[6/10] La obra de Dickens, como la de Shakespeare o Austen, ha sido llevada a la pantalla en innumerables ocasiones, quizá por ser capaz de abstraer la realidad de una época para explicar con hondura la condición humana, quizá por saber encontrar restos de grandeza y ternura entre tanta mezquindad e hipocresía social. En sus novelas se concentran las miserias más rastreras junto a comportamientos de gran humanidad, siempre resaltando la capacidad del individuo para redimirse y para vencer al destino con esperanza. Así sucede en “Grandes esperanzas” y en la versión cinematográfica que Mike Newell trae ahora a la cartelera. En ella, vemos cómo el pequeño Pip tiene un gesto de compasión hacia un convicto huido, y también cómo se enamora de una niña malcriada llamada Estella. Ambas experiencias le acompañarán durante toda su vida y le determinarán un futuro en que tiene que abrirse paso entre la niebla de las marismas y entre de la arrogancia de los “caballeros”.
Durante la primera media hora asistimos al nacimiento de unos sentimientos que hablan de la naturaleza y del poder humano: miedo y protección, soledad y amistad, odio y agradecimiento… en lo que será una lucha enconada del amor por abrirse paso entre el desencanto y el fatalismo. Pip tiene ante sí la sincera amistad de su cuñado y el sencillo afecto de su “maestra”, pero el amor -personificado románticamente en Estella- se le cruza en el camino para perturbar irremediablemente su espíritu, para no abandonarle hasta que logre ganar y ablandar su corazón, por muy ensimismado y helado que esté. Son tiempos de infancia en el campo, donde la Naturaleza tiene fuerza y vida propia, donde se respiran aires de libertad y amor, algo que la cámara de Newell acierta a recoger pues la luz parece imponerse a la oscuridad y el viento traer afanes de cambio en una rígida sociedad de privilegios. Son momentos del cine más fresco y sincero, y también del esteticismo más pictórico y metafórico, algo que recuerda a la reciente “Jane Eyre” de Fukunaga o más lejanamente a la “Cumbres borrascosas (Wuthering heights)” de Andrea Arnold.
Pero el destino quiere convertir a Pip de “pobre huérfano” en “caballero”, le lleva a la gran ciudad de Londres por gracia de un benefactor anónimo, y le introduce en un club de orgullo y prepotencia mientras trata en vano de reconducir el corazón de la joven Estella. Entonces, los exteriores callejeros se convierten en ambientes mil veces reproducidos cuando se habla de Dickens -con un realismo de suciedad postiza y cartón piedra, de ratas entre la comida y mugre por doquier-, mientras que los interiores se vuelven acartonados y sin personalidad. Con Pip adulto nos hemos introducido en un mundo de convenciones y apariencias, donde Newell deriva hacia el academicismo más correcto e inerte, donde los sentimientos son congelados en la pantalla, como lo fueran antes en el corazón de Estella. El rico contraste entre realismo rural de la infancia y encantamiento adolescente -en todas las escenas del casón de Miss Havisham- se ha difuminado en el melodrama más previsible y hueco (con algún pasaje confuso narrativamente), y entonces solo queda una ambientación y un cuidado diseño de producción gracias al buen trabajo de vestuario, fotografía y atrezzo
Mejor el Pip niño que el joven, y mejor Ralph Fiennes o Helena Bonham Carter -en un estereotipo de mujer excéntrica y desencantada que empieza a ser como su segunda piel, pues parece sacada de una película de Burton- que Jeremy Irvine o Holliday Grainger, más secos y estereotipados de lo que exigían el drama y pasión de sus papeles. Con “Grandes esperanzas” volvemos a asistir a la necesidad de proyectar hacia afuera los propios sentimientos de frustración y dolor, en una labor de pigmalión en que una novia abandonada -cruel personaje el de Miss Havisham- se vengó de los hombres haciéndoles sufrir por medio de su hija adoptada, o en que un convicto se redimió en su “chico” al descubrir en su corazón algo de piedad y solidaridad. Con todo, Dickens nos desvela secretos de familia y deseos duramente reprimidos -los de Estella, criatura que tendría que dar más lástima de lo que Grainger transmite-, y también nos habla de un amor sanador y de otro amargado, para finalmente decirnos que entre tanta niebla y oscuridad se terminará imponiendo la necesidad de vivir con sentimientos verdaderos y con grandes esperanzas.
Calificación: 6/10
En las imágenes: Fotogramas de “Grandes esperanzas”, película distribuida en España por A Contracorriente Films © 2012 BBC Films Unison Films, Hanway Films y Lipsync Films. Todos los derechos reservados.
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Publicado el 2 abril, 2013 | Categoría: 6/10, Año 2013, Críticas, Drama, Gran Bretaña, Romance
Etiquetas: amor, Cary Joji Fukunaga, Charles Dickens, Cumbres borrascosas (Wuthering heights), Grandes esperanzas, Helena Bonham Carter, Holliday Grainger, humanidad, Jane Austen, Jane Eyre, Jeremy Irvine, Mike Newell, Ralph Fiennes, redención, William Shakespeare