Revista Coaching

Google: Derecho al olvido

Por Soniavaliente @soniavaliente_

Derecho al olvido

Derecho a olvidar. Sí, ella también se apunta. Pero no levanten tan rápido la mano. Se trata tan sólo de un olvido digital. Los del fondo, sí ustedes, los dos o tres persistentes, bajen la mano también. Porque tampoco se refiere a olvidar aquel amor del pasado, confinarlo bajo siete llaves a ese rincón de la memoria aséptico, blanco y acolchado por obra. Imposible el destierro por obra y gracia de Internet.

Los recuerdos siempre vuelven, ahora digitales, con el cambio a traición de un estado en Facebook, de una portada con anillos… Dejamos huella en nuestros perfiles sociales, miguitas de pan para quien sabe seguirlas. Pero ¿qué ocurre cuando morimos? ¿Qué ocurre con esos perfiles de caras sonrientes colgados para siempre en la Red? Para ello existe el testamento digital. Es decir, dejarle a alguien las claves de una para que elimine todos los perfiles. Y ventile estancias y secretos. Auch. Ahora ya no basta con vaciar armarios cuando alguien nos deja. Hay que recordar miles de instantes felices desde una pantalla. O eso o escribir una maravillosa novela enarbolando la bandera del dolor y del amor a partes iguales. Pero eso sólo puede hacerlo Carmen Amoraga así que no cuenta.

Con el olvido digital se refiere a que, por primera vez en la historia, el Tribunal Europeo se ha manifestado a favor de los ciudadanos sobre lo que quieren que se olvide sobre ellos. Que hechos vergonzosos o, que pertenezcan a su más estricta intimidad, se eliminen del buscador Google.

Desde esta resolución, hace dos semanas, unos dos mil ciudadanos europeos han reivindicado su derecho a ser olvidados. Han remitido un escrito al buscador, con una copia de una identificación oficial y una justificación de su petición. Ahora, Google deberá decidir si prima el derecho a la privacidad -retirando informaciones relativas a estafas, negligencias profesionales o condenas penales- o prima el derecho de la información de los ciudadanos. Porque a una le podrán robar el corazón pero no la cartera.

 


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