Revista En Femenino

Hamid

Por Expatxcojones

HAMID

Hamid y su taxi. Tánger, 2014. expatriadaxcojones.blogspot.com


En el Islam se dice que Dios, o sea Allah, tiene noventa y nueve nombres.Son las formas de referirse a él y, mayoritariamente, hacen referencia a atributos divinos. Abdel Hamid es uno de ellos. Significa servidor del alabado. Y así se llama el protagonista de hoy.
Hamid tiene cincuenta y dos años, barba ralay una sonrisa permanente en la cara. Es taxista. De eso le conozco. Siempre que necesitamos un taxi lo llamamos a él. Hoy hemos quedado los dos para tomar un café. Aunque solemos conversar a menudo hay muchas cosas que no sé de él y me he propuesto conocer. Hamid, muy cortés, me ha regalado su tiempo. Empieza a contarme su historia desde el principio.
   Mi bisabuelo era del Rif pero se mudó a Tánger. Mi padre nació aquí. En 1917. Justo en la zona de Ain Qtiomet (ojo del gatito). Antes esa parte quedaba fuera de la ciudad. Allí sólo había barracones y chumberas. Mi padre se quedó huérfano muy joven. Tuvo cinco hijos y muchos trabajos.    —Perdona, chumberas ¿qué son?   Los cactus que dan los higos chumbos.   — Lo siento. No lo sabía. Continúa.   Yo entré tarde en el colegio. Empecé con nueve años y estudié hasta los dieciocho. Después hice una formación de electricista y empecé a trabajar.   —¿De electricista?   De lo que salía: electricista, operario en la fábrica de la Vaca que Ríe, vendedor de cristal… hice un montón de cosas hasta que empecé en esto del taxi.   —¿Cómo fue?   Me lo comentó un familiar. Me dijo que había unas pruebasy que era una oportunidad para obtener el permiso. Siempre las posponían. El mes que viene. Dentro de tres meses. Después del verano. Tardé casi dos años en poder hacer el examen pero al final conseguí el permiso de confianza, le llaman así. Y ese mismo día empecé a trabajar.   —¿El taxi es tuyo?   No. Me gustaría pero es muy difícil conseguir una licencia. No se venden. Son donaciones del gobierno a los mutilados de guerra. Se alquilan por noventa y nueve años pero son carísimas.    —¿Te ganas bien la vida?   Trabajo mucho pero sí, me gano bien la vida. No todos los taxistas opinan lo mismo. No hay una normativa. Cada propietario se arregla con el chófer a su manera. Algunos pactos son mejores que otros. También influye la zona en la que trabajas. Yo ahora trabajo mucho pero es gracias al teléfono e internet.   —¿Internet?   Yo tenía internet en casa y un día pensé: ¿por qué no lo utilizas para tu trabajo? Ahora tengo mi propia página web. www.tangertaxi.com. Me ayudó a hacerla un cliente. Yo trabajo mucho con los extranjeros, sobretodo españoles. Así fue como empecé, con un profesor del Instituto Español.    —¿Utilizas las redes sociales?   Pongo anuncios en Trip Advisor, Viajeros y lugares así pero lo que más me ayuda son los comentarios de los clientes. Unos se lo dicen a otros y ellos son mi mayor publicidad. Podría trabajar sin taxi pero no sin teléfono. Es mi oficina portátil. Trabajo más por encargo que en la parada.   —¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?   Los viajes largos. Cuando hago alguna excursión. Para mí es como tomarse el día libre. Me gusta mucho ir a Chaouen.    —¿Y lo qué menos?   Hacer el servicio de taxi colectivo. Piensa que en el Grand Taxi se suben seis personas, además del conductor. Cuatro detrás y tres delante. Cada persona paga entre tres y cinco dírhams (30 o 50 céntimos de euro)dependiendo del trayecto. Es pesado. Molesto. Si un pasajero se baja a mitad del camino, coges a otro. Vaya, que no me gusta.   —Es que el tránsito en esta ciudad es bastante estresante…   Aquí todos van a su bola. Adelantanpor la izquierda, se saltan las líneas continúas, a veces incluso conducen por el carril contrario… ni yo mismo me explico como no hay más accidentes. Yo no podría conducir un Petit Taxi. Me pone la piel de gallina.
   —¿Hay alguna mujer taxista?   Antes había dos. Una lo dejo. La otra era una ladrona. Le han quitado el permiso.   —Cuéntame alguna anécdota que te haya pasado trabajando.   —Gracias al taxi conocí a mi mujer.   —¿La llevaste?   No. La seguí.   —¿?   En el Islam se dice que el deber de un hombre es elegir bien la madre de sus hijos.   —Pero…¿tú ya tenías hijos?   No. Me refiero que yo no buscaba una chica para mí, sino que intentaba buscar la que sería una buena madre para mis hijos.   —…   Yo la vi un día caminando por el barrio de California. Me parecía una buena chica. Tranquila. La veía salir de la escuela. Iba a la mezquita. Eso me gustaba. Que fuera religiosa. Me daba la sensación que era una chica estricta. Trabajadora. Me gustaba mucho. Así que un día la paré.   —¿Y qué pasó?   Cuando me dijo su edad estuve a punto de echarme para atrás. Yo tenía entonces treinta y cinco y pensaba que ella tendría unos veinte y pico. Me dijo que tenía diecinueve.    —Vaya. Son dieciséis años de diferencia…   Yo creía que era mucho pero a ella no le importó. Estuvimos unos cuantos meses hablando. Conociéndonos y llegamos a un acuerdo. Nos casamos. Ahora tenemos cuatro niños.
Hamid me comenta la mucho que ha cambiado Tánger en poco más de una década. Me dice que antes la ciudad estaba apagada. No había vida. No había trabajo. La calle estaba llena de basura.Cuando Mohammed VI empezó su reinado empezaron las inversiones del gobierno en el norte del país. Se arreglaron las carreteras, llegaron empresas extranjeras y la ciudad empezó a crecer. Ahora se está construyendo un puerto nuevo, se está invirtiendo en infraestructuras e incluso en transporte público. La empresa española de autobuses ALSA ha empezado a operar en la ciudad. Según Hamid a corto plazo esto disminuye el trabajo de los taxistas, sólo en Tánger hay más de tres mil. A la larga, lo aumentará. Pues la gente de los alrededores que sólo venían a la ciudad una vez por semana lo harán con más frecuencia y una vez aquí se moverán en taxi.
Hamid me dice que de no haber sido taxista le hubiera gustado ser camionero, de larga distancia. Aún y así, reconoce que no quiere que sus hijos se dediquen al mismo oficio. Prefiere que estudien y puedan tener un futuro mejor. Que progresen, igual que lo está haciendo la ciudad.

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