Son las 2 o 3 de la mañana. Enciendo el televisor. Busco algo de información en directo que me informe de la erupción del volcán Calbuco, en el sur de Chile. Pero no. Por una no tan extraña razón no encuentro nada al respecto. Ni siquiera el canal de televisión estatal está interesado en informar. Luego recuerdo: “Claro. Si el desastre no sucede en Santiago, la capital (castillo feudal), no se informa”. Lentamente comienzo a recordar por qué dejé de ver televisión. Sin embargo, espero. Mantengo el televisor encendido y sin sonido con la esperanza de que digan o informen algo, en algún momento. Nada. De repente, algo llama mi atención. Una mujer aparece en el set de entrevistas. Abajo, en el generador de caracteres, aparece escrito: “La cientista política que denuncia el populismo por redes sociales”. Me llama la atención el enunciado. Le doy volumen a la TV. Y ahí está ella, siendo entrevistada en tono coloquial por el entrevistador de turno. Su acento no es chileno. Suena caribeño o centroamericano. Es guatemalteca. Dice estar con el pueblo. Dice denunciar la corrupción. Dice ser liberal. Dice estar de gira por Sudamérica. Dice estar educando y propagando ideas liberales para la juventud. Dice querer cautivar a los jóvenes desilusionados con la política a través de su mensaje.
Se le pregunta sobre qué países según ella son populistas en América Latina. Responde como quien dispara una ráfaga de balas. Sin titubear. “Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina y Brasil”. El entrevistador guarda silencio cómplice. No la cuestiona. Ella sigue con su discurso. Dice que a ella la invitan a universidades por todas partes a exponer “sus” ideas. Ideas que, “extrañamente”, suenan más populistas que los gobiernos que, según ella, son “populistas”. Ideas que tienen una “extraña” tendencia hacia lo más conservador de la derecha más sanguinaria y golpista de este continente. Ideas del tipo: “pienso que el estado no debería intervenir en la vida de los ciudadanos”. “Pienso que los gobiernos populistas se dedican solo a domesticar al pueblo mediante regalos y dándole todo gratis”. “Pienso que a la gente hay que enseñarle a pescar, y no darle en la boca el pescado”.
Ahora bien, en su visión de las cosas, al parecer, lo más lógico es que una vez enseñada la gente a pescar, los implementos para pescar, como la caña, se la venda una empresa privada a un precio establecido de manera unilateral. ¿O no? Es muy probable que, en su mundillo liberal, para que la gente aprenda a pescar, deba endeudarse o pagar en alguna universidad PRIVADA para adquirir el conocimiento y la práctica necesaria. ¿Me equivoco? Pues para ella eso es surgir y claramente, lo opuesto al “cáncer del populismo” que invade al pueblo latinoamericano. Para ella eso es desarrollarse. Que no te regalen nada. Que tú lo logres todo gracias a tu esfuerzo. Esfuerzo que, dicho sea de paso, traducido en lenguaje para todos entendible significa: paga, si quieres surgir.
Consultada con respecto a si planeaba candidatearse al parlamento en su país dice: “No, prefiero seguir con “el pueblo” y denunciar desde afuera la corrupción y el populismo”. Interesante. Ahora tenemos a una liberal del pueblo. Una jinete de los sin voz. De aquellos que piden a gritos un gobierno que les deje de dar salud, educación y vivienda gratis, pues quieren ellos comprar todos sus derechos. Ella dice representar a aquellos que se han cansado de gobiernos “populistas”. Gobiernos que por lo demás, solo les dan esa tan irresponsable posibilidad de elaborar mediante asambleas constituyentes y plebiscitos las reglas del juego y su propia constitución, algo tan terrible y perverso ¿no? ¡Qué terrible es el “populismo”!
A la hora de situarse en la clásica dicotomía: izquierda o derecha, lo evita. Ella solo se define como liberal. Qué extraño sí que los gobiernos que ella denuncia como populistas sean todos de centro o centro izquierda. Extraño. Como también es extraño su mutismo con respecto al gobierno mexicano, y al “señor” Peña Nieto. Los liberales parecieran tener ojos solo para denunciar el “populismo rojo” y quedarse sin palabras a la hora de denunciar las tropelías que hacen los gobiernos de derecha: como el chileno, por ejemplo.
Siempre me ha causado curiosidad que la gente de derecha no se defina de derecha y que busque subterfugios para esconder sus colores: como el proclamarse liberales, personas de centro, etc.
Y para finalizar este “baño” de liberalismo a domicilio auspiciado y pagado con la plata de todos los chilenos y chilenas a través de la televisión estatal, ella dice que las elecciones en Venezuela han estado arregladas y que eso “todo el mundo lo sabe”. Y yo me pregunto: ¿desde cuándo todo el mundo tiene derecho a meterse en las decisiones soberanas del pueblo venezolano? Pareciera ser que solo los liberales son los únicos ungidos por algún tipo de decreto divino para denunciar los fraudes electorales y el resto, solo debemos asentir.
La entrevista termina entre risas y con el entrevistador como menos que invitándola a conocer la “noche santiaguina”. Sin comentarios. Del volcán, nada. Si no pasa en Santiago. No pasa en Chile.
Oh, casi se me olvidaba. Gloria. Gloria Álvarez se llama la nueva ídola de los burguesitos de la “nueva” derecha latinoamericana.
Por Pablo Mirlo / pablomirlo.wordpress.com