Me encargaron hace tiempo la redacción de este artículo, pero nunca llegó a publicarse. Así que lo hago ahora aquí. Espero que no haya perdido actualidad. Gracias a Marcus Versus por su colaboración.---------------------------------
Cuando me propusieron redactar este artículo acudió a mi mente el recuerdo de aquellos ya lejanos recitales que descubrí durante mis primeras incursiones en el mundillo literario, allá por 2007. Entonces conocí a algunos de los abanderados del underground español, escritores a quienes respeto y admiro a partes iguales, gente como David González o Vicente Muñoz Álvarez. Recuerdo mi primera velada en el popular Bukowski Club, sito en el corazón de Malasaña: tras la barra se encontraba el escritor Carlos Salem, quien, con su particular sentido del humor y su voz rota, hacía también las veces de maestro de ceremonias. Por la oscura y estrecha sala pululaban otros clásicos de las veladas poéticas, autores como Gsús Bonilla, Marcus Versus, Déborah Vukušić, Esteban Gutiérrez Gómez, Ana Pérez Cañamares, Javier Das, José Ángel Barrueco o el malogrado José Luis Zúñiga. Para un novicio como yo, toda aquella atmósfera parecía estar envuelta en un halo mágico, sobrenatural, que, con la ayuda de los efectos del alcohol, convertía las noches del Bukowski en una experiencia inolvidable. Reflejo de aquella época es el libro Bukowski Club: jam session de poesía 06-08, publicado por Escalera y coordinado por Inés Pradilla y Carlos Salem. Pero, como diría Bunbury, “porque las cosas cambian”, hoy día toda aquella etapa sólo permanece en mi retina como un recuerdo lejano, como si fuera una memoria de mis años de instituto o de mis primeras relaciones con chicas. Esto no significa, ni mucho menos, que el panorama madrileño haya muerto. De hecho, está tan vivo como siempre gracias, entre otras cosas, al romanticismo de la vieja guardia y al entusiasmo de las nuevas generaciones. El mítico Bukowski Club sigue ofreciendo, de miércoles a domingo, sus jam session de poesía, aunque ya sin Carlos Salem, quien organiza los eventos del bar Diablos Azules, también en Malasaña, a razón de dos sesiones por semana: poesía los martes y relatos los miércoles. En Diablos Azules, que se ha convertido por derecho propio en uno de los epicentros del movimiento poético capitalino, tiene lugar también el ciclo mensual Delirium Tremens, organizado por la editorial Ya lo dijo Casimiro Parker, impulsora del festival InVerso (festival de poesía independiente de Madrid).En el mestizo barrio de Lavapiés nos encontramos con garitos como El Badulake, El Calvario o Tapas y Fotos, donde Bolo García, auténtico referente del underground madrileño, gestiona los ciclos poéticos Desviaciones y rotondas, El vómito de los carruajes y El Insomnio. Durante los meses de julio y agosto, ha tenido lugar en La Marabunta un ciclo semanal que, intuyo, tendrá continuidad debido al éxito de público cosechado. Y sin salir de Lavapiés nos topamos también con el bar La Huelga, donde se ha organizado antes del verano un ciclo coordinado por Rodrigo Galarza. Otros bares de la zona que suelen acoger recitales: La Escalera de Jacob y Libertad 8. No debemos olvidar tampoco los locales que funcionan como asociaciones culturales. Destacaría los dos que, a mi entender, poseen más solera: Pipo y Los Jacintos. En este último se suelen presentar los fanzines del sello Vinalia Trippers. Mención aparte merece la proliferación de librerías-bar en la capital. Son dos las que aglutinan mayor actividad, La Buena Vida-Café del Libro, muy cerca de Ópera, donde tienen lugar encuentros, presentaciones y recitales, y Tipos Infames-Libros y Vinos, en Malasaña, que además de acoger las habituales presentaciones y fiestas ha lanzado este año una nueva propuesta: librero por un día. Una original iniciativa consistente en transformar a un autor en librero; en otras palabras: una nueva forma de que los lectores conozcan al autor. De momento, Patricio Pron y Mercedes Cebrián han sido los seleccionados para tal menester. Otras librerías que organizan actividades con cierta regularidad son La Independiente, Traficantes de Sueños y Arrebato Libros. A este frenético ritmo de actividades literarias que tienen lugar en Madrid hay que sumarle también las promovidas por los grandes grupos empresariales del sector, como La Casa del Libro o Fnac, que aportan un necesario equilibrio entre la oferta underground y el mainstream.