A grandes esperanzas, grandes desilusiones. Majestuosos decorados, brillante vestuario y una puesta en escena genial. Bien. Hasta ahí. Ya está. Grandes esperanzas ya se estrenó hace unos años. ¡No! Esta es otra versión. Y muy clásica. Tanto como la novela. Basada en la obra de Charles Dickens, Mike Newell (Cuatro bodas y un funeral, 1994, entre otros), amante de la literatura del escritor británico, lo homenajea con una película correcta y fiel. Tanto es el amor de Newell por Dickens que sólo lleva a la gran pantalla su libro para sentirse orgulloso de filmar lo que algún día leyó, releyó e incluso estudió.
Aunque es importante la labor de caracterización de los personajes principales y de todo el elenco que participa, a día de hoy estos elementos carecen de valor por la cantidad de películas que también cuentan con una más que correcta puesta en escena. Con una fotografía muy acorde a las atractivas localizaciones donde se rueda, la trama interesa más por el cómo que por el qué. La falta de un contenido original genera una situación muy recurrente en la gran pantalla. El espectador que leyó la novela podrá poner cara a los personajes, colores a los paisajes y acento a las voces. Quien no la haya leído, se verá cauteloso ante la primera página del libro, al que accederá siempre y cuando le haya gustado este filme.
Más buena que la película son los actores, especialmente un Ralph Fiennes logrado y un certero Robbie Coltrane. Correcta y expresiva Helena Bonham Carter, sólo queda un aprobado raspado para las algo forzadas actuaciones de Jeremy Irvine y Hollidar Grainger. Grandes esperanzas se hace larga y tediosa. Demasiado correcta, sus perfectas condiciones técnicas la hacen desequilibrada respecto a su trama previsible. Seguramente, Charles Dickens no iría al cine a ver su novela.