Hubo dos equipos investigando el accidente, uno norteamericano y otro pakistaní. Los norteamericanos eran seis expertos en accidentes aéreos de las Fuerzas Aéreas de EEUU. Resulta interesante que el Secretario de Estado George Schultz rechazase el envío de un equipo forense del FBI, a pesar de que el FBI tiene competencias en el caso de accidentes aéreos en los que se vean envueltos ciudadanos norteamericanos y que tiene mucha experiencias en temas de ataques terroristas y sabotajes. Los norteamericanos llegaron a la conclusión que los aviones a veces se caen y que la fuerza de gravedad le tiene una especial querencia al Hercules C-130. Su tesis era que los C-130 presentan una falla en el timón y el sistema hidráulico, que había sido detectada en unos 20 o 30 aparatos del modelo. A un aparato en Colorado le pasó lo mismo y el piloto logró salvar la situación, entre otros motivos porque no estaba tan cerca del suelo como el avión de Zia Ul-Haq. Además, los pilotos pakistaníes seguro que no eran ni la mitad de habilidosos que los “boys” norteamericanos.El 14 de octubre de 1988 el New York Times publicó una noticia cuyo titular era: “Fallo mecánico considerado como causa del accidente de Zia”. La noticia empezaba diciendo: “Expertos enviados a Pakistán para investigar el accidente de aviación que costó la vida al Presidente Mohammad Zia ul-Haq han concluido que el accidente fue causado por un fallo mecánico del avión y no por una bomba o misil, dijeron funcionarios de la Administración.” Una frase muy interesante de la noticia es la siguiente: “Phyllis E. Oakley, viceportavoz del Departamento de Estado, dijo que Pakistán era responsable de la investigación y que EEUU sólo había proporcionado asistencia técnica. La Sra. Oakleydijo que correspondía a los pakistaníes hacer cualquier anuncio sobre la investigación.” La noticia también informaba de que las tareas del equipo se habían visto entorpecidas por la ausencia de la caja negra (el avión no la llevaba) y porque los restos del avión habían sido movidos por los primeros que llegaron al lugar del accidente para sacar a las víctimas. Hay varias cosas que resultan interesantes en la noticia: la primera es que obviamente todas sus fuentes eran oficiales, o bien del equipo de investigadores norteamericano, o bien, mas probablemente, del Departamento de Estado. El arranque de la noticia está muy bien. Queda muy aséptico y científico eso de que los expertos han concluído. Más adelante la mención a los investigadores pakistaníes resulta muy adecuada; da la idea de que los norteamericanos no estuvieron solos, que los pakistaníes estaban supervisando y se hubieran dado cuenta de si hubieran hecho algo raro. Lo mejor de todo es que la viceportavoz del Departamento de estado diga que corresponde a los pakistaníes hacer cualquier anuncio sobre la investigación, pero sean los norteamericanos quienes le están filtrando la información al New York Times. La noticia salió publicada tres días antes de que Pakistán hiciera público el informe sobre el accidente. Si fuera mal pensado, diría que había alguien en el Departamento de Estado interesado en difundir la idea de que había sido un puro fallo mecánico antes de que el informe pakistaní dijera otra cosa. A se sabe que a menudo la gente se queda con la primera idea que ha oído sobre un tema y que informaciones subsiguientes contradiciendo la idea original no se registran.Efectivamente, el 17 de noviembre Pakistán dio a conocer el informe sobre el accidente y en él señala que la causa fue sabotaje o una acción criminal. El New York Times informó debidamente de esto, pero nuevamente le dio algún giro interesante a la historia. El arranque de la noticia dice: “Un informe publicado hoy por un equipo de investigación pakistaní [pregunta: ¿por qué dice “un equipo”? Debería haber dicho el “equipo de investigación pakistaní”] dijo que un sabotaje u otro acto criminal probablemente causó el accidente de aviación que mató al Presidente Mohammad Zia ul-Haq… Pero el informe no especificó qué acto criminal estuvo involucrado.” Como la gente no se lee las noticias hasta el final, es bueno dar la primera en la frente. Leyendo esto uno tiene la impresión de que los expertos pakistaníes están muy despistados. El informe efectivamente no pudo concretar lo que había ocurrido exactamente, pero sí que apuntó cuál podía haber sido la causa criminal del accidente, aunque no la pudo demostrar porque las investigaciones no se hicieron como se hubieran debido hacer, entre otras cosas por la ausencia de la gente del FBI. El comienzo del cuarto párrafo de la noticia tampoco tiene desperdidio: “El resumen del informe pakistaní dice que los investigadores no pudieron encontrar una razón técnica para el accidente y por tanto concluyeron que la única causa posible era un acto criminal.”Aquí parece que los pakistaníes son unos incompetentes paranoicos que, como no entienden la causa técnica del accidente que habían apuntado tan bien los expertos norteamericanos, se lanzan a la piscina y denuncian que fue un acto criminal. El final de la noticia es más aséptico e informativo, pero ¿cuántos lectores llegaron hasta ahí?Como complemento, la noticia traía la reacción norteamericana y nuevamente The New York Times hizo un prodigio de información sesgada. La noticia señala que fuentes oficiales norteamericanas dijeron que las conclusiones pakistaníes eran distintas que las de los expertos norteamericanos y apuntaron que la conclusión sobre el sabotaje reflejaba “un estado de ánimo” del ejército pakistaní. Vamos, que eran unos paranoicos que veían enemigos en todas partes.Bueno, ¿y qué fue lo que descubrió el informe pakistaní? Lo primero que hay que mencionar es lo que no descubrió: no descubrió ninguna falla mecánica que justificase el accidente. El avión estaba entero cuando se estrelló, luego no hubo fallo estructural. La única autopsia que se realizó, que fue la del General Wasson, mostró que sus pulmones no tenían los típicos rastros que aparecen cuando la víctima ha aspirado el humo de un incendio; es decir, que no había habido un fuego a bordo. Los motores no habían fallado ni había habido problemas con el combustible. Los relojes del avión marcaban el momento exacto del choque, las 4.31 de la tarde, lo que mostraba que los sistemas eléctricos no habían fallado. Los sistemas de control del avión estaban funcionando correctamente cuando se estrelló. El único problema que se detectó fueron partículas de polvo en el sistema hidráulico de cola, pero los investigadores pakistaníes estimaron que no eran suficientes para provocar un accidente de estas características.Los investigadores también descartaron otras dos incidencias: 1) Era un día claro e inmediatamente antes y después habían volado otros aviones, con lo que causas atmosféricas en el accidente podían ser descartadas; 2) El estado de los restos mostraba que el avión no había recibido el impacto de un misil. Asimismo podía descartarse con casi completa seguridad un fallo humano de los pilotos, ya que el avión no se encontraba en los momentos críticos del despegue y el aterrizaje.Por consiguiente los expertos señalaron que “la única causa posible del accidente es un acto criminal o un sabotaje que produjese la pérdida de control del avión.” Esto es lo mismo que decía la noticia que publicó The New York Times el 17 de noviembre, pero ¿a que explicado en su contexto como lo he hecho, no suena tan paranoico?Los expertos descubrieron restos de tertranitrato de penterythritol, antimonio y sulfuro, compuestos que pudieron haber servido de detonadores para una pequeña bomba. Se especuló con que esa pequeña bomba hubiera podido detonar una cápsula de gas nervioso que habría incapacitado a los pilotos. Hay una serie de indicios que podrían apuntar a que los pilotos no estaban conscientes en el momento del choque: 1) La comunicación por radio quedó repentinamente silenciosa. Si se hubiera producido un fallo mecánico o uno de los pilotos hubiera intentado hacerse con el control del aparato para estrellarlo, se habrían oído voces, gritos, no el silencio; 2) Los movimientos erráticos de los últimos instantes del avión parecen más consistentes con un avión que no pilota nadie, que con un avión cuyos pilotos han perdido el control y están intentando recuperarlo; 3) Los pilotos no dieron la señal de alarma de que tenían problemas graves, algo incomprensible en el caso de unos pilotos tan profesionales como experimentados como los del avión presidencial.¿Cómo se habría podido introducir la bomba en de gas venenoso en el avión? Se ha hablado de un par de cajas misteriosas de mangos que fueron introducidas en el avión, mientras estuvo aparcado en Bahawalpur, y que no fueron inspeccionadas adecuadamente, ya fuera por desidia o a propósito.Pero lo de las cajas de mangos y lo del gas venenoso no pasan de ser especulaciones porque, sospechosamente, los expertos no hicieron su trabajo a conciencia. El primer error, que es de manual, es que no realizaron una autopsia a los pilotos. Hubo prisa por enterrarlos, de manera que nunca se sabrá si fueron víctimas de un gas nervioso. El segundo error es que se hizo una investigación muy somera, casi de trámite, sobre las circunstancias en las que se vigiló el avión durante su estancia en Bahawalpur y si hubo movimientos sospechosos.Nunca sabremos con absoluta certeza lo que sucedió, pero las posibilidades de que el accidente fuera provocado son muy elevadas. La hipótesis de la caja de mangos con una bomba de gas venenoso introducida durante la escala en Bahawalpur es la hipótesis más coherente con las circunstancias que conocemos del accidente. Y, como en las buenas novelas policiacas, ahora viene la pregunta del millón: ¿quién lo hizo?