La mayor estación de esquí de la Península y del sur de Europa acoge sucursales de clubs ibicencos en la nieve, la tirolina más larga de los Pirineos, un hotel-iglú y una app para guiarte entre las pistas desde el móvil.
Es la estación más grande de los Pirineos, de la Península Ibérica y del sur de Europa. Lo confirman sus 128 pistas, con 210 de kilómetros esquiables aptos para adictos a la nieve de toda condición. Desde los profanísimos en el universo blanco a los expertos en campeonatos internacionales. Como el de la Copa del Mundo de Esquí Alpino, que se celebrará del 27 al 28 de febrero en Grandvalira. Por poner un ejemplo de lo que es capaz esta innovadora estación del norte de Andorra, ya en la frontera con Francia.
La clave de su éxito: esas untuosas e inmaculadas pistas en las que cabe de todo, desde los remontes más ultramodernos del mercado a tres snowparks (uno de ellos nocturno), una academia de freestyle abierta de las nueve de la mañana a las nueve de la noche (12 horas sin parar) o la tirolina más larga de los Pirineos, con 550 metros de longitud, 40 de altura y velocidades de hasta 80 km/h. Se estrenó en verano y, visto el éxito, se ha mantenido en invierno. Y de momento, promete.
Clases top de esquí. Por algo Grandvalira lleva siendo un referente blanco desde que en 2003 se fusionaron los sectores de Pas de la Casa-Grau Roig y Soldeu-El Tarter para dar vida a la estación, integrada hoy por otros dos más: Encamp y Canillo (seis sectores en total). Este invierno, además, viene con novedades, como el recién inaugurado edificio de servicios de 2.300 metros cuadrados de El Tarter, donde uno puede desayunar tranquilamente, guardar el kit completo para sobrevivir en la nieve o reservar un profesor durante un par de horas en la escuela de esquí.
La sucursal del Cala Bassa ibicenco. También está la opción de contratar el Top Class, un servicio exclusivo de monitores de alto nivel disponibles las 24 horas del día. No sólo te ayudan a perfeccionar tu técnica sobre la nieve (o a ponerte las botas simplemente, que hay de todo en la viña del esquiador), sino que también te graban si quieres para que luego puedas confirmar tus avances. O todo lo contario... Otra de las buenas nuevas de esta temporada: una app con un sistema de GPS audioguiado que te descargas en el móvil y evita que acabes perdido en la montaña. Porque sí, la estación tiene conexión a Internet gratuita en todas las pistas.
Y como no sólo de esquiar vive una estación, Grandvalira ya se ha hecho un nombre en el mundo del après-ski, en el que no falta ni una sucursal de uno de los míticos clubs de playa ibicencos, el Cala Bassa, con platos de la isla adaptados a la montaña. Léase bullit (guiso) de pescado con salsa ali oli, arroces caldosos y carpaccio de ternera andorrana. Después, claro está, toca sesión completa de dj en su glamouroso snow lounge al aire libre.
Dormir en una cama de hielo. Si buscamos un spa en mayúsculas, hay que conocer el del hotel Hermitage, el único cinco estrellas a pie de pista de la estación, que ocupa sólo 5.000 metros cuadrados. Otro alojamiento imprescindible es el Hotel Iglú, que cada temporada luce una decoración temática diferente tirando sólo de nieve. Esta vez, se han inspirado en la cultura andorrana como lema para esculpir las esculturas de hielo de cada estancia, empezando por las que inundan el Ice Bar. Aquí hay que tomarse un chupito de lo que sea sí o sí para entrar en calor.
Interior del hotel-iglú de la estación. Luego está el restaurante, la terraza, la sauna y el spa, que lo tiene, con baños de hidromasaje y todo. Para hacerse una idea, las temperaturas que se mueven ahí dentro rozan los 0 grados cualquier noche, pero calma, que este año han incorporado un domo caliente climatizado y el saco de dormir que te calzan soporta hasta -20 grados. El hotel cuenta con cinco iglúes con capacidad para seis personas. Pero si quiere una experiencia romántica a dos bandas, sólo tiene que pedirlo.
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