Revista Ilustración
que borra las fronteras con solo sus pies
Marea
No nos despedimos. No elaboramos un discurso ni celebramos ceremonia alguna para despedirnos de este magnífico lugar. La idea de volver a casa, de regresar al punto de partida antes de que la noche se hiciese eterna nos atrapó por completo. Apenas mientras nos detuvimos a saborear el peor café de este lado de la frontera. Las Vegas. Austin. Un letrero tipográfico en rojo puta: HOTEL. Ese donuts de chocolate totalmente derretido, pegado a la porcelana del plato sirvió como último adiós al paraíso. A este paraíso más cercano de lo que piensas y más lejano de lo que me gustaría. ¿Qué pensaría la Guardia Civil al vernos cruzar aquel pueblo a 43 Km/h? En mitad de un prolongado hasta la vista: una caricia sutil y duradera que atravesaba la oscuridad como el alarido de los animales salvajes. Acelerar y regresar forman parte de la misma ecuación, pero no buscamos despejar las incógnitas porque las X las reservamos para el porno y para la declaración de la renta. No me gustan las matemáticas. 1+1 no son dos, o no en todos los casos. Al menos, después de 130 en el cuentakilómetros sé que viene 140, no es que necesitásemos adelantar nada, pero el poder, la lengua de fuego lanzada con estos 95 CV, fue suficiente reclamo para conseguir la meta. Volante. Punto intermedio.