Revista Cultura y Ocio

¡Guerra a las moscas!

Publicado el 04 julio 2013 por Misafueras
Siete moscas dan vueltas endemoniadas en el aire. Algunas se entrechocan, como si volaran a ciegas. Su espacio aéreo es el de mi dormitorio. La ventana abierta, parecen ignorar la amplitud de su vano. Todavía alguna se golpea contra el vidrio y su marco pero finalmente acaba saliendo.
Hasta lograr expulsarlas he necesitado agitar los brazos como quien calienta para soltar músculos y articulaciones antes de hacer ejercicio. Desde la puerta de la habitación hacia adelante, a mi derecha los pies de la cama, llegando cerca de la ventana. Al mullirlas, he aprovechado las almohadas como arma amenazante, cual péndulos o columpios, desafiando con llegar a girarse del todo.
Triunfante al fin, me pregunto si las mismas moscas que acabo echando un día tras otro de mi 'comarca' vuelven a invadirla cada mañana cuando decido ventilar. Entonces me acuerdo del abuelo Victoriano y de los utensilios que él mismo fabricaba a partir de unos trozos de malla de plástico y un poco de cinta aislante adhesiva. Eran los matamoscas con mayor eficacia exterminadora que nunca he conocido, aparte de la clave de uno de los pasatiempos más absorbentes que un niño haya probado jamás. Doy fe.Solo al fin, me dispongo a cerrar ventana y contraventana. Clic, clac. Pero entonces advierto que un individuo sobrevuela mi cama. La más lista de las siete ha logrado burlar mi carta de expulsión. La observo: como atraída por una libertad que bien podría estar fuera (o tal vez dentro), la última mosca acaba posada en el cristal. Quisiera echarla como a las demás pero, me digo, me niego a abrir otra vez. Y decido correr las cortinas. Ahora está atrapada entre la ventana y una larga caida de tela.Zffgff... Ahí te quedas, le digo.

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