Revista Cultura y Ocio

Grumpy, la ladrona?

Publicado el 21 noviembre 2020 por Elarien
Grumpy, la ladrona?
Salgo de la Vaguada y alguien dice: "¡Oiga, oiga!" con cierta insistencia. Me doy la vuelta y veo dos guardias de seguridad que se acercan a mí. 

-¿Ha estado en Nyx?- me preguntan.

-Sí, digo. 

-Pues han robado algunas cosas y la dependienta dice que ha sido Ud. 

No doy crédito. He entrado, he mirado y me he ido, un par de minutos como mucho. La dependienta estaba en la caja con otros clientes en el otro extremo de la tienda y si me ha visto ha sido porque me he despedido al salir (cuestión de educación). 

-Acompáñenos- me mandan. 

Pretenden que bajemos por unas escalerillas que dan a tierra de nadie, una rampa de la entrada al parking. Está oscuro. Me niego a ir por allí. El que lleven uniforme no significa que sean lo que parecen.

-Lo siento, prefiero ir por donde hay gente. 

Entramos. Cruzo el Corte Inglés flanqueada por los dos guardias. Es tal el bochorno que no veo, aunque procuro llevar la cabeza alta como si no fuese conmigo. Salimos al vestíbulo y me conducen a una puerta que ni sabía que existía. Bajamos unas escaleras. Me explican que otra compañera, una mujer, revisará mis cosas.

Me meten en un cuartucho y la mujer comprueba mi bolso y mi ropa. Lógicamente no hay nada. No sirvo para ladrona, ni por mi carácter ni por mi físico. El que piense que puedo robar algo y pasar desapercibida tiene muy poco pesquis, con el pelo rojo llamo mucho la atención, en casi todas las tiendas me recuerdan. Quizá ese haya sido el problema, que solo se acordaron de mí. 

Grumpy, la ladrona?

- ¿Y ahora?- pregunto.

- Tiene que esperar- me contestan- la dependienta estaba segura y viene la policía. 

Es surrealista. Me veo en el calabozo por culpa de la estupidez de la gente. No están haciendo su trabajo, no han mirado las cámaras ni nada. Simplemente se les ha cruzado el cable y yo pago el pato. Se me ocurre llamar a una de mis pacientes, su marido es policía y tengo mucha confianza con ellos. Le cuento lo que sucede. 

-No te preocupes. Te tomaran los datos y comprobaran los antecedentes y listo. No tienen donde agarrarse y no pueden retenerte por un hurto, tiene que ser por algo de más de 400 euros (siempre se aprende algo, aunque no vaya a aplicarlo).

Llega la policía. Otra vez me revisan, también una mujer. Esta vez me miran las botas, el sujetador incluso. En fin. No he cogido nada y no hay nada. Comprueban los datos, me piden el teléfono. Por fin soy libre. Estoy furiosa, pero también angustiada, no logro entenderlo. Decido ir a hablar con mi acusadora. 

En la tienda hay otro policía. Pido la hoja de reclamaciones y escribo lo sucedido. Cuando termino le pregunto a la dependienta por qué. Me explica que había repuesto unos lápices (hasta entonces no sabía qué era lo que supuestamente había robado) y que cuando había vuelto por allí, habían desaparecido. En ese momento había pasado el de seguridad que le había preguntado qué tal, y le había dicho "pues me acaban de robar". El de seguridad me había visto salir (sin fijarse en la pareja que salió también, no eran llamativos) y aunque la otra le dijo que no me había visto coger nada, el otro decidió apuntarse un tanto. Aprovecharía la oportunidad para quedar como un héroe. Montó la feria completa, sin cotejar nada. Al no confirmarse sus sospechas, y con la policía avisada, le echó la culpa de aquella certeza a la chica. El que la otra dijese que no había visto nada era un detalle sin importancia. ¿Mirar vídeos? ¿Para qué? El que yo siguiese tranquilamente mi paseo por el centro comercial también le debió parecer natural. Por supuesto, el toque de gracia de detenerme en plena calle iba a ser la puntilla para su estrella. 

Grumpy, la ladrona?

La pobre dependienta se me puso a llorar. Confieso que a mí me habría gustado poder hacerlo, liberar un poco de estrés. Sin embargo soy incapaz, las lágrimas me cuestan. De la indignación pasé a consolarla, a decirle que no se preocupara. Retiré la reclamación. Me dio pena, el liante había sido el otro, un estúpido con ínfulas que había abusado de su posición, y disfrutado con ello.

De vuelta a casa veo que mi amigo policía venía en mi ayuda, da gusto tener amigos-pacientes así. Le llamo para que se dé la vuelta, le explico que ya está todo arreglado. Llego a casa hecha un manojo de nervios. Me tomo un Lexatín, de entrada algo ayuda pero después del primer sueño me paso la noche dándole vueltas al tema. Tengo que exorcizar demonios. Pongo una queja en La Vaguada y en Securitas, la empresa que tienen contratada al interfecto en cuestión. Me fuerzo a recorrer el centro porque aún me siento avergonzada. De vuelta a casa, me siento con fuerzas de contarlo, aunque apriete los dientes. 


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