Y desde este humilde pero fresco rincón se me ocurre comentarle: «Ay, maestro, no sé qué admirar más en esa confesión cordial, si su radical ingenuidad, tan maravillosa como acaso imposible, o su no bien percibida ironía, en especial por ese plural final que evidencia una confianza en el género humano digna de la mayor incredulidad».
(c) Marcelo Aurelio
(Hablarle a Borges, 22). Se dice (y escribe) queBorges dijo (y escribió): «Yo creo que sólo existen los individuos: todo lo demás, las nacionalidades y las clases sociales son meras comodidades intelectuales».Nada más leerlo, mientras me aproximoa la pantalla en que lo leo, me toma por asalto esta impresión: «O sea, maestro, y si no lo interpreto al bies: que fuera del Unomismo que es cada uno sólo existe algo así como sillones, confortables, pero,a fin de cuentas, prescindibles. Y, claro, uno no puede cifrar su existencia en un mero asiento».
(Hablarle a Borges, 23). Dicen que Borges dijo: «Todo ser humano tiene la obligación de ser feliz, aunque sea por orgullo».
Y tras leerlo y meditarlo e incluso una rápida consulta al diccionario, doy en pensar: «¿Por orgullo? Con todos los respetos, maestro, no se me ocurre un motivo menos relacionado con el estado imprevisible y a menudo tan cicatero y fugaz de la felicidad. Pero si vos lo decís, debe de haber algún sentido de la palabra que se me escapa. ¿Orgullo, acaso, de lector?».