En esta entrada les transcribimos la entrevista radiofónica del programa 'CrimenyCriminologo' en radiosapiens.es realizada a Gabriel Pombo. Este abogado uruguayo es un auténtico experto en el monstruo de Londres Jack 'El Destripador'.
Se han cumplido 125 años de los crímenes del asesino aun hoy no identificado Jack el Destripador. Para empezar a hablar de él sería bueno conocer el contexto social donde ocurrieron esos asesinatos.
Bien Martín, el contexto social, como acontece en todo caso de homicidio, es fundamental tenerlo claro. Geográficamente estos crímenes se llevaron a cabo en un distrito miserable de Londres, en el año 1888, pleno gobierno de la reina Victoria cuando Inglaterra era el país más poderoso del mundo pero, llamativamente, ocultaba llagas sociales. Precisamente, en forma insólita estos homicidios lamentables trajeron consigo quizás algo positivo. Eso fue que la prensa pudo divulgar la existencia de grandes carencias en el este de Londres. Esa difusión dio impulso a obras benéficas que mejoraron en parte la vida de los pobladores, lo cual no hubiera sucedido de no haberse verificado esos sanguinarios asesinatos sobre pobres mujeres que malvivían en ese enclave tan misérrimo que era Whitechapel.
Algo que me llama la atención de sus libros es cuando dice que esos crímenes fueron beneficiosos para la sociedad de la época.
Acá me baso en opiniones de otros autores. No es mi posición personal. Incluso el gran dramaturgo George Bernard Shaw, en una carta que publicó en el periódico Star el 24 de septiembre de 1888, señalaba que los socialistas y los socialdemócratas como él habían fallado en lograr que las clases pobres siguieran sus ideas, pero un "Genio Independiente" -así lo llamó- mediante el simple asesinato y desmembramiento de prostitutas había logrado esa conmoción social que hizo que las clases pudientes y el gobierno de Inglaterra se dieran cuenta de la existencia de una situación de gran precariedad en el este de Londres. Cabe considerar que, según un censo de entonces, en esa zona malvivían hasta dos mil prostitutas. A partir de allí, estos homicidios sirvieron de acicate y de estímulo para que se crease el equivalente a nuestras actuales O.N.G. Estas instituciones caritativas se dieron a la tarea de demoler tugurios y pensiones de mala muerte donde se hacinaba la mayoría de los habitantes de Whitechapel En su lugar, se edificaron casas de hospedaje con condiciones de vida más decorosas. Sin embargo, estos efectos positivos no perduraron. Se trató más bien de meros paliativos más aparentes que reales que no solucionaron los problemas de fondo.
¿Cuánto de ficción y de leyenda rodea a Jack el Destripador?
De ficción y de leyenda hay una gran parte. Al punto tal que los hechos objetivos que hoy se conocen con certeza plena resultan muy pocos. La inmensa mayoría de lo que se ha escrito, y fue llevado al cine y a obras teatrales, está dado por un aspecto mediático, e incluso fantasioso, que rodea a Jack el Destripador. Ello es lo que le ha otorgado ese toque de leyenda sin la cual sería imposible que funcionara una industria lucrativa que prospera alrededor de la figura de este enigmático asesino.
Y es que el hecho de ser un caso enigmático es lo que ha creado esa industria.
Exactamente. Haber sido un criminal anónimo y no capturado ayudó a difundir su carácter mediático, y dio lugar a la fuerte mitología y leyenda que fomentó la fantasía generada en torno a este personaje. Pero, evidentemente, que se trate de un victimario no capturado y anónimo no es lo único que justifica la industria creada a partir del mismo. Cuando uno estudia el tema, no hace falta estimular demasiado la imaginación. Basta con atender a los hechos corroborados para ver que estamos ante un caso extraordinario. Se trata de una historia plagada de anécdotas fantásticas que son dignas de una novela de suspenso, aunque sean escasos los hechos efectivamente ciertos y ratificados.
Gabriel, antes de comenzar a internarnos en la historia de Jack el Destripador; dime, el apodo ¿quién lo puso? ¿Fue la prensa, o fue el propio asesino?
Ya que estamos hablando de aspectos anecdóticos y de misterios, no hay dudas de que el apodo por el cual se conoce a este criminal es uno de los enigmas más atractivos en este extraordinario asunto. No es seguro si fue el ejecutor quien se designó a sí mismo de esa manera o si fue la prensa, movida por intereses particulares, quien fabricó dicho seudónimo. Aquí cabe resaltar la labor de dos especialistas británicos, Stewart Evans y Keith Skinner -autores del libro, traducido al español, "Cartas desde el Infierno"- que fueron quienes más profundizaron en ese punto. Estos dos estudiosos, realizaron un análisis muy detenido sobre las más de doscientas misivas que obran en el archivo de Scotland Yard y en el Archivo Municipal de Londres, donde se encuentra casi toda la correspondencia elaborada por gente que se atribuyó ser aquel criminal. Ambos expertos concluyeron que la inmensa mayoría de las cartas son apócrifas y que el alias, con seguridad, fue un invento de la prensa. La única misiva que se pondera como de posible creación del matador es conocida por su encabezado "From Hell" -Desde el Infierno-, aunque en ella no se menciona el mote "Jack the Ripper".
Podrías hacernos un breve resumen de las víctimas del Destripador.
Con gusto Martín. Por un lado están aquellas que los especialistas denominan "víctimas canónicas"; o sea, víctimas que son de casi segura autoría de este homicida anónimo. La primera de ellas fue Mary Ann "Polly" Nichols, de 43 años. Su cuerpo sin vida fue hallado a las 3 y 45 de la madrugada del 31 de agosto de 1888, en el sórdido barrio de Buck Row, durante una ronda efectuada por el agente de la Policía Metropolitana John Neil. Posteriormente, sólo una semana después, el 8 de septiembre apareció un segundo cadáver en un callejón de Hanbury Street. Se trataba de Annie Chapman, una prostituta de 47 años muy carenciada, la cual estaba tan enferma que el forense encargado de su autopsia comentó que, aunque no la hubiesen asesinado, igual iba a fallecer algún tiempo más tarde a consecuencia de sus graves dolencias. Luego sucedió el llamado "Doble Evento"; es decir, un crimen doble cometido aparentemente por el mismo homicida. Esto es muy extraordinario y excepcional en criminología. No es nada frecuente que un asesino ultime a dos víctimas en secuencias separadas por tan breve lapso. Ambos asesinatos también ocurrieron en Whitechapel. Aproximadamente a la 1 de la mañana del 30 de septiembre de 1888 se halló el cadáver de Elizabeth Stride, en un callejón de la calle Berner. Entre treinta y cuarenta y cinco minutos después apareció muerta, y espantosamente mutilada, en la plaza Mitre, otra prostituta llamada Catherine Eddowes. Finalmente, la última asesinada que los expertos consideran de segura autoría del psicópata resultó la joven de 25 años Mary Jane Kelly. El cuerpo terriblemente masacrado de esta mujer se encontró, en la madrugada del 9 de noviembre de 1888, dentro de una habitación -trágica y fatídicamente la número 13- en la pensión conocida como "Miller´s Court"; nombre que traducido al español significa "La Corte del Molino".
Que sus víctimas fuesen prostitutas no resultaría un hecho tan raro, pues en esa época y lugar la mayoría de la población femenina ejercía ese oficio.
Whitechapel estaba considerado el distrito más paupérrimo de entonces y se emplazaba en el este de Londres, que era una región muy diferente al resto de la geografía de Gran Bretaña. Sin embargo, las mujeres que allí vivían no necesariamente practicaban la prostitución. Cabe recordar que había fábricas y otros empleos de menor jerarquía que permitían subsistir. En la época del Destripador fue famosa la "huelga de las cerilleras"; vale expresar: empleadas de fábricas de cigarros y fósforos. Esto es sólo un ejemplo que menciono para destacar que existían posibilidades de subsistencia para las féminas de clase pobre, y no necesariamente el meretricio constituía su único medio para sobrevivir. Pero también es cierto que aquellas mujeres que ya no eran jóvenes, y que no disponían de un hombre que las mantuviera, solían caer en el abismo de la miseria. Cabe recordar que tanto las víctimas canónicas -como también otras que se sospechó fueron eliminadas por el Destripador- en su juventud no practicaban la prostitución, sino que vivían con sus esposos. Debemos tener en cuenta que en 1888 la gente envejecía muy pronto en el East End londinense. Una mujer de cuarenta y pocos años -por causa del alcoholismo, las enfermedades y la desnutrición- a veces acababa convertida en un desecho humano destinado a fallecer escaso tiempo después.
En lo que respecta a las víctimas del Destripador, en su mayoría, cuando eran jóvenes -la excepción fue Mary Jane Kelly- no se dedicaban a la prostitución. Llevaban una existencia modesta con cierto decoro junto a sus maridos e hijos. Pero luego, debido al alcoholismo y tras la pérdida del sustento masculino, terminaron ejerciendo el meretricio. Y lo ejercían en las peores condiciones posibles. Muchas veces ni siquiera en casas públicas, sino que el acto sexual con los clientes se consumaba en plazas, recovecos y callejones. Justamente, esos recovecos y callejones sórdidos fueron aprovechados por este inteligente y malvado psicópata. Más de un escritor ha dicho que, sin saberlo, fueron las propias víctimas quienes condujeron al asesino hacia los sitios en donde les resultó más fácil eliminarlas.
Mencionaste antes el "Doble Evento"; sin embargo hay gente que no piensa que fuera Jack el Destripador quien hubiera actuado en ese doble evento.
Me cuento -modestamente- dentro de quienes que no tienen certeza de la responsabilidad de Jack en aquel doble evento. Sigo la opinión de escritores como Paul Begg, Stewarts Evans y Keith Skinner quuienes opinan que la víctima Elizabeth Stride no fue finiquitada por el mismo sujeto que mató a las otras occisas. Los motivos para excluir a esta mujer del listado clásico son varios. Por ejemplo, su cuello fue rajado, de izquierda a derecha, con una navaja de muelle o cuchillo corto de los usados por matarifes y carniceros. Esa arma difiere de la empleada en los demás casos donde, según los médicos practicantes de las autopsias, se utilizó un cuchillo puntiagudo, muy filoso, de entre quince y veinte centímetros de hoja, y semejante a un bisturí.
Además, Elizabeth Stride recibió un tajo en su cuello que bastó para quitarle la vida. No fue objeto de mutilaciones abdominales, y mucho menos de extracción de órganos; lo cual ocurrió de forma sistemática en los restantes cuatro crímenes. Sólo con considerar estas dos grandes diferencias, ello nos induce a pensar que Stride no integra el grupo de las víctimas canónicas. Sólo la casualidad de que entre media hora y cuarenta y cinco minutos después de su muerte se verificase otro crimen en el distrito -este sí sin dudas cometido por el Destripador- fue lo que llevó a la prensa y a autores posteriores a incluir a esa difunta dentro del elenco tradicional.
¿Cuántas víctimas más podrían haber sido asesinadas por Jack el Destripador, y no estar englobadas como canónicas?
Es válido aclarar que, aunque se estime que Stride no fue eliminada por este homicida, ello no supone que sus víctimas hubiesen ascendido sólo a cuatro; porque algunas de las que se listan como "no canónicas" le podrían haber pertenecido. Cabe recordar que en forma concomitante, entre los años 1888 y 1891, se verificó otra serie de crímenes, dentro de los cuales se engloban esos cinco homicidios. Esta lista más extensa fue designada por los historiadores como "Asesinatos de Whitechapel". Pero se les llama así sólo por comodidad de lenguaje. Más preciso y correcto sería decir "Muertes de Whitechapel". Ello porque no siempre se trató de homicidios, sino que pudo darse algún caso de suicidio o de deceso natural. La cantidad de crímenes o muertes habidas en Whitechapel, y en distritos aledaños como Spitalfields y Algate, sucedidas dentro de las fechas antes citadas fueron once. Se trató de once situaciones mortales, y no siempre homicidios. Como ejemplo, está el torso hallado en la calle Pinchin en septiembre de 1889 -un año después de los crímenes del otoño de terror-. Aquí, en una ronda policial de rutina, se encontró un torso femenino. Los forenses actuantes opinaron que no estaban ante un crimen, sino frente a un cadáver usado por estudiantes de medicina con fines de disección y estudio anatómico que -tal vez para hacer una broma- se abandonó en un barranco próximo a la aludida calle.
La pregunta de por qué razón el Destripador no siguió matando luego de asesinar a Mary Jane Kelly quedaría entonces aclarada.
Pero con otra aclaración Martín. La lista más amplia de los llamados "Asesinatos de Whitechapel" por cierto incluye casos que de ningún modo podrían serles atribuidos a este criminal. No sólo porque dentro de ese elenco hubieron situaciones que -como se dijo- fueron suicidios o muertes naturales sino porque, aún donde no se duda que se trató de homicidios, algunos de éstos es claro que no fueron cometidos por el Destripador. Y ello porque los forenses intervinientes percibieron gran diferencia en las heridas provocadas y en el modus operandi empleado para ultimar a varias de las mujeres que integran el listado de las "Muertes de Whitechapel". Sin embargo algunos médicos estimaron que el mismo asesino pudo haber matado también a algunas víctimas no canónicas. Por ejemplo, el doctor Thomas Bond ponderó que, además de liquidar a las cinco canónicas, el Destripador finiquitó a Alice McKenzie (prostituta de 40 años, victimada el 17 de julio de 1889) y a Frances Coles (joven meretriz, fallecida en febrero de 1891); pues creyó advertir fuertes similitudes entre las heridas infligidas a estas occisas y las mutilaciones sufridas por las restantes asesinadas.
Cada año aparece un nuevo sospechoso de haber sido el autor de estos crímenes. Para Gabriel Pombo: ¿Cuál es el sospechoso más posible?
No tengo la pretensión ni la petulancia de creer estar en condiciones de resolver el misterio de: ¿Quién fue Jack el Destripador?. Me considero apenas un modesto divulgador de este caso criminal y de la era victoriana. Mis preferencias se inclinan más por un tipo o perfil de asesino que por una persona en concreto. A diferencia de escritores como la exitosa novelista Patricia Cornwell. que nomina como candidato al pintor Walter Sickert, o de aquellos que impulsan la teoría de una conspiración y proponen al médico imperial William Gull, yo no postulo ningún nombre concreto para tal cargo. Sí me animo a plantear un perfil dentro del cual, según entiendo, encuadraría el culpable de aquella matanza. En tal sentido, creo que Jack el Destripador no debió ser un individuo extraordinario, ni dotado de condiciones socio-económicas demasiado favorables. Se trataría de un poblador del este de Londres. No debió ser ningún bruto ignorante, sino que contaría con una inteligencia superior a la media. Debería disponer de ciertos ingresos monetarios, y un medio de vida y un trabajo estable. Prueba de ello es que no mataba en los días hábiles, sino en los fines de semana. Probablemente, entre semana tenía un trabajo estable y, quizás, tuviese una familia a la cual atender. Sólo durante los fines de semana estaría libre y podría acercase a las tabernas y a las calles en donde las prostitutas practicaban su oficio; y desde allí las acecharía para luego matarlas. Me parece, además, que habitaba la zona porque conocía al dedillo la geografía de Whitechapel; incluidas sus plazas, albergues y callejuelas. Ese conocimiento acabado de la región le permitió escapar de los cercos policiales. Debió ser un personaje que -aunque muy inteligente- era socialmente gris y anodino. Y esa misma opacidad le permitió mantenerse impune para siempre.
Lo que está claro es que el de Jack el Destripador es el caso más apasionante que registra la criminología, y que así continuará siendo en el futuro.
Respeto a aquellos autores que año tras año publican obras proponiendo que este asesino fue tal o cuál persona. Esta intensa difusión mediática alimenta el misterio y la intriga en torno a este tan apasionante tema. Coincido en que el de Jack el Destripador seguirá siendo el caso criminal más trascendente de la criminología porque posee todos los ingredientes para ello. Y, de este modo, continuará alimentando la fantasía y la intriga de las próximas generaciones.