Parece que siempre pasa en las situaciones menos apropiadas: en una reunión importante, en el instante justo en que el profesor nos mira en clase, cuando ése amigo nos está contando su última aventura… entonces, siempre en el momento más inoportuno, bostezamos. Pero ¿por qué? ¿Qué es lo que nos hace bostezar?
Popularmente se ha dicho que hay tres motivos principales para el bostezo: sueño, hambre o aburrimiento. Pero parece que este tema es algo más complejo.
Bostezar debe de ser importante, ya que todos los animales vertebrados, anfibios y peces incluidos, bostezamos incluso durante nuestro desarrollo embrionario. Lo que no es tan común es el contagio del bostezo, que solo se produce entre humanos, chimpancés y parece que quizá también los perros. Se cree que el contagio del bostezo se debe a nuestra capacidad de empatizar con el resto. Para investigar este punto, se han realizado estudios en los que se han contado el número de bostezos de niños autistas y no autistas. Cuando los niños veían un vídeo de gente bostezando, todos los niños se contagiaban por igual. Sin embargo, si en lugar de un vídeo, los niños se sentaban a personas reales bostezando, había un mayor contagio de los bostezos entre los niños no autistas. Además, cuanto mayor era el grado de autismo, menos contagioso era el bostezo. La parte positiva de estas investigaciones es que el contagio del bostezo quizá se podría utilizar para diagnosticar ciertas enfermedades.
Hasta la fecha se han propuesto varias teorías sobre el origen del bostezo, ninguna concluyente y cada una más extravagante que la anterior. He decidido hablar de un par de ellas:
Bostezamos por cansancio: quizá esta sea la teoría más extendida. Se ha dicho que bostezamos para realizar una respiración más profunda e introducir mayor cantidad de oxigeno en nuestro cuerpo. Sin embargo, esta teoría fue descartada tras los experimentos de Robert Provine, quien documentó cómo tras la administración de oxígeno no se disminuía la cantidad de bostezos en un grupo de individuos concreto.Bostezamos para enfriar el cerebro: esta teoría puede parecer excéntrica, pero es la más reciente. En 2007 se hicieron algunos estudios en los que se contaron el número de bostezos de personas viendo vídeos de gente bostezando mientras sostenían parches fríos o calientes sobre sus frentes. Por lo visto, las personas que sostenían el parche frío bostezaron menos veces que las que calentaban su cerebro mediante el parche caliente. Además, también se ha observado que los ratones registran una mayor temperatura en su cerebro justo antes de bostezar.
¿Y tú? ¿Cuántas veces has bostezado mientras leías este post?