Falta poco para que haga mi Camino de Santiago. Diez días, desde Oporto, con una mochila ligera y los pies descalzos. O casi. Me iré con mis Vibram’s KSO, que normalmente son mis zapatillas para correr. Además llevaré el modelo de verano de la misma marca por si hace demasiado calor y quiero darle un respiro a mis pies.
Voy hacer el camino de Santiago… descalza (o casi)
Empecé a correr descalza hace unos 3 años atrás, por recomendación del médico que se preocupaba por mis rodillas. Al correr descalza aterrizo con la parte posterior del pie, con lo cual el tobillo sirve como punto adicional de amortiguación, junto con la rodilla y la cadera. De esta forma el impacto sobre la rodilla se reduce y nunca más he vuelto a tener molestias. Poco a poco incorporé estos zapatos también en mis salidas a la naturaleza, disfrutando al sentir las características del suelo debajo mis pies.
Cuando decidí hacer el camino de Santiago, ni se me ocurrió buscarme otros zapatos.
Así que empecé a utilizarlas para ir al trabajo, al supermercado, a la floristería y a dónde sea. Estoy aprendiendo a caminar algo más pausada, sin siempre correr y saltar (lo que no significa que voy a dejar completamente de correr y saltar. Cada cosa a su tiempo). Me acostumbré rápido a las miradas curiosas, lo que me cuesta más son los comentarios que recibo por mi plan.
Por supuesto que lo estoy haciendo todo mal
Diez días no son suficiente. Necesitas zapatos “de verdad” (sea lo que sea esto). Esa mochila es demasiado pequeña. No puedes apagar el móvil, y ¿si alguien te llama? En junio hay demasiada gente. ¿Y por qué no sales desde otro punto? Sería mejor si lo hicieras con una amiga.
¿Cómo responder a estos comentarios? Podría dar argumentos para cada decisión. Que por razones de la empresa no puedo ausentarme más de 10 días. Que disfrutaré más con un par de zapatos que tienen la misma forma (literalmente) que mis pies. Que no necesito mucha cosa por ser minimalista. Que la gente que llama puede dejarme un mensaje. Que no me importar encontrarme con otra gente en el camino, pero que es importante que pueda escoger cuando estar sola y cuando estar acompañada. Que escogí Portugal para asegurarme que no me tiente la opción internet de mi móvil.
No puedo vivir tus sueños, tan solo puedo inspirarte
Quizás no lo estoy haciendo mal, sino diferente. Y lo diferente demuestra que tenemos opciones. Y las opciones pueden dar miedo, porque te muestran lo que eres capaz de hacer, si te atreves. Es fácil hacer (o no hacer) lo que hacen todos. El verdadero reto es buscar la alternativa que funcione para ti sin dejarte llevar por las dudas de otros. Concéntrate en las personas que han vivido experiencias parecidas y que pueden darte consejos prácticos que se puedan adaptar a tu propia situación.
Y después, haz lo mismo. Si puedes contribuir con una experiencia relevante, compártela. Si lo que te viene a la mente es un “pero”, analízalo. ¿Qué dice sobre tus propios sueños? A lo mejor estás a punto de descubrir tu propio camino.
PS: Al final del mes relataré mis experiencias en el jardín de Olokuti. ¿Te apuntas?