Hace unos días vi El Jardín de Alá (The Garden of Allah, Richard Boleslawski,1936) una cosa protagonizada por Marlene Dietrich y Charles Boyer que me hizo descubrir que a Dietrich no le sentaba nada bien el color y, mucho menos - como es el caso - los experimentos con el technicolor. El Jardín de Alá (la peli se llama igual que la famosa y opulenta mansión de Nazimova en Hollywood) me recordó por el color y por lo inapropiado del vestuario a Que el cielo la juzgue (Leave Her to Heaven, John M. Stahl, 1945), concretamente cuando Gene Tierney llega al desierto tal que así:
Pues bien, en El Jardín de Alá pasa algo parecido. La historia un poco rocambolesca (huerfanita educada en un colegio de monjas que se casa con un monje escapado del convento, todo ello ambientado en el norte de África) y la producción de Selznick apuntando maneras, convierten la cosa en un folletín kitsch pero con mucho menos contenido que el de Tierney. No sucede lo mismo con las fotografías que se publicaron para promocionar la película, una etérea Marlene Dietrich en blanco y negro que parece levitar sobre el desierto.
Hace unos días se fue Anita Ekberg. A pesar de no haber visto muchas de sus películas, siempre me pareció una mujer de gran presencia, contundente, rotunda. Había algo en ella que la alejaba de la superficialidad que rezumaba alguna de sus coetáneas. En algún noticiero osaron resumir 83 años de vida en tres minutos. ¡Un horror! Afortunadamente, mientras exista la Fontana di Trevi, exisitirá Anita Ekberg.
Siguiendo en Italia, hace unos días vi Umberto D (Vittorio de Sica, 1952) una historia tristísima sobre un pensionista (inspirado en el padre del propio de Sica) que apenas puede vivir con su paga miserable. La película comienza con una manifestación de jubilados que tienen que huir de una carga policial. Protestan porque su pensión es ínfima después de tantos años trabajados. El protagonista, interpretado por un actor amateur (Carlo Battisti), malvive en casa de una aprovechada que está dispuesta a ponerlo de patitas en la calle. Lo único que mantiene con vida a Umberto es su inseparable perro Flick, un Amigo fiel con un importante peso en la historia. ¡Qué pena comprobar que vivimos tiempos neorrealistas!
Hace unos días Betty White cumplió 93 años. Sus compañeros - sí, sí, sigue trabajando - de Hot Cleveland quisieron sorprender a la inolvidable Rose de Las Chicas de Oro con un flash mob. ¿Qué dirán en Saint Olaf cuando lo vean?