Gerónimo Rauch es un intérprete superlativo, al que el exigente personaje creado por Víctor Hugo le sienta como un guante: posee la voz cálida y potente, seda y acero al tiempo, la fortaleza, el carisma y la presencia que reclama Jean Valjean. Su encarnación en Madrid fue extraordinaria, y no lo es menos la que brinda en Londres (estos días está de vacaciones en su Buenos Aires natal), en una producción que, salvo por algunos detalles (la barricada, entre ellos), me gusta un poquito menos (casi nada) que la que se montó para el XXV aniversario; la emoción de la obra permanece intacta.
Vino a España gracias a un video. La productora Stage buscaba a un intérprete que sustituyera a Miquel Fernández en Jesucristo Superstar, y hasta ellos llegó la grabación de una producción semiprofesional (creo) que Gerónimo Rauch protagonizó en Argentina. Su Getsemaní le sirvió para hacerse con el papel, que interpretó en las últimas semanas de Madrid y en la gira por España. Fue después M. Sunshine en Chicago, un papel totalmente distinto y que defendía con una extraordinaria calidad. Al tiempo, comenzó su preparación en el repertorio clásico de la mano del inolvidable Suso Mariátegui y de Edelmiro Arnaltes.
Y Los miserables... Jean Valjean. "Es un papel luminoso -me dijo hace un año aproximadamente-, sin duda el que más felicidades me ha dado, y con una particella maravillosa". Este musical le ha marcado la vida. Con él debutó profesionalmente en Argentina, y decidió dedicarse a la música y al teatro. Y con él ha dado ahora el salto al West End londinense; allí tiene intención de quedarse, de momento, si, como espera, se materializa alguno de los proyectos que tiene en mente (y que por ahora son solo eso, proyectos, alguno fantasmal). Tiene de su parte a Cameron Mackintosh, el legendario productor, que puede ser decisivo para dar un nuevo impulso a su carrera. Ojalá sea así, su talento artístico y su calidad humana le hacen merecérselo.