Soy galletera, lo reconozco.Y no sólo porque me guste adornarlas y hacer pequeñas filigranas en ellas (ya os iré enseñando mis progresos después del curso de galletas decoradas que hice con La Tallerería), sino porque hay muchas recetas de galletas facilísimas y que se hacen muy rápido (de ahí su gran peligro).
Éstas, por ejemplo, las preparé mientras hacía una empanada para comérnosla en el campo... y fueron un éxito.
Aviso: son muy cansinas; puedes comerte tranquilamente la caja entera y no te das cuenta.
Quedan crujientes, pero suaves, con un ligero sabor a coco y vainilla que hace que tus ojos se cierren y te transportes a una tumbona en una isla tropical.Vale, puedo parecer exagerada, lo reconozco, pero tú pruébalas y ya me dirás dónde te llevan!
Ingredientes:
60 gr. de harina floja (de repostería)
60 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
60 gr. de azúcar glass
3 claras de huevo
una pizca de sal
1 cucharada de extracto de vainilla
50 gr. de coco rallado
Preparación:Mezclamos la mantequilla con el azúcar glass, la vainilla, el coco y la harina. Montamos las claras a punto de nieve con la pizca de sal.Incorporamos la mezcla anterior suavemente, con movimientos envolventes, procurando que se integren bien y que no bajen demasiado las claras. Dejamos reposar una hora mínimo en la nevera.Precalentamos el horno a 200º (calor arriba y abajo, sin aire)En una bandeja de horno con una hoja de papel de hornear o con una lámina de silicona, vamos poniendo pequeños montoncitos de masa, aplastándolos un poco para que queden más finas, y separándolos bastante, ya que se expanden con el calor.
Horneamos de 12 a 15 minutos a 180º, hasta que veamos que los bordes comienzan a dorarse.
Las sacamos y colocamos en la rejilla para que se enfríen. Lo más difícil.... las probamos cuando estén frías... si somos capaces de reprimirnos, porque el olor que desprenden lo hace casi imposible...