Sin desmerecer la importancia de esos eventos, en mi vida, lo determinante del 2001 fue el nacimiento de Alessandra, mi segunda hija, una madrugada helada a fines de julio. Estaba con licencia por maternidad cuando atacaron las torres y por eso pude ver la catástrofe en vivo; mi ex me llevó a ver El Señor de los Anillos en la semana de estreno y nos prometimos seguir viendo las siguientes películas el mismo día (no lo cumplimos, para El Retorno del Rey ya estábamos separados), la crisis del 2002 nos golpeó fuerte -si no en el bolsillo, en nuestros proyectos- y la vida familiar se fue al diablo.
Pero el 2001 fue especial, igual que el 95 antes, porque más allá de lo que ocurriera a nivel global, sea conflicto armado, crisis financiera o evento cultural, fueron los años en que nacieron mis niñas, y todo cambió para siempre.
Me parece mentira que Alessa ya tenga quince años. El sábado pasado le festejamos sus “Quince” y estaba reluciente con su vestido blanco cortito, championes negros y pelo violeta. Porque si hay algo que es Ale, es original, y me salió bien friki.
Alessandra se está convirtiendo en la jovencita excepcional que se adivinaba desde hace años. Es inteligente, creativa, malhumorada, y siempre tiene la última palabra. Es muy radical –como buena adolescente– ve el mundo en blancos y negros, y muchas veces lo encuentra en falta, pero solo por estar en él, le aporta color... violeta en este momento.
No es la primera vez que describo a mi niñayanotanniña, y no hay mucho nuevo que decir. Sigue leyendo como desaforada, escribiendo historias inquietantes, y adorando los comics y los anime; tanto que para festejar sus emblemáticos Quince Años, va a ir a una convención de comics en EEUU, con cosplay y todo. Es divina.
Hace mucho, en una película, escuché una frase que se me quedó grabada: “si todos los niños son especiales; uno se pregunta cómo es posible que después se conviertan en adultos tan comunes”. Siendo testigo de la evolución de más adolescentes de los que puedo recordar, puedo acreditar que esto pasa, pero estoy segura de que no va a ser el destino de Alessa. Si algo va a ser toda la vida, es original.
Y sí, soy una madre boba. Tengo derecho; tengo las hijas más divinas del mundo.
EriSada