A menudo pensamos que las predicciones tecnológicas son una pérdida de tiempo, porque al mirar el cielo no vemos los coches voladores que nos prometían en las películas de ciencia ficción o los viajes espaciales a otros mundos de la literatura pulp. Sin embargo, la mayoría de obras de ficción no aspiran a pronosticar el futuro sino a contar una historia, y las obras de ciencia ficción nunca hablan del futuro, sino de un presente distorsionado, de modo que no son una fuente medianamente fiable sobre el futuro.
Con la suficiente formación científica, no obstante, se pueden realizar predicciones a corto o medio plazo con ciertas garantías. El escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke, por ejemplo, inspiró los satélites geoestacionarios. Ray Kurzweil es un futurólogo que se ha profetizado docenas de avances tecnológicos, como que una máquina ganaría a cualquier humano al ajedrez o internet. Por su parte, Nicholas Negroponte se ha constituido como otros de los grandes visionarios del futuro tecnológico que se nos avecina.
Nicholas Negroponte, fundador del Media Lab del MIT, de la revista Wired y de la organización One Laptop Per Child (OLPC), es conocido actualmente como uno de los padres fundadores de la Era de la Información (también conocida como Era Digital o Era Informática). Porque Negroponte está obsesionado con la información, con la necesidad de diseminarla por todo el mundo para resolver muchos de nuestros problemas, y también con la necesidad de asimilarla de la forma más eficiente posible. Por ello fundó OLPC, cuyo objetivo global es proporcionar un portátil a cada niño en edad escolar del mundo. Y, también por ello, Negroponte hipotetiza con una píldora repleta de nanorobots que nos llenará de información el cerebro, tal y como podéis ver en la siguiente entrevista:
Me pregunto si podría yo, con esos mismos nanorobots, tragarme una pastilla, que vaya al torrente sanguíneo, luego al cerebro... ¿podría aprender español tragándome una pastilla? Quizá la información en el futuro no tiene que llegarnos por nuestros ojos, orejas y nariz, del modo habitual experiencial [...] quizá hay otras maneras de hacer llegar cosas al cerebro directamente.
Quizás hoy parezca una idea disparatada, propia de una de esas novelas de ciencia ficción que quedan tecnológicamente desfasadas cuando alcanzan el año del que hablan. Pero quizá no deberíamos desdeñarla de plano si tenemos en cuenta todas las predicciones que Negroponte ha realizado y que finalmente
se han cumplido en mayor o menor medida. A continuación, vamos a explorar algunas de ellas.
En la década de 1960, cuando Negroponte y sus colegas ya hicieron uso de una cámara adosada a un camión para concebir mapas detallados basados en imágenes, un método similar al que hoy en día llevan a cabo en Google Maps. Negroponte imaginaba un mundo en el que todos podríamos recorrer el planeta a través de una pantalla.
En 2003, el cofundador de Google Larry Page, quedó intrigado con la idea de capturar puntos de vista a nivel de calle en escala masiva. Algo que se ha cumplido holgadamente gracias a Google Maps con Street View. Esta tecnología ya permite introducirnos en uno de los lugares más remotos del mundo, el Amazonas, y promete que pronto nos permitirá viajar a otros planetas. El uso de drones permitirá progresivamente que alcancemos puntos del planeta todavía inaccesibles y, probablemente, en tiempo real (de hecho, ya hay personas que realizan sus propios mapas a través de drones)
En su primera charla en TED en 1984, Negroponte predijo que, en el terreno de la informática, sustituiríamos el ratón por nuestros dedos, una idea que en esos momentos se antojaba risible. Treinta años después, nuestros dedos ya manchan las pantallas de tablets, smartphones e incluso algunos modelos de portátiles.
Parece que la idea de que los dispositivos deben de estar separados del cuerpo cada vez es más inconcebible en el futuro. Tras la era de lo táctil, probablemente en breve viviremos una época háptica (conjunto de interfaces tecnológicos que interaccionan con el ser humano mediante el sentido del tacto). Por ejemplo, las pantallas ya reaccionan a la presión que ejercemos sobre ellas, y pronto transmitirán la rugosidad cambiando la fricción de la pantalla, es decir, que al tocar la pantalla experimentaremos la superficie de lo que aparece en ella.
En 1995, Negroponte sostenía que pronto íbamos a comprar libros y periódicos a través de Internet, prediciendo el fin del papel. En su libro La era digital ya se hablaba del eInk, la tinta que hoy funciona en los libros electrónicos. Si bien aún usamos el papel como soporte, éste ha sido sustituido en gran parte por el correo electrónico, los blogs o los libros electrónicos, sobre todo en el ámbito pedagógico.
La lectura en papel todavía gana a la lectura digital por motivos como la comodidad, la resolución, la versatilidad o el romanticismo, pero ello cambiará progresivamente en la medida que avancen las cualidades del e-paper, una tecnología que permite crear pantallas planas, tan delgadas como un papel, y con una flexibilidad que permite que se puedan enrollar. Los futuros libros electrónicos serán, si así lo queremos, indistinguibles del papel. Investigadores de la Universidad de Tokio ya han renovado un viejo concepto de papel electrónico para hacerlo adecuado para la escritura sobre pantallas grandes, como las pizarras.
Negroponte también vaticinó lo que hoy se conoce como el "Internet de las Cosas". Su idea no solo era que se pudiera controlar la luminosidad de una bombilla de nuestro salón a través del smartphone, como ya podemos hacer, sino que los propios electrodomésticos fueran apaces de reconocer para qué persona están cocinando y hacerlo a su gusto.
Éste es uno de los pronósticos de Negroponte que probablemente muy pronto se quedarán cortos, porque el IOT promete revolucionar la forma en que nos relacionamos con los objetos, dando lugar a nuevos y extensos campos de estudio basados en el llamado Big Data.
El concepto de Internet de las Cosas fue propuesto por Kevin Ashton en el Auto-ID Center del MIT en 1999. Conectado todo con todo: no solo se conectarán los objetos entre sí, o las personas con los objetos, sino que también se conectarán máquinas, recursos naturales, cadenas de producción, redes de logística, tal y como explica Jeremy Rifkin en su libro La sociedad del coste marginal cero:
Serán procesados mediante análisis avanzados y transformados por algoritmos predictivos que se programarán en sistemas automatizados para mejor la eficiencia termodinámica, aumentar drásticamente la productividad y reducir casi a cero el coste marginal de producir y distribuir toda una gama de bienes y servicios por toda la economía.
Uno de los trabajos más interesantes de Negroponte ha sido su experimento en el terreno del aprendizaje. En 2005 presentó su proyecto "un portátil para cada niño" con el fin de disminuir la brecha digital en los países menos desarrollados. Para Negroponte, la educación universal y gratuita podrá ser la solución para muchos de los problemas más acuciantes del siglo XXI.
Con este propósito, en 1982 Negroponte adquirió ordenadores Apple II para chicos en edad escolar de Dakar, en Senegal. Fue el primer experimento para demostrar que los jóvenes se familiarizaban rápidamente con los ordenadores y aprendían de ellos a pesar de que nunca los hubieran visto antes. En 1999, Negroponte empezó a crear rescuelas en Camboya, y a cada estudiante le dieron un portátil y una conexión a internet. También aprendieron su primera palabra en inglés: Google. En 2005, fundó OLPC, Un Potátil para cada Niño, cuyo objetivo era proporcionar una portátil sólido, de bajo coste, de bajo consumo y con conexión a todos los niños de la Tierra. Tal y como lo analiza Peter H. Diamandis en su libro Abundancia:
Aunque el legendario ordenador de cien dólares de PVP todavía se tiene que materializar (actualmente está en torno a 180 dólares), OLPC ha entregado portátiles a tres millones de niños en el mundo.
Afortunadamente, Negroponte no está solo en su cruzada por la educación, y otras muchas iniciativas están logrando que se haga realidad su pronóstico/objetivo. Además de los ya consolidades Coursera, Udacity y Edx, entre otros MOOC´S, apareció Ambiente de Aprendizaje Autoorganizado ( SOLE), una creación del físico indio Sugata Mitra, de Nueva Delhi. Por su parte, Skype in the Classroom es un aula colaborativa global que permite agrupar a alumnos separados por cientos o miles de kilómetros de distancia, creando grupos de estudio, haciendo presentaciones, debatiendo entre sí, incluso calificándose conjuntamente. Es lo que también propone Collaborative Classroom, que permite a los alumnos compartir gratuitamente los mejores esquemas de lecciones. 117.000 profesores ya comparten currículos inspirados en la filosofía del código abierto.
Negroponte considera que el acceso a Internet será en poco tiempo un derecho humano universal y, probablemente, gratuito. Por ello ha sido responsable de poner en marcha un sistema de satélites, en primer lugar sobre África, para conectar a 100 millones de personas a la Red.
Tim Berners-Lee, uno de los padres de la Web, también señala que el acceso a la Red es un derecho fundamental del ser humano. "La información quiere ser libre", sentenció el escritor norteamericano Stewart Brand en la primera Conferencia de Hackers, en 1984. Y diversas iniciativas, sumadas a la de Negroponte, permitirán que estas ideas utópicas en la teoría se tornen reales en la práctica.
Por ejemplo, Google ha invertido 735 millones de euros en SES Government Solutions, el proveedor de satélites de tipo MEO (Mid Earth Orbit, es decir una órbita más baja que las geosincrónicas), para concebir O3B, un sistema de 180 satélites que haría llegar la red a zonas remotas y países en vías de desarrollo. En zonas rurales o devastadas por catástrofes, se usan ya globos aerostáticos que permanecen en la estratosfera gracias al proyecto Loon.
En 2010, Negroponte pronosticaba el fin de la prensa escrita para el año 2015. Su pronóstico fue un tanto aventurado, porque la prensa escrita, aunque escuálida, aún sobrevive. Sin embargo, Negroponte matiza sus palabras y aduce que mucha gente ya no se informa a través de la prensa escrita, sino de las redes sociales y los blogs. Para Negroponte los periódicos, aunque continúen editándose, ya no existen, porque su peso específico es muy bajo. También la televisión, a su juicio, acabará desapareciando. Tal vez no desaparezca, pero las nuevas generaciones parece que prefieren consumir las creaciones de sus semejantes a través de YouTube.
Todavía existen periodistas, y probablemente continuarán existiendo por largo tiempo, pero atrás quedó esa aureola de romanticismo que nos inspiraba Todos los hombres del presidente.
Según Negropotente, el periodista se fortalecerá y tendrá un papel mayor, pero será más bien el de clasificar y canalizar todos los contenidos que los usuarios vierten en Internet. Es una opinión en sintonía con la del experto Jeff Jarvis en su libro El fin de los medios de comunicación: los usuarios harán uso de herramientas cada vez más sofisticadas, que ellos mismos moldearán para sus beneficios y necesidades, obteniendo aún más poder como periodistas 2.0 o periodistas ciudadanos. Los periodistas profesionales adoptarán así otro papel:
Un medio informativo puede convertirse en una plataforma de muy diversas formas. Puede proporcionar tecnología existente (wikis, foros, mapas, bases de datos, sondeos, etc.) y trabajar con servicios existentes que sus comunidades ya utilizan (seleccionando información y datos relevantes de YouTube, Twitter, Facebook, Tumblr, Google+, Pinterest, Vine, Tout, entre otros). Los medios informativos pueden explorar nuevas tecnologías (por ejemplo, sensores que informen del entorno, cámaras portátiles, vídeos de teléfonos móviles en streaming, análisis de datos de debate social), para facilitar el intercambio de información. También puede ayudar a blogueros independientes y corresponsales comunitarios a lograr cobertura en sus propias ciudades: ofreciéndoles contenidos, promoción, tecnología, redes publicitarias, formación, y medios para colaborar. Las organizaciones de prensa ya no operan solas en monopolios o silos. Viven rodeadas de muchos competidores o colaboradores (según cuál sea tu punto de vista) en un desorganizado aunque creciente ecosistema informativo.
Para Negroponte, el copyright ya cumplió su cometido en un mundo donde había escasez de medios, de creaciones y de sistemas de distribución. En un mundo de abundancia, el copyright beneficia más al intermediario que el creador. Como el propio Negroponte escribió en su libro El mundo digital: "La transformación de átomos a bits es irrevocable e imparable". Y los bits permiten que las creaciones se copien y distribuyan a un coste marginal próximo a cero, de modo que no pueden establecerse modelos de negocios basados en hacer copias ni tampoco articular lesgislaciones que penalicen el intercambio de cultura cuando ahora mismo es más fácil que nunca.
Muchos son los expertos que concuerdan con la tesis de Negroponte, y que ponen en evidencia del fracaso de las medidas adoptadas para frenar la piratería, como es el caso de Chris Anderson en su libro Gratis, Cultura libre de Lawrence Lessig, Copia este libro de David Bravo, Todo va a cambiar de Enrique Dans o Imagine... No copyright de Joost Smiers y Marieke van Schijndel. Porque como decía Thomas Jefferson: quien recibe una idea de mí, recibe instrucción sin disminuir la mía, igual que quien enciende su vela con la mía recibe luz sin que yo quede a oscuras.
Gracias a la pérdida de entidad del copyright han aparecido nuevas maneras de gestionar la autoría de las obras, como el copyleft. En 2001, el especialista en derecho informático de la Universidad de Stanford y autor del libro Cultura Libre Lawrence Lessig fundó el Creative Commons.
Negroponte siempre ha apostado por la idea de que el ordenador se desplazarían de su entorno industrial y tecnológico hasta el hogar, permitiendo el empoderamiento de los ciudadanos. Es el mismo espíritu que impulsó a Fred Moore a concebir el Club del Ordenador Hecho en Casa ( Homebrew Computer Club). Steward Brand, un biólogo de Stanford que pertenecía al movimiento contracultural de los años 70, trató de unir la cultura geek con la hippie precisamente para eso.
Según Kevin Kelly, editor de la revista Wired, los que aspiraban a doblegar el poder establecido, como Brand, advirtieron que los ordenadores personales permitirían el empoderamiento social, elDo It Yourself y la interconexión. No en vano, se atribuye a Brand la invención de mismo término "ordenador personal" (PC).
Según explica Negroponte, la tecnología en general y la conectividad en particular cambiarán el mundo radicalmente, y para mejor, de un modo que raramente la ciencia ficción ha podido imaginar en sus distopías:
Creo, que hoy en día, más importante todavía que los ordenadores portátiles es la conectividad. Todos los grandes problemas del mundo como la distribución del alimento, la atención sanitaria básica hasta cosas tan grandes como eliminar la pobreza se benefician de la conectividad y la computación de dos maneras muy específicas. Una es que la educación es siempre parte de la solución, si no la solución total en algunos casos. Pero la segunda cosa importantísima que ha pasado es que hemos aprendido que la inteligencia colectiva es mejor que la de cualquier individuo. Y eso es verdad tanto para una corporación, como para un gobierno como para un servicio social.
La conectividad, pues, permitirá una sociedad 2.0, y de la colaboración 2.0 emergerá una inteligencia colectiva para solucionar problemas complejos, desde la política hasta la inteligencia militar, pasando por la enconomía o los problemas cotidianos, tal y como abunda en ello James Surowiecki en su libro Cien mejor que uno, o el gran teórico de la colaboración descentralizada, Yochai Benker, en La riqueza de las redes sociales.
Quizá esta idea también parezca típica de una película de ficción, pero sus aciertos le avalan, y por ello afirma "una de las cosas que me permite la vejez, es decir con gran confianza que he estado en el futuro" haciendo referencia así a las veces que se han cumplido sus predicciones. Habrá que esperar por tanto 30 años para verlo.