Revista Coaching

Hagas lo que hagas, te van a criticar

Por Maria Mikhailova @mashamikhailova

Hace tiempo que quería hablar de ello, pero mi falta de tiempo últimamente no me permitía sentarme tranquilamente a escribir. Soy emprendedora y hago lo que amo: ayudar a otras personas a conectar con su propósito y emprender en desarrollo personal. Y también soy madre: mamá de dos niñas preciosas, mellizas, a las que adoro con toda mi alma.

Mi vida no es sencilla y se ha complicado muchísimo desde que fui mamá. Algo tan deseado, tan esperado, ansiado, que tanto me costó conseguir. Algo por lo que doy las gracias cada uno de los días de mi vida.

Pero volviendo al tema de este post y al tema de las críticas, tengo que decir una cosa. Eso que tanto miedo nos da al emprender: que nos critiquen, juzguen, rechacen o incluso se burlen de nosotros... forma parte del proceso de emprendimiento.

Y ocurrirá. En algún momento te criticarán, te juzgarán, se meterán en tu vida y te dirán cómo debes vivirla. Personas que no conoces de nada o que te conocen más bien poco. Sí, pasará y hay que asumirlo como parte del proceso.

El precio de exponerse

Y ocurre porque te expones al mundo. Y más si lo haces en el ámbito del desarrollo personal donde compartes tus experiencias, tus miedos, tus dolores, donde te muestras desde tu lado más vulnerable, auténtico y humano.

Y los habrá por desgracia que aprovecharán esta información para criticarte, para decir que no eres lo suficientemente bueno o que cobras demasiado o que no cuidas bien de tus hijas.

Y, precisamente, porque las críticas es algo a lo que tenemos que enfrentarnos a lo largo de nuestra vida, escribí un artículo sobre cómo afrontar las críticas cuando inicié mi emprendimiento.

Pero tranquilo, tranquila. No pasará desde el principio. Al principio apenas te conoce nadie. Escribes para cuatro gatos: tus amigos de toda la vida, tu madre o tu abuela. Y te desesperas. "Nadie me lee". "No soy importante".

Después, si eres constante, empiezan a conocerte otras personas que no conoces personalmente. Algunas te escriben de vuelta felicitándote por lo que das (casi siempre gratis) y te sientes genial. Tu Ego te dice: "¡Soy buena, ayudo a las personas!"

Vas llegando a más y más gente. Decides ofrecer con algo de incomodidad tus servicios. Y entonces llegan las primeras desuscripciones, los primeros mensajes de gente que te dice: "No se puede cobrar por ayudar, te estás aprovechando del dolor de otros para lucrarte".

También te llega algún que otro email de tu competencia donde te dicen que cómo te atreves a hablar de emociones si no eres psicóloga o que todos los coaches somos vendehumos.

La ley del espejo

Al mostrar tu trabajo y tu vida al mundo es inevitable que estés abriendo una puerta a que personas infelices o, simplemente, insatisfechas en algunas áreas de sus vidas (a menudo con necesidades de amor o importancia no cubiertas) te suelten sus propios miedos, sus propias creencias, sus propias insatisfacciones.

De hecho, escribiendo este artículo, recuerdo un post que escribí hace un tiempo sobre la ley del espejo y la envidia. Creo que viene muy acorde al tema.

Y te seré sincera, al principio recibir este tipo de mensajes duele. Duele mucho. Te preguntas si has hecho algo malo a esa persona en concreto. ¡Si ni siquiera sabías que existía hasta que recibiste este email!

O ese comentario. Uno que recuerdo me dolió al principio y luego me di cuenta de lo triste que tenía que ser la vida de una persona capaz de escribirme este mensaje en uno de mis vídeos de cómo aumentar la autoestima: "Tienes que tener la autoestima muy alta para salir tan fea en este vídeo".

Sí, incluso ataques a tu físico, por supuesto, totalmente infundados y llenos de maldad. Son la otra cara del emprendimiento.

Una señora llegó a decir en uno de mis directos en un canal donde compartía conocimientos gratuitamente cada semana: "Está tan delgada que parece enferma" meses después de haber dado a luz a mis mellizas, pasando noches y noches sin dormir y aún así trabajando y compartiendo contenido.

El aprendizaje que nos traen las críticas

Pero poco a poco, y esta es la parte buena, esos comentarios dejan de dolerte, dejas de hacerles caso. Y si lo hacen, simplemente te preguntas: ¿Qué me está enseñando este mensaje? ¿Qué hay en mí que ha resonado con el dolor o el miedo de esa persona que me critica?

Porque cuando alguien nos critica sabiendo que no buscamos su opinión, sea de buena manera o de mala, en el fondo no hace más que escupirnos sus caquitas emocionales.

Sin ir más lejos te quiero compartir el último mensaje que recibí de una de mis suscriptoras y a la que preferí no responder, pues qué sentido tiene discutir con alguien que te prejuzga y cuestiona una parte personal de tu vida, como la crianza de tus hijas.

La "sabia" mujer, y supuestamente experta en desarrollo personal, me cuestionaba "duramente" (tal como ella misma subrayaba) el hecho de llevar a mis hijas de 15 meses a la escuela infantil, preguntándose extrañada cómo era posible que alguien como yo que se dedica al desarrollo personal sea capaz de semejante agresión hacia mis hijas, causándoles terribles traumas y escudándose en expertos como Carlos González o Laura Gutman.

Un email bastante largo donde no dejaba de cuestionar mi trabajo profesional y ligarlo al hecho de cómo criaba a mis hijas.

La conclusión era clara: alguien que lleva a sus hijas a una guardería es mala madre y, además, no debe dedicarse al desarrollo personal porque debe saber el dolor y los traumas tan grandes que la guardería les causa a los niños.

Percibimos la realidad a través de nuestras gafas

Para empezar, no comparto para nada esa visión tan radical y tan sesgada de la realidad. Y me da igual que sean eminencias como Gutman o González los que estén en contra de las escuelas infantiles. Yo no me leo 4 libros y sigo a rajatabla sus dictados, sea lactancia, colecho o crianza con apego. Aprendo, cuestiono lo que leo y luego veo qué aplico y qué no aplico a mi vida.

Por otro lado, me pregunto: ¿quién es ella para juzgar mi situación personal? ¿Acaso me va a pagar la susodicha mis facturas?

Lo mejor de todo es que en algún momento de su largo correo menciona el hecho de que yo ayude a profesionales de desarrollo personal a facturar más de 3.000 euros mensuales y comentando sarcásticamente: "Imagino que tú ganarás mucho más que eso, por lo que puedes permitirte contratar a una persona que cuide de tus hijas".

Ya está: la mujer ha sacado sus conclusiones de cuánto gano cada mes, de cómo cuido a mis hijas y de las cualidades que debo tener para ser apta, en su opinión, de dedicarme al desarrollo personal. ¿Qué os parece?

Y sí, al parecer ella se dedica al desarrollo personal. Y eso incluye en su caso: cero humildad, falta de empatía, prejuicios y juicios infundados y una necesidad imperiosa de sentirse importante salvando el mundo de las crueles escuelas infantiles.

¿De verdad me está dando lecciones de vida alguien que no es capaz de empatizar, comprender o simplemente no juzgar a una persona sin conocer su situación realmente?

Juzgar siempre es lo más fácil

Se despedía diciendo que necesitaba decírmelo. Y yo me preguntaba: ¿con qué fin? ¿Se creía que tras leer su correo, iría corriendo a sacar a mis hijas de la escuela? ¿Me sentiría culpable y dejaría de dedicarme al desarrollo personal?

¿Sabe acaso esa persona anónima lo que gano realmente cada mes o si mis ingresos, precisamente por no contar con suficiente ayuda desde que nacieron mis hijas, han bajado en picado? ¿Se imagina qué es emprender realmente, los gastos que supone ser autónoma, depender de ti misma como única fuerza de trabajo o lo que es estar en números rojos y estar viviendo de tus ahorros?

Queridos trolls y personas supuestamente bien intencionadas que nos dais lecciones de vida: antes de juzgar a una persona, preguntémonos si realmente conocemos su situación, si sabemos por lo que está pasando, si estamos en su día a día cuidando de dos bebés muy activas que necesitan no de una sino de dos personas para ser atendidas en casa. O como dice el cómico argentino y padre de gemelas, Nico Braun: "Las mellizas se cuidan de a dos".

No tengo que pedir permiso ni disculpas por vivir mi propia vida

Con este post no pretendo disculparme ante nadie por llevar a mis hijas a la guardería. De hecho, tienen una educadora humana y cariñosa, las atiende maravillosamente y con mucho amor. Y aunque al principio, tanto ellas como nosotros los padres, lo pasamos bastante mal, y pasamos por muchos virus en poco tiempo, ahora que están perfectamente adaptadas, hay días que no quieren salir de ahí porque tienen atención, cuidados y juego, comen y duermen fenomenal. Y por fin están teniendo algo que Carlos y yo no conseguíamos por nuestra cuenta, rutinas.

También es cierto que si todo fuera más fácil, si no tuviera que trabajar o pudiera permitírmelo, no las habría llevado a la escuela todavía, lo haría pasados unos meses o un año. Sé que donde mejor están es conmigo, su madre. Pero soy madre trabajadora y tengo que trabajar. Tengo un negocio en fase de crecimiento y éste se ha estancado últimamente por no disponer de tiempo apenas.

Me sorprende mucho que haya tantas personas, especialmente mujeres, que, sabiendo lo complicado que está el tema de conciliación en la sociedad en la que vivimos, pretendan meternos más culpa y más miedos, en lugar de compadecer y empatizar. Y más aún me sorprende esta actitud de personas que se dedican al desarrollo personal.

También quiero dejar claro que tampoco considero que la escuela sea el mal. El verdadero mal no está en la escuela, sino en la falta de atención, educación, cariño, amor o valores que reciben los niños en casa.

Y estoy convencida de que mis hijas estarán mucho más felices con una madre que se realiza en lo profesional, que trabaja hasta las 15:00 y luego les dedica todo el tiempo a ellas de forma incondicional. Y no con una madre estresada que no llega a nada, que no avanza en su trabajo porque no puede pagar sus facturas.

Lógicamente la señora del email no se ofrecerá a pagarme mis gastos.

Las críticas y su intención positiva

Para terminar, quiero decir que también ese tipo de correos o mensajes me hacen aprender sobre mí misma. Si algo te duele, es porque resuena contigo.

Si una crítica me llega es porque también soy humana y tengo mis debilidades, mis miedos y sombras. Mentiría si dijera que este mensaje no me ha hecho sentir mal. Afortunadamente lo ha hecho el tiempo justo para dejar de darle vueltas y reafirmarme en mi postura.

Carlos siempre me dice: "C uando recibes una crítica que te inquieta significa que o debes cambiar algo en ti o reafirmarte en tu postura". Yo me reafirmo en mi decisión, pues es la mejor solución posible dentro de mi situación actual.

Y créeme, le he dado bastantes vueltas al tema junto con mi marido. Habíamos estado barajando otras opciones pero económicamente no nos las podíamos permitir, al menos no en estos momentos.

Mi gran aprendizaje hoy es que no podemos juzgar a otras madres por el hecho de cómo crian a sus hijos, si les dan pecho o fórmula, si hacen o no colecho, si deciden criarlas en casa o las llevan a la escuela, si vacunan o no a sus hijos.

Cualquier postura radical sólo nos lleva a la separación, al odio, a la envidia y es energía del miedo. Tú decides qué energía quieres alimentar. Desde luego correos como el que recibí demuestran que aún hay mucha gente anclada en el dolor y el miedo.

Las críticas hablan más de quien las hace

El email de aquella mujer ha removido mis miedos antiguos, esos que aún no había terminado de asentar en relación al tema de guardería. Ahora me siento mucho más en paz. Siento que sin ser perfecta soy la mejor madre para mis hijas. Siento que he tomado la mejor decisión en la situación en la que me encuentro en estos momentos.

Y me solidarizo con el artículo de mi compañera Marina Díaz que nos comparte también cómo ha sido su primer año siendo madre y donde no todo es camino de rosas.

Y a todos los trolls y personas moralistas, simplemente os diré que trabajéis vuestros propios miedos, insatisfacciones y os pongáis en manos de profesionales que os ayuden a aceptaros y amaros, porque sólo amándoos primero, podréis respetar y amar a los demás.

Nadie es mejor ni peor. Ser espiritual y vegano, leer libros de crecimiento personal y luego criticar y juzgar a otros porque no son perfectos no tiene mucho sentido ni coherencia alguna.

Busquemos la coherencia y el respeto a las opiniones y vidas de otros. O como dice el refrán: "A quien juzgue mi camino, le presto mis zapatos".

Espero ansiosa tus comentarios. ¿Cómo afrontas las críticas? ¿Te has encontrado en una situación similar? ¿Te ha ayudado el artículo a ver las críticas con otras gafas?


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