Por Bernardo Villar
Las buenas intenciones no cambian nada en el mundo. Son las acciones las que causan que las cosas sucedan. Eso parece que queda claro. Cuando no pasa nada no pasa nada. ¿Pero es tomar acción hacer cosas todo el tiempo?
Estar todo el tiempo haciendo cosas no es siempre lo que causa el resultado. Algunas veces lo que hay que hacer es nada. Hacer nada es, paradójicamente, hacer algo. Se trata de la intención con la que haces o no algo. La consciencia de estar causando lo que estoy eligiendo causar.
Algunas veces todo lo que hay que hacer es nada. Si, nada.
Sin embargo, nuestro contexto que glorifica la acción, frecuentemente causa un sentido de culpa al no estar haciendo nada. Hacer nada puede confundirse con estar ocioso. La diferencia está en la intensión, el propósito que hay detrás de la inacción.
No se trata de la pasiva actitud de no hacer nada esperando que las cosas pasen por si solas, sin o de una inacción activa enfocada en ser causa de que las cosas que tu quieres pasen.
Al final, todo lo que hacemos, incluso cuando no hacemos nada, causa un impacto en el mundo.