Revista Política
Finalmente Gran Bretaña se ha autoexcluido de la reconstrucción financiera de Europa, lo que equivale en la práctica a su salida del proyecto europeo. La paciencia de los restantes socios con el submarino infiltrado por los yankees, se ha acabado. Finalmente los británicos se han quedado solos ante el acuerdo de los otros 26 miembros de la Unión Europea de avanzar (¡por fin!) hacia la integración fiscal, único modo de combatir la agresividad extrema de los llamados "mercados financieros" contra los países miembros de la Unión. Cameron se ha tenido que tragar los histéricos e infundados gritos que profería hace un par de días ante los entusiasmados diputados conservadores más eurofóbicos, la extrema derecha parlamentaria "british", cuando les aseguraba que lograran lo que lograran los otros países europeos, Gran Bretaña conseguiría más que ellos. Finalmente como digo lo conseguido por el Gobierno conservador-liberal británico ha sido que de una vez por todas le enseñaran a su país la puerta de salida de Europa, y que además le hayan ayudado a cruzarla a empellones nada disimulados.
Gran Bretaña regresa por tanto a la insularidad y a su supuesto Espléndido Aislamiento secular, solo que en este nuevo milenio ya no es la potencia mundial que fue siglos atrás sino apenas un país empobrecido, debilitado y en crisis desde hace décadas, que ahora debe escoger entre continuar siendo la colonia de los EEUU que es de facto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial o convertirse de una vez por todas en el Estado 51 de la Unión norteamericana; la misma tesitura que enfrentan los colaboracionistas de Puerto Rico, para entendernos. Y es que la libra esterlina británica es desde hace años una divisa-basura llena de agujeros, incapaz de competir con el euro y las divisas emergentes y completamente supeditada a los movimientos de superviviencia del dólar.
¿Por qué los Gobiernos británicos juegan ese papel, tan desagradecido internacionalmente pero que al parecer encanta al extenso y fanfarrón electorado chauvinista británico, de ser los sempiternos palanganeros a las órdenes de Washington? Pues probablemente porque no les queda otro remedio. La economía británica se arruinó por completo con la pérdida de las colonias, cuya explotación salvaje constituyó el verdadero soporte de la prosperidad imperial de antaño, y hoy Gran Bretaña vive prácticamente de un solo activo económico: la City londinense. Leía esta semana en "El País" que la Bolsa de Londres y sus ramificaciones generan casi un tercio del Producto Interior Bruto británico. Es decir, en el caso británico no se trata tanto de que la economía financiera británica esté enfeudada a los "mercados" -cosa que también les ocurre a muchos de los países europeos continentales-, sino que la mayor parte o al menos la parte más jugosa del conjunto de la economía del país es simplemente, un producto segregado por el Mercado Financiero mundial por excelencia tras Wall Street. ¿Y qué se mueve principalmente en la Bolsa de Londres? lo explican John Le Carré y tantos otros: capitales procedentes del tráfico de drogas, de la compraventa de armas, de la trata de blancas y de cualquier otro negocio incluso legal que puedan imaginar, cruzados y marinados con fondos de inversiones de alto riesgo y el blanqueo de capitales fugados de respetables bancos y empresas de todo el mundo rumbo a paraísos fiscales que, en su inmensa mayoría, se hallan situados en dominios británicos: Islas del Canal de La Mancha, Gibraltar, Islas Caimán y un sinfín de lugares por el estilo. No hay organización delictiva solvente financieramente y dictador africano, asiático o latinoamericano que no mueva los capitales rapiñados invirtiéndolos a través de la Bolsa de Londres en busca de los mayores beneficios, a menudo con la complicidad del Gobierno británico (insisto, lean a John Le Carré). La Bolsa de Londres es pues probablemente, el mayor pudridero mundial de dinero corrupto. Y todo eso necesita obviamente la benevolencia y permisividad de los EEUU para poder llevarse a cabo.
Esa es la independencia económica que defiende David Cameron como la defendieron antes que él sus antecesores en el cargo, al menos desde el ingreso de Gran Bretaña en la Unión Europea. Pertenencia que por suerte parece estar tocando a su fin.
En la imagen que ilustra el post, policías ingleses protegen la Bolsa de Londres de una manifestación de "indignados" británicos.