¿Hacia una economía de la escasez?
La nueva subida de precio de la gasolina ha encendido el debate energético. Nunca debiera estar apartado de la agenda política. ¿Cómo gestionar una situación de escasez que evite la actual escalada de precios?
Wolfgang Schäuble –Ministro de Finanzas de Alemania- está en contra de reducir impuestos; Norbert Röttgen -Ministro de Medio Ambiente de la CDU y candidato en las elecciones de Renania del Norte- no descarta, incluso, un incremento de los mismos. Sigmar Gabriel -jefe de la oposición del SPD- reclama aliviar el incremento a conductores con menos ingresos, financiándolo con un nuevo impuesto. El litro de gasolina a 1,84 euros tiene 47 céntimos de impuestos y 15,34 céntimos son ecológicos en Alemania.
Para evitar precios prohibitivos en bienes de primera necesidad, como lo es la energía, John Maynard Keynes propuso un sistema de “raciones”. No consiste tanto en ejercer el control sobre el consumo agregado, como restringir, de una manera justa, el acceso a un bien escaso. Evitar el incremento del precio. Parece que haya pasado desapercibido que la Unión Europea tiene desde 2005 un mercado de “raciones” de carbono. Si una tonelada de CO2 genera más valor en una industria A que es otra B, esta puede transferir sus “raciones” a la primera: mejora la asignación de recursos y la competitividad.
¿O acaso prefieren reducir las emisiones de CO2 permitiendo elevar el precio de la gasolina hasta niveles prohibitivos? Si el precio de las emisiones de CO2 se elevará de forma indeseable -el producto que queremos restringir- provocará un efecto indeseado, en lugar de un incentivo de mejora de la eficiencia y competitividad. Restringir determinados bienes -mediante “raciones”- es una solución eficiente, equitativa y eficaz (las tres “E”). Facilita sustituir un mal: el CO2, por un bien: orientar las inversiones hacia tecnologías de alta eficiencia.“Tax bads, not goods!”.
¿Ha funcionado el mercado de CO2?
El Centro de Estudios de Políticas Europeas (CEPS) acaba de publicar un balance sobre si el mercado europeo de CO2. ¿Se puede convertirse en el motor de futuros mercados de carbono? (vean http://www.ceps.be/book/eu-emissions-trading-scheme-driver-future-carbon-markets).
El sector privado se enfrenta a la inseguridad y a la cobardía regulatoria de los gobiernos; ¿no son conscientes que están retrasando inversiones necesarias para estimular la economía? El precio del CO2 no refleja un equilibrio entre oferta y demanda, es la muestra de los problemas de elegibilidad y arbitrariedad normativa -señala CEPS.
Oliver Sartor y Nicholas Berghmans analizan que efecto tendría si el gobierno, por ejemplo, de Reino Unido se plantea objetivos más ambiciosos -de forma unilateral. David Cameron se ha comprometido a reducir las emisiones de CO2 un 80% para 2050 y un 37% para 2020 (http://www.cdcclimat.com/IMG//pdf/11-06_point_climat_6_-_prix_minimum_du_co2_au_royaume-uni.pdf). Propone que la subasta de CO2 tenga un “precio base” (prix plancher) para estimular inversiones en tecnologías bajas en carbono y reactivar el crecimiento.
Actuaria como una “tasa” que ofrece a los inversores mayor previsibilidad y seguridad. Las emisiones con un coste marginal mayor tendrían un incentivo para ser reducidas. Pero, ¿qué efectos tendría sobre el resto de Europa que no siguiera esta política? Nos enfrentamos a políticas climáticas con distintas velocidades. Se piensa en evitar el coste de la ambición sin reparar en el coste de quedar rezagados, y algo más, los efectos que tiene el escapado del pelotón sobre los demás.
Oliver Sartor y Nicholas Berghmans sostienen si Europa no acepta la propuesta danesa -dando apoyo a las posiciones de polacas-, a saber, cancelar 1,4 millones de toneladas, aumentando en 2,25% la reducción lineal (en lugar del 1,74% anual), el fecto sería demoledor: se hundiría el precio del CO2, los estímulos para la innovación volarían, Europa vería reducir los ingresos por la subasta de derechos de carbono con perdida de competitividad y eficiencia. Una señal débil de las raciones de carbono no sería un estímulo para inversiones bajas en carbono -advertía el vice primer ministro Nick Clegg en Guardian (http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2012/apr/19/we-need-this-key-climate-commitment?intcmp=239).
Mientras Reino Unido con su prix plancher lograría captar inversiones e ingresos de la subasta para liderar una economía verde. Alemania sin nucleares, mantiene el compromiso de reducir un 40% las emisiones en 2020 -acaba de designar a EEX la plataforma de la subasta. ¿Los escapados del pelotón -Reino Unido y Alemania- serán capaces de señalar al resto de países el camino para llegar a la meta?
Fragmentación de la política Europea.
La atomización de la política climática refleja grave momento político que vive el viejo mundo. Europa empeñada en su suicidio económico. La Comisión Europea (en SWD(2012) 5 final de febrero de 2012) vuelve a recordar los beneficios que supone ambicionar un 30% de reducción de CO2. Los ingresos que obtendrían los estados serían un tercio mayor que con un 20%.
En pasado mes de marzo Reino Unido puso a consulta pública un carbon price floor (http://www.hm-treasury.gov.uk/d/carbon_price_floor_consultation_govt_response.pdf). El objetivo es fortalecer la señal de precios de carbono. El prix plancher actuaría con una tasa que iría de 16 libras en 2011 hasta 30 libras en 2020 y 70 libras en 2030. Se trata de anticipar a los inversores un precio estable, predecible y seguro que garanticen la rentabilidad de ambición empresarial. Este precio mínimo del CO2 se complementa otras políticas: el Feed-in Tatiff (prima a la renovable) para atraer recurso financieros para un cambio de modelo energético. No faltan ministros que cuestiona el programa británico de incentivos fiscales a millones de hogares para mejorar su eficiencia energética; recuperar la inversión con el ahorro de la factura eléctrica.
La Comisión Europea considera alarmista aquellos que aún ven en una amenaza de deslocalización empresarial. El riesgo son los 1,3 millones de toneladas de exceso de derechos de CO2 que amenaza colapsar los mercados de carbono. Sólo Arcelor Mittal podría beneficiarse con 1.000 millones de euros si vendiese sus derechos de CO2 (según Bloomberg). Portland -del grupo FCC- contabilizó como subvención las 4,38 millones de toneladas recibidas, de las que sólo emitió 2,22 millones.
¿Hemos llegado a los objetivos de 2020?
El gobierno de la Generalitat cuantifica un excedente de 5,3 millones para Catalunya (el sector energético con un déficit de 0,4 millones). Si miramos el coste de oportunidad en 2011 de la tonelada de CO2 estuvo en 19,50 euros. Los más de 20 millones de toneladas asignadas es un “subsidio” valorado en casi 400 millones de euros. ¿Cómo se ha gestionado este activo?
El gobierno calcula que a un precio de 6,60 euros el sector industria ha obtenido un “regalo” de 31.881.115 euros (http://www20.gencat.cat/docs/canviclimatic/Home/Actualitat/docs/Instalacions%20Directiva%202012.pdf). Una cifra precipitada.
El sector energético (10 instalaciones) ha comprado 0,42 millones de toneladas, ¿supone que han perdido? Veamos. El sector energético entregado un volumen de CO2 por el valor de 74.043.590 euros -por las 3,856.437 de toneladas emitidas con un coste de 19,20 euros la tonelada (no importa que unas sean gratuitas y las 0,4 compradas, con coste muy inferior). Es el coste que trasladan a consumidores (los datos son transparentes para acceder a ellos http://www.magrama.gob.es/es/cambio-climatico/temas/comercio-de-derechos-de-emision/Ley_1_2005_-_Informe_Aplicaci%C3%B3n_2010_tcm7-158502.pdf). No es el sector industrial el gran beneficiado.
¿Estamos alcanzando el objetivo de la Unión Europea, como señala la Generalitat, para 2020? El gobierno calcula que se han reducido un 21,9% las emisiones respecto 2005. No dice nada del 1,74% de reducción anual, la meta no seria los tres veinte para 2020. Aquí la Europa se encuentra dividida entre países que consideran que hemos llegado a la meta y aquellos que quieren explorar cómo aprovechar una mayor ambición en cambio climático para reactivar la economía. Esperemos que la presentación del “Plan de Energía y Cambio Climático 2012-2002″ muestre al lado de qué países esta el gobierno.
¿Cuánta ecología necesita la economía?
Arthur Cecil Pigou descubrió que la divergencia entre “costes públicos” y “costes privados” provoca que el mercado no actúe de forma eficiente al asignar recursos ya que el mercado no es capaz de trasmitir la información correcta que permite el buen funcionamiento del mercado. La economía no comprende los problemas que no es expresa con el lenguaje de los precios. J.M. Keynes, con un análisis conservador, pensaba que fallaba el alternador y bastaba un “empujón externo” -más gasto público; A.C. Pigou cree que falla el motor.
Incorporar una señal asociada al cambio climático en el precio, por medio de una tasa o un permiso, significa abrir el capó de la economía para “arreglar” el motor: mejorar la competitividad y eficiencia de la economía. La austeridad quema el motor.
Crear unos mercados en que se compran y venden “raciones” de carbono creo unas enormes expectativas. El RD 5/2005 lo expresa con entusiasmo contenido: “La inminente puesta en marcha del mercado de comercio de derechos de emisión requiere ofrecer con la máxima urgencia un marco seguro para quienes quieran participar en él, por lo que, en congruencia con lo previsto en otros países de nuestro entorno, se hace imprescindible reconocer carácter constitutivo de la inscripción registral”. Introducir en la gestión empresarial una referencia al coste asociado al cambio climático supone un incentivo para mejorar la competitividad y la eficiencia.
¿Qué hemos aprendido de la primera fase del comercio de CO2? Demasiado poco. Los jugadores antes de la herida se han puesto la venda. El coste del CO2 incentiva inversiones en tecnologías de alta eficiencia, reducciones de la dependencia energética, mejora de los balances de pago, etc. ¿Qué actitud ha dominado? Aquí hay que hablar de cobardía empresarial, se ha temido más a la terapia que a la enfermedad. Las reglas de juego a partir del 2013 va a requerir más que destreza.
La estrategia del perdedor.
“Dios hazme casto, pero no ahora” decía Agustín de Hipona. Es en resumen la actitud dominante. Hemos visto que el efecto que puede tener en los demás países la ambición mostrada por Reino Unido. Parece olvidamos la política económica británica en las antípodas de la disciplina alemana, pero también ignoramos por completo la politica energética y de innovación alemana. Copiar lo peor de cada casa.
En el Consejo Nacional del Clima el Ministro Arias Cañete planteó la “descentralización territorial” de la responsabilidad del cambio climático; todo un giro de un gobierno que anuncia recuperar competencias de las comunidades autónomas. No le impide calificaba el cambio climático “de esta broma a la que debemos dedicar 150 millones euros al año”. Si el precio fluctúa el coste será mayor, sin pensar en que los ingresos, e incentivos para las empresas será mucho menor.
La Generalitat señala que la venta de “raciones” sobrantes puede servir para inversiones necesarias para prepararse a periodos más exigentes, con la mejora tecnológica, de la competitividad, etc. Las patronales, a pesar de contar con empresas que han gestionado ese nuevo valor vinculado al cambio climático, manifiestan que “siempre estuvimos en contra de este sistema de asignación -la venta de CO2 no es nuestro negocio” -señala Oficeme. ¿Acaso no recomienda gestionar de forma eficiente los costes empresariales para tener un sector competitivo?
Dinamarca intenta salvar el comercio de CO2.
La presidencia danesa de turno la UE celebrará el 19 de abril una reunión informal para abordar distintos temas, entre ellos el futuro del comercio de CO2 (http://eu2012.dk/en/Meetings/Informal-Meetings/Apr/~/media/Files/Informal%20ministerial%20meetings/ENVI/Information%20note%20for%20working%20lunch%20-%20The%20future%20of%20the%20ETS.ashx).
El danés Martin Lidegaard se felicitó de la discusión constructiva y el acuerdo alcanzado: el comercio de CO2 es “la piedra angular de la estrategia europea baja en CO2 para 2050″ (vease la declaración final http://en.video.eu2012.dk/video/4894322/doorstep-martin-lidegaard-and). Todos coincidieron en que “es el momento en mirar políticas climáticas más ambiciosas, obtener un precio más alto y estable para las emisiones de CO2 y evitar una transición más costosa a largo plazo”. El viernes se dedicó a la Roadmap 2050 -una revolución energética.
Las recetas frente a la crisis son de sobredosis del dolor. Unos sacrificios rituales que empeoran la situación. Se calcula que los presupuestos provocarán una caída del 2% del PIB; significa una reducción aún mayor de las emisiones de CO2. Mientras el FMI augura que con las draconianas exigencias de Merkel el objetivo de déficit del 3% no llegará hasta 2017. El escenario es un precio de CO2 hundido, superávit de emisiones de CO2 y ausencia de incentivos de inversión, todo ello prolongará la recesión. Encima Polonia propone utilizar el “aire caliente” los excedente de CO2 de Rusia por el desplome de su economía.
La crisis del 1929 acabaron con sistema de intervención sobre el mercado ahora impensables. Fue el resultado de las fatales creencias que gobernaban Europa, más que recetas de políticos vuelva a parecer revelaciones de teólogos.
Texto de Jordi Ortega extraído de "Diario de Futuro", Blog de La Vanguardia.