Anteriormente os hemos hablado del ciberbullying, un tipo de acoso que sufren los niños a través de internet. A diferencia del bullying, este acoso es virtual, no físico, pero las consecuencias son severas y afectan seriamente a muchos niños, a través de diferentes plataformas como las redes sociales, Google Hangouts o WhatsApp entre otras, los niños son intimidados, hostigados y maltratados psicológicamente. Es un tipo de acoso que se produce entre iguales, es decir, víctima y acosador tienen edades similares.
Cuando se produce una situación de acoso a través de las plataformas indicadas pero el acosador es una persona adulta, el niño está sufriendo grooming. En este tipo de acoso casi siempre existe por parte del adulto una intención sexual, ya sea de forma manifiesta o escondida para que los niños no averigüen las verdaderas intenciones.
En los casos de grooming o acoso virtual de adultos a menores, en muchas ocasiones las situaciones de peligro son más sutiles, no son tan evidentes como en el caso del ciberbullying. El adulto que contacta con el menor tiene la intención de establecer una falsa amistad con el menor y poco a poco intenta establecer un control emocional que tiene como objetivo preparar el terreno para el abuso sexual. Este tipo de abuso se puede materializar mediante el intento de conseguir fotografías del menor desnudo o en situaciones eróticas, o el intento de tener un encuentro físico con el menor pasando del espacio virtual a la realidad.
Los acosadores suelen preferir niños que se encuentran en una etapa de cambios que los convertirán en adolescentes, o niños que ya han llegado a la pubertad. Mayoritariamente los adultos que llevan a cabo este tipo de acoso suelen ser personas casadas, de las que sus familias no sospechan y que parecen tener una doble vida. Un adulto acosador de menores contacta con su víctima y poco a poco intenta ganar su confianza, conocer sus gustos, preferencias, aficiones, etc. Poco a poco se lleva al niño a un terreno más personal con confesiones íntimas, a fin de profundizar y afianzar la relación.
Una vez alcanzada la primera parte del objetivo, el adulto le pide al menor su participación en actos que tienen una naturaleza sexual, como por ejemplo la toma de fotografías o la grabación de imágenes a través de la webcam. Si el menor no accede a las peticiones del adulto, entra en funcionamiento una tercera fase que es la del chantaje, el acosador amenaza al niño con revelar secretos. Si logra su objetivo, no se detendrá y buscará más, hasta que llegue el momento de poder tener un encuentro físico y llevar a cabo los abusos sexuales.
Otra forma de operar de los acosadores es la de confesar su verdadera edad una vez que han logrado ganarse la confianza de los menores. Estos intentan convencer a los niños para que no digan nada a sus padres con el argumento de que no lo entenderían. Poco a poco logran obtener datos personales, fotografías cuya connotación sexual irá en aumento. El grooming se puede considerar un delito englobado en el exhibicionismo, en la difusión de contenidos pornográficos y en la corrupción de menores.
Por tanto, es recomendable que los padres hablen con los niños y les expliquen lo peligroso que puede ser internet, deben proporcionar a los menores consejos que les ayudarán a evitar el contacto con los acosadores, por ejemplo, sólo incluir en la libreta de contactos a los amigos y no dejarse guiar por nombres, información de perfil o fotografías de quienes no conocen. También deben tener mucho cuidado con los datos personales y las fotografías o vídeos que se cuelgan en internet, ya que pueden ser utilizados por los acosadores. Este material audiovisual no debe ser nunca enviado a contactos en los que no se tiene plena confianza.
En el caso de estar sufriendo una situación de acoso en el que el acosador pide fotografías de carácter sexual, los niños no deben tener temor en denunciarlo, explicarlo a sus padres y posteriormente ponerlo en conocimiento de la policía. Los padres deben estar más implicados en el uso que hacen sus hijos de internet y utilizar herramientas de seguridad como por ejemplo el control parental. Es necesario establecer normas, pautas y horarios para el uso de internet, además los ordenadores o los dispositivos que utilizan los niños deben situarse en zonas comunes del hogar, donde no haya intimidad y donde los padres puedan ver qué están haciendo los niños.
Si los padres se preocupan un poco más sobre el uso que hacen sus hijos de internet, podrán protegerles mejor del ciberbullying o del grooming.
Foto | Lars Plougmann
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